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LA PANDILLA
Nos hallamos en un nivel superior al simple grupo de amigos. La pandilla ya
es una institución social más seria, con unas reglas, objetivos bien
delimitados, miembros jerarquizados... A ella acude el adolescente en busca
de seguridad. En especial se trata de jóvenes muy inseguros, con un alto
nivel de ansiedad. Y la pandilla disuelve la ansiedad o, por lo menos, la
hace más tolerable.
El chico encuentra en la pandilla una compensación a sus sentimientos de
inferioridad. En ella se le proporcionará estima, afecto, y todo el calor
que le haya faltado hasta entonces. En el fondo la llegada a la pandilla es
resultado de las mismas motivaciones que las del adolescente normal, pero
mucho más intensas y más imperiosas porque están alimentadas por
frustraciones de toda clase que se originaron en el pasado.
El adolescente que no tiene unos padres en quien identificarse, ni un núcleo
familiar estable en que albergarse, buscará, obviamente, una nueva "familia"
que satisfaga sus necesidades. Y la banda, gang o pandilla, reúnen estas
condiciones: hay unos compinches (equivalen a los hermanos) y un jefe (que
representa al padre-madre). El chico normal, al identificarse con el grupo y
encontrar también en éste un apoyo para su Yo, guarda no obstante cierta
distancia, una cierta reserva, aunque sea debido al hecho de que otras
influencias, además del grupo, se ejercen sobre él. Algún autor subraya con
justa razón que los jóvenes adolescentes son individuos aislados reunidos.
Así, para el adolescente no problemático, la época de estar en grupo sólo
representa un momento de su evolución hacia la madurez y la autonomía. Por
el contrario, para el chico problemático, la pandilla es el punto de llegada
y no irá más lejos.
Las bandas patológicas, como por ejemplo las de delincuentes, son
ciertamente un producto de nuestra cultura, reflejo de las corrientes
sociales de nuestros días: inseguridad, ansiedad, conformismo, agresividad,
etc., son las mismas tendencias y los mismos mecanismos. El futuro miembro
de la banda ha de estar psicológicamente dispuesto a renunciar a la libertad
y a su autonomía y a someterse en cuerpo y alma a la voluntad del grupo.
Éste se hace de alguna manera el depositario de su Yo y, a cambio, ofrece al
adolescente la seguridad y el poder: la potencia y la fuerza de la banda
frente a la debilidad del individuo en solitario. De todas formas, la
búsqueda de este conformismo puede llevar al adolescente a actividades
aberrantes, como cuando intenta identificarse imitando conductas
caricaturescas de algún líder de la banda.
En un grupo de adolescentes, las diversas tendencias serán representadas por
los miembros más enfermos del grupo. Entre estas posiciones patológicas, la
manía persecutoria de la banda es probablemente una de las más frecuentes:
la pandilla se siente amenazada (por otras bandas, por la sociedad) y debe,
por consiguiente, replegarse fuertemente sobre sí misma, a fin de poder
defenderse y también atacar. Se observa aquí el desplazamiento sobre el
grupo de la problemática psíquica personal (paranoide) que, por ejemplo,
pueda tener el jefe de la banda.
La fuerza de la banda o la pandilla reside en su extrema unidad: la banda
funciona "como un solo hombre". Esta unidad está rematada por una
organización y una estructura mucho más fuertes que ninguna otra asociación
espontánea de jóvenes y que mantienen a cada uno en la más estricta
obediencia y en el conformismo más rígido. La banda tiene su estructura
institucional, sus ritos (intercambio de sangre, tatuajes destinados a
reforzar el sentimiento de pertenencia a la "secta", novatadas, pruebas para
demostrar la capacidad de arriesgarse, etc.), jerga secreta, cuartel
general, etc. En realidad, si hacemos abstracción de la naturaleza de sus
actividades y de la personalidad de sus miembros, la banda no es tan
diferente de una patrulla de boys scouts (aunque ¡ojalá! tuviese los
mismos altruistas objetivos que ésta). |
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