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Escribiendo al revés
Tuvieron que pasar más de 200 años para entender la escritura del artista
toscano. Resultó que sus abundantes notas, que acompañan generalmente a sus
bocetos, eran legibles únicamente al ser reflejadas en un espejo. “Mi manía
con los reflejos ha engendrado una pasión por los espejos”, dejaría escrito
Leonardo.
El espejo era para él un estrecho pasaje entre lo visible y lo invisible.
“Alguna vez me había mirado en el de mi abuelo. ¿Lo usaría para que me fuera
revelado en un susurro el desconocido que yo sentía ser? (…) Un poco más
tarde, creí que el espejo hacía trampa, simplemente invertía todo tal y como
yo invierto mi escritura (…) Pero ese recuerdo volvió a mí mucho tiempo
después, estaba leyendo en la Mesa de Esmeralda: “lo que está arriba es lo
que está abajo, lo que está abajo es lo que está arriba” (...) Para mí fue
muy claro, se vio a una legua: sí, pero en sentido inverso.
Ésta era la enseñanza de los antiguos alquimistas: en el espejo del arte se
refleja el macrocosmos, el gran Universo cuyo microcosmos, el pequeño
Universo –el nuestro– es su reino en miniatura”.
Para no pocos investigadores esta extraña habilidad de escribir al revés,
esto es, de derecha a izquierda de modo que el texto sólo tiene sentido si
se lee reflejado en un espejo, se justifica como una necesidad del artista
de ocultar sus trabajos a la Inquisición.
No obstante se han esgrimido otras hipótesis; que era una forma de
dificultar el acceso a sus notas y evitar así que le robaran sus ideas; o
incluso que era tan sólo un método peculiar de escritura para que un zurdo
como él evitara que su propia mano emborronara el texto con la tinta aún
fresca mientras escribía.
Es innegable, en cualquier caso, que Leonardo tenía predilección por los
acertijos, los anagramas, los mensajes ocultos y también por los espejos,
algo que resultará fundamental para interpretar alguna de sus obras. |
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