Ésta es una de las formas como se designa al adolescente.
Desconocido por la mayoría de los adultos y abandonado a su suerte por una
sociedad que no sabe dónde ubicarlo. Nadie está tan desprotegido como el
adolescente.
La adolescencia es una interrupción de la tranquilidad
del crecimiento, es el final de la feliz infancia. La adolescencia empieza
en el momento en que se pierde la maravillosa seguridad de la infancia. La
entrada en la etapa adolescente es como la vivencia de la gran soledad. Se
reproduce en esta mutación la fragilidad del bebé (se ha llegado a llamar la
adolescencia "segundo parto"). Se empieza por una ruptura subjetiva, por una
crisis existencial, que acompaña a las manifestaciones corporales, que
sorprenden tanto al que las sufre como a las personas que lo rodean. Su
paisaje mental es recorrido por corrientes profundas, de las cuales en este
momento no conoce el origen ni el sentido. Hay una especie de ruptura con la
realidad que se inicia con la pubertad y se continúa en la adolescencia. Se
dice que ningún adolescente pasa la adolescencia sin haber tenido, en algún
momento, ideas de suicidio...
En esta etapa de la vida tiene que realizarse un difícil
y delicado proceso de individualización-separación, y el niño tiene que
pasar de un estado de semiparasitismo (con su familia) a la libertad
personal. La adolescencia es fundamentalmente la maduración de la
personalidad y la búsqueda de la identidad. El joven quiere encontrarse a sí
mismo, como sujeto integrante de la comunidad. De cómo suceda esta etapa
dependerá en gran medida el futuro comportamiento social de la persona. Así,
no hay que perder de vista que la adolescencia es básicamente sólo una
maduración de los caracteres individuales y hábitos del pensamiento y de la
acción que se ha ido desarrollando desde la niñez. Lo que ocurre en la
adolescencia está determinado, en gran parte, por lo sucedido antes de dicho
período. La adolescencia es una canción que empezó a cantarse en la cuna. Y
que hay que saber entonar en los momentos precisos.
Todo es movimiento en la etapa adolescente. Ir soltando
lastre y desprenderse del equipaje de niño, para poder ascender y alcanzar
la categoría de adulto. La etimología del término es bien demostrativa.
Adolescente viene del latín adulescens, participio presente del verbo
adolescere, que significa crecer. En latín se diferencia
perfectamente entre el resultado final del proceso de crecimiento, que es el
estado estable de adulto (adultus: formado, desarrollado), y el
propio proceso de la adolescencia, como paso de un estadio a otro
(adulescentiae senectus, pueritiae adules-centia obrepit, decía Cicerón:
la vejez sucede insensiblemente a la adolescencia, la adolescencia a la
infancia).
En el vocabulario latino, el término adolescente tiene
gran importancia y son varios los verbos que hacen referencia a esta
palabra. Así tenemos, por ejemplo, adulescentior. comportarse como
joven, y adulescenturi: retener el carácter de un joven. Se
consideraba, pues, que el adolescente tenía una determinada conducta, un
carácter específico. Curiosamente, los romanos incluso admitían un estado
intermedio entre el niño y el adolescente, llamado adulescentulus:
jovencito, y adulescentula: jovencita.