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LA ESENCIA
Lo que hace bello y adorable a todo niño recién nacido es su Esencia, y
ésta constituye en sí misma su verdadera realidad.
El normal desarrollo de la Esencia en toda criatura es realmente muy
pequeño, incipiente. El cuerpo humano crece y se desarrolla de acuerdo con
las leyes biológicas de la especie. Sin embargo, estas posibilidades
naturales resultan por sí mismas muy limitadas para la Esencia.
La Esencia sólo puede crecer por sí misma, sin ayuda, en pequeñísimo
grado. El crecimiento espontáneo y natural de la Esencia sólo es posible
durante los primeros tres, cuatro y cinco años de edad, es decir, en la
primera etapa de la vida del ser humano. La gente piensa que el
crecimiento y desarrollo de la Esencia se realiza siempre en forma
continua, de acuerdo con la mecánica de la evolución, pero esto no ocurre
así.
Con el fin de que la Esencia crezca más, algo muy especial debe suceder,
algo nuevo hay que realizar. Nos referimos al trabajo espiritual. El
desarrollo de la Esencia únicamente es posible a base de trabajos
concientes y padecimientos voluntarios. Es necesario comprender que estos
trabajos no se refieren a cuestiones de profesión, bancos, carpintería,
albañilería, arreglo de líneas férreas o asuntos de oficina. Este trabajo
es para toda persona que ha desarrollado la personalidad; se trata de algo
psicológico.
Todos nosotros sabemos que tenemos dentro de nosotros mismos eso que se
llama ego, yo, mi mismo, si mismo. Desgraciadamente, la Esencia se
encuentra embotellada, enfrascada, dentro del ego, y esto es lamentable.
Disolver el yo psicológico, desintegrar sus elementos indeseables, es
urgente, inaplazable, impostergable... este es el sentido del trabajo
espiritual.
Nunca podríamos libertar la Esencia sin desintegrar previamente el yo
Psicológico. En la Esencia se encuentra el fundamento para realizar la
verdadera Religión, el Buda, el Cristo, la Sabiduría, las partículas de
dolor de nuestro Padre que está en los Cielos y el conocimiento que
necesitamos para la autorrealización íntima del Ser. Nadie podría
aniquilar el YO Psicológico sin eliminar previamente los elementos
inhumanos y brutales que llevamos dentro.
Necesitamos reducir a cenizas la crueldad monstruosa de estos tiempos; la
envidia que ha venido a convertirse en el resorte secreto de la acción; la
codicia que ha vuelto la vida tan amarga; la maledicencia; la calumnia que
tantas tragedias origina; la adicción a las drogas y al alcohol, la
lujuria etc. A medida que todas esas abominaciones se van reduciendo a
polvareda cósmica, la Esencia además de emanciparse crecerá y se
desarrollará armoniosamente.
Cuando el YO Psicológico ha muerto, resplandece en nosotros la Esencia. La
Esencia libre nos confiere belleza íntima; de tal belleza emanan la
felicidad perfecta y el verdadero Amor. La Esencia posee múltiples
sentidos de perfección y extraordinarios poderes naturales.
Cuando morimos en nosotros mismos, cuando disolvemos el YO Psicológico,
gozamos de los preciosos sentidos y poderes de la Esencia. |
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