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LAS DISFUNCIONES
SEXUALES Y LA TERAPIA
La expresión disfunción sexual alude a diversos trastornos o deterioros del
funcionamiento sexual, como la incapacidad de tener un orgasmo (disfunción
orgásmica) o la eyaculación precoz. Una vez más, tenemos que agradecer a
Masters y johnson que investigaran este campo y actuaran como iniciadores de
la terapia para estos problemas.
El enfoque de Masters y Johnson.
La mayor parte de los autores están de acuerdo en que la mayoría de los
casos de disfunciones sexuales son de carácter psicógeno y no orgánico
(físico). Pero Masters y Johnson se opusieron a gran parte de las ¡deas
tradicionales sobre los orígenes psicológicos del problema. Dicen: "La
privación cultural y la ignorancia de la fisiología sexual, y no la
enfermedad psiquiátrica o médica, constituyen el fundamento etiológico de la
mayoría de las disfunciones sexuales.
Es decir, los problemas sexuales no tienen por qué ser síntomas de profundos
trastornos psiquiátricos, sino tener un origen más sencillo, como la
privación educativa. Por tanto, su orientación teórica corresponde más a la
teoría del aprendizaje que a la psicoanalítica. En consecuencia, Masters y
Johnson adoptaron un programa de tratamiento rápido, de dos semanas de
duración, que tuvo notable éxito.
Su programa de tratamiento presenta una serie de características poco
habituales. Una de ellas es que requiere que tanto el marido como la mujer
participen en la terapia. Masters y Johnson sostienen que, en los casos de
disfunción sexual, nunca ocurre que un miembro de la pareja esté libre de
problemas, aunque sea sólo una persona la que muestre síntomas evidentes.
Por ejemplo, una esposa que no experimenta orgasmos está ansiosa y se
pregunta si esto obedece a que hace o tiene algo mal o a que no es atractiva
para su esposo. El marido, por su parte, aunque actúa de forma adecuada,
puede preguntarse por qué no consigue llevar a su mujer al orgasmo. Por
tanto, ambos compañeros sexuales están profundamente involucrados. Teniendo
en cuenta el carácter recíproco de la gratificación sexual, Masters y
Johnson hacen que participen ambos miembros de la pareja.
El principal objetivo de su terapia consiste en eliminar la actuación sexual
dirigida a una meta. La mayoría de las personas piensa que, durante la
actividad sexual, hay que conseguir algo (por ejemplo, que la mujer llegue
al orgasmo). Este interés por la consecución lleva al temor al fracaso, que
es un desastre para el disfrute sexual. Por tanto, Masters y Johnson
intentan que el individuo abandone el papel de espectador en el sexo
(observando sus propias acciones y evaluando su éxito). En cambio, otorga
gran importancia al disfrute de todos los placeres sensuales. Los clientes
utilizan una serie de ejercicios para "centrar las sensaciones", en los que
aprenden a tocar y a responder a los tocamientos. Asimismo, se les enseña a
expresar a su respectivo compañero sus necesidades sexuales, a lo que las
personas suelen ser reacias. Por ejemplo, se enseña a la mujer a decir a su
marido en qué partes de su cuerpo le gusta más que le toque y hasta qué
punto el tocamiento debe ser firme o suave. A partir de esta instrucción
básica, que incluye lecciones de anatomía y fisiología sexuales, Masters y
Johnson dejan que surja la respuesta sexual natural. El placer sexual es
natural; la respuesta sexual es natural. Tras eliminar los impedimentos
artificiales a la respuesta sexual, descubren que las personas empiezan a
disfrutar rápidamente de su participación "satisfactoria" en el sexo.
Masters y Johnson evalúan el éxito de su terapia tanto en las sesiones
terapéuticas de dos semanas como en el seguimiento de cinco años de las
parejas que dejan la clínica. Su investigación indica que la terapia tiene
éxito en el 75% de los casos, aproximadamente (aunque se han discutido esos
resultados).
Veamos a continuación algunos ejemplos específicos de disfunciones sexuales
de las mujeres.
Disfunción orgásmica.
En la disfunción orgásmica primaria, la mujer ha efectuado coitos, pero
nunca ha llegado al orgasmo. Masters y Johnson no utilizan el término
frigidez por sus diversas connotaciones imprecisas y negativas.
En la disfunción orgásmica de situación la mujer tiene orgasmos en unas
situaciones, pero no en otras. En este caso, es claro que no existe ningún
trastorno orgánico del orgasmo, dado que la mujer es capaz de
experimentarlo. El carácter sistemático de las situaciones en las que la
mujer puede y no puede experimentar el orgasmo lleva a menudo a comprender
la naturaleza psicógena del problema.
A veces, una mujer que ha experimentado con frecuencia el orgasmo en el
coito con su esposo deja de conseguirlo. Esto puede estar relacionado con un
cambio en su identificación con él. Por ejemplo, en un caso, una mujer que
deseaba de forma muy intensa elevar la categoría social y económica de su
familia inició su disfunción sexual después de que su marido perdiese varios
trabajos. Parece que se dio cuenta de que no lograría lo que pretendía,
canalizándose su desilusión a través de su respuesta sexual o, más bien, de
su falta de respuesta. Otro ejemplo de disfunción sexual de situación es el
caso de las mujeres que son capaces de tener orgasmos mediante la
masturbación, pero no en el coito. No obstante, esta pauta es tan corriente
que quizá no deba clasificarse como disfunción.
Vaginismo.
El vaginismo supone la rigidez o el espasmo del tercio externo de la vagina,
quizá en un grado tal que la abertura vaginal se obstruye y hace imposible
el coito. Entre los factores de la historia de la mujer que parecen provocar
esta situación están el matrimonio con un hombre impotente, el hecho de que
en su familia se considerara el sexo sucio o pecaminoso, una agresión sexual
anterior y una larga experiencia de coitos dolorosos, debidos a algún
problema físico.
En la terapia, Masters y Johnson descubrieron que era muy importante
demostrar a ambos cónyuges la realidad y la naturaleza del espasmo vaginal
que, con frecuencia, desconocía la pareja. El tratamiento consiste, sobre
todo, en utilizar dilatadores vaginales de tamaño cada vez mayor para hacer
más grande la abertura. En casos en los que la causa parecía radicar en
problemas físicos, el tratamiento de éstos parece que ayuda, a menudo, a
solucionar los problemas emocionales. |
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