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Dualidad sexual: hombre/mujer
El sexo es una peculiaridad irreductible, configuradora del ser humano y no
puede ser alterada sin causar daño esencial a la misma humanidad. La
existencia de dos sexos es una riqueza de la que hay que gozar conociendo
las diferencias hombre/mujer, viviendo cada uno la suya y sabiendo que se
convive con la otra.
Hay que reflexionar sobre el carácter dual de la sexualidad humana,
insistiendo en el tema de la complementariedad, de la alteridad de las
diferencias entre hombre y mujer, especialmente en una época en que se ha
intentado borrar la mayoría de ellas, llegando a peligrar la misma
diferenciación sexual. Estas diferencias, no sólo son fundamentales, sino
enriquecedoras.
En el momento en que todos los hombres y todas las mujeres fuesen
exactamente iguales -copia unos de otros- se habría empobrecido
irremisiblemente la raza humana, mucho más todavía si se añade la reducción
de hombres y mujeres a un sólo ser, amorfo, igual y sin ninguna diferencia
fundamental entre él y los demás del propio o del otro sexo. Las diferencias
entre el hombre y la mujer son tanto biológicas como psicológicas y
sexuales.
Al insistir sobre estas diferencias que existen entre el hombre y la mujer
hay que dejar claro que no tienen nada que ver con la igualdad de derechos.
En este plano sí que debe haber igualdad entre hombre y mujer y respeto
mutuo y trabajar por ello. Tampoco hay que olvidar que estos derechos están
reconocidos, en teoría, en el mundo occidental pero no así en otras culturas
en las que la mujer sufre trato discriminatorio y, en muchos casos,
vejatorio.
Desde el momento de la concepción la mujer es XX y el hombre es XY; sus
desarrollos prenatales, incluido el cerebro, son diferentes. Biológicamente
hay que destacar, aparte de los diferentes caracteres sexuales primarios
(genitales externos) y secundarios (voz, vello, musculatura), el hecho de
que el hombre posee una naturaleza hormonal-sexual no cíclica, mientras que
la mujer tiene una naturaleza hormonal-sexual cíclica con dos fases bien
diferenciadas en cada ciclo menstrual que la hace cambiante -cíclica-
durante todos los años de su vida fértil. Son pocas las mujeres que dejan de
"sentir" sus cambios hormonales, (síntomas ovulatorios, síndrome
premenstrual, etc.), pero los varones no tienen esta experiencia vital y
necesitan ser instruidos específicamente sobre estos temas que incidirán en
su relación de pareja. Las características psicológicas diferenciadas son
las responsables de que la mujer sea más concreta, constante y centrípeta,
con gusto por lo cotidiano y próximo y con un predominio de los
sentimientos, mientras que el hombre es abstracto, racional y centrífugo,
con intereses más generales, cambiantes y lejanos. Sexualmente se puede
decir que la mujer es como carbón de leña que tarda en encenderse (necesita
una preparación previa), pero una vez se enciende, mantiene el calor largo
tiempo; mientras que el hombre es como fuego de hierba seca, que prende en
seguida pero también se apaga fácilmente.
El mismo manual de la OMS para la Educación Familiar de la Fertilidad,
aconseja ayudar a los jóvenes matrimonios a comprender bien estos aspectos
diferenciales de la convivencia interpersonal, para que no caigan en
absurdos y radicales tremendismos. La falta de conocimiento de dichos
aspectos puede causar una sensación equivocada de falta de interés o de
ilusión, cuando se trata únicamente de una forma diferente de expresar los
sentimientos o puntos de vista diversos entre los cónyuges. Para plasmarlo
en un ejemplo cotidiano; la joven recién casada que duda de la buena salud
de su matrimonio el primer día que ve a su cónyuge "escucharla" con los ojos
puestos en las noticias de la TV o en las páginas deportivas de su periódico
favorito, o el joven que observa a su esposa al teléfono, charlando
animadamente con una amiga, y "olvidándose" totalmente de él. Ayudarles
también para que no trivialicen la intimidad y la comunicación como si se
trataran de simples adornos de la convivencia innecesarios para el éxito
sexual, ya que ejercer la sexualidad sin comunión personal y amor es como
"bailar sin música".
A lo largo de su vida matrimonial, los esposos comprobarán que la comunidad
conyugal hunde sus raíces en el complemento natural que existe entre el
hombre y la mujer, y se alimenta, mediante la voluntad personal de cada uno,
de compartir todo su proyecto de vida, lo que tienen y lo que son, lo que
alguien ha llamado "construirse como pareja o vivir una biografía común". |
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