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ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL (ETS)
Es una realidad que las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son un
creciente motivo de consulta por parte de los adolescentes.
Desde la perspectiva biológica, hay que saber que la maduración genital
requiere de dos a seis años. Esto es especialmente importante en el caso de
la adolescente, en quien la propia inmadurez de los órganos sexuales puede
incrementar la susceptibilidad a las infecciones (cervicitis, salpingitis,
etc.). Asimismo, las adolescentes que tienden a establecer relaciones
sexuales lo hacen con varones que tienen 2 o 3 años más que ellas, y más de
la mitad de esos compañeros sexuales tienen por lo menos 20 años de edad y
poseen experiencia sexual previa. Esto es motivo para sospechar que las
incidencias de ETS es más alta entre las niñas que entre los varones, y que
probablemente se detecta insuficientemente en la adolescente infectada
porque puede ser portadora asintomática (no manifiesta síntomas de la
enfermedad).
La población adolescente se encuentra actualmente en una situación de mayor
riesgo de adquirir una ETS porque ha disminuido la edad de iniciación de las
relaciones sexuales y también ha aumentado el número de compañeros sexuales
a lo largo de la adolescencia. El New York Times, analizó esa "epidemia
oculta" que son las infecciones de transmisión sexual, y anotó que, en
Estados Unidos el 25 % de los doce millones de nuevos casos anuales
(sífilis, gonorrea, etc.) corresponde a la población adolescente.
Un investigador distinguió una variedad de comportamientos sexuales en los
adolescentes y observó que mantenían su consistencia a través del tiempo.
Clasificó a los jóvenes en tres grupos. Un primer grupo que practicaba la
abstinencia, y un segundo grupo que escogía la monogamia (en estos dos
grupos están la mayoría de los jóvenes). Hay que advertir que, debido a las
características de la edad, con frecuencia hay relaciones que terminan y al
cabo de algún tiempo se produce el reemplazo con un nuevo compañero; a esta
situación la ha llegado a denominar "monogamia seriada". El tercer grupo lo
constituían los adolescentes inquietos, exploradores, a menudo agresivos,
que están siempre a la búsqueda de aventuras y de una gran variedad de
compañeros. A este grupo le adjudicó el término de "aventureros sexuales".
Lo desconcertante es el hecho de que la frecuencia de ETS es similar entre
los aventureros sexuales y los que practican escrupulosamente la monogamia
seriada, lo que viene a ser una probable consecuencia del compartir, sin
saberlo, un compañero proveniente del "núcleo" de pacientes con ETS. También
es llamativo, en las adolescentes, descubrir la total correlación con el
comportamiento sexual de la mejor amiga. A todo ello, es importante entender
que la ETS es a menudo un "incidente centinela" que indica una relación
sexual sin protección, y así el profesional que realiza el tratamiento debe
ofrecer consejos para evitar nuevos contagios y también prevenir el
embarazo.
Hay que saber que los agentes infecciosos que producen las enfermedades de
transmisión sexual (ETS) no pueden vivir fuera del organismo humano. Así,
hay que considerar que estas enfermedades se adquieren a través de la
relación sexual y que no pueden adquirirse accidentalmente por el uso de "un
baño sucio", por ejemplo (la única excepción, ocasionalmente, podrá ser la
transmisión del papilomavirus humano y el parásito tricomonas, que bajo
circunstancias especiales pueden ser transmitidos por objetos contaminados).
Como muchas veces las ETS no producen síntomas, los profesionales han de
estar alerta, sospechando de determinadas situaciones y considerando que
deben hacerse análisis de ETS ante determinadas circunstancias.
Las ETS más comunes en la adolescencia son: gonorrea, clamidia, herpes
genital, papilomavirus humano y moluscum contagioso. Menos comunes son la
sífilis, el chancroide y el linfogranuloma venéreo, sin olvidar el temible
virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que por su gravedad e
importancia social comentamos en otro apartado.
Circunstancias que precisan de control médico.
- Todo adolescente con secreción genital, dolor en la pelvis o cualquier
otro síntoma compatible con la infección, aunque niegue haber tenido
relaciones íntimas.
- Todo adolescente sexualmente activo/a.
- Todo adolescente que se sospecha que ha sido víctima de violación, abuso
sexual o incesto.
- Adolescentes embarazadas.
- Adolescentes promiscuos/as.
- Adolescentes prostitutas/os. Adolescentes homosexuales o bisexuales.
Adolescentes que han tenido (o se sospecha que han tenido) contacto sexual
con una persona que tiene ETS, o que han usado drogas intravenosas.
- Adolescentes presos.
- Adolescentes con continuas infecciones venéreas.
- Adolescentes drogadictos o que han compartido agujas. |
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