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LA EXPLORACIÓN
GINECOLÓGICA
Inquietante para la jovencita que desconoce de qué va este tipo de examen
médico y le llena de ansiedad la expectativa de que alguien vaya a hurgar en
sus órganos genitales. La realidad es que se trata de una exploración
totalmente inocua y rutinaria. Pero lo importante es saber explicárselo a la
adolescente y para ello los padres han de estar bien informados.
¿Cuándo debe hacerse el primer examen ginecológico? La exploración interna
de la vagina, del útero y de los ovarios está indicada en las adolescentes
con historial de coito o sospecha de actividad sexual, y en las que
presentan pérdidas vaginales, dolor en la pelvis, dismenorrea grave o
sangrado menstrual excesivo. Si no existe ninguna de estas indicaciones, el
primer examen rutinario debe hacerse entre los 18 y 21 años de edad.
Muchas adolescentes (y sus familias) temen el examen ginecológico por miedo
a "perder la virginidad" (temor ése que, a veces, impide también el uso del
tampón durante las reglas). Obviamente, las pacientes no pierden el virgo,
porque el himen es elástico y el profesional utiliza finos y delicados
instrumentos (como, por ejemplo, los espéculos virginales). A todo esto, hay
que tener en cuenta que hay niñas que nacen sin himen o con himen parcial, o
con variadas formas (semilunar, anular, dentado, en herradura, etc.), y que
aquél puede haberse roto por un traumatismo en el bajo vientre o un
ejercicio excesivamente violento, o, claro está, por un coito que se
mantiene en secreto. Se comprenderá, pues, que con tantas posibilidades a
menudo es difícil para el médico asegurar con total certeza si una chica es
virgen o ha tenido relaciones sexuales completas.
Es muy conveniente que la adolescente conozca de antemano cómo va a ser la
exploración que le van a practicar. Se le explicará que tendrá que acostarse
en una camilla ginecológica, con sus rodillas separadas y sus pies en unos
estribos. Si el médico es varón, estará presente, habitualmente, una
enfermera. El profesional usará guantes de látex y primero examinará los
genitales externos. A continuación colocará con suavidad un instrumento de
plástico o metal en la vagina: el famoso espéculo. Éste se abre lentamente
como el pico de un pato, para permitir la visualización de las paredes
vaginales y el cuello del útero. El médico procede entonces a la toma de
muestras con un fino instrumento llamado hisopo, que no produce dolor
alguno. El material de las muestras es enviado al laboratorio para descartar
infecciones (por ejemplo, gonorrea) y realizar la prueba rutinaria de
Papanicolau para la detección precoz de células cancerosas o precancerosas.
Después de quitar el espéculo de la vagina, el médico colocará uno o dos
dedos enguantados en la vagina y apoyará la otra mano sobre el abdomen, para
poder palpar el tamaño y consistencia del útero y los ovarios. Algunos
médicos completan el examen ginecológico con una exploración del recto,
introduciendo un dedo enguantado por el ano, para sentir la cara posterior
del útero. Ocasionalmente hay niñas que se oponen a la exploración interna
vaginal pero aceptan el examen rectal, y en caso de ser delgadas con esta
exploración es suficiente.
Muchas adolescentes y adultas sienten vergüenza o temen el dolor.
Habitualmente la anticipación del hecho es peor que la realidad, ya que si
bien la posición es incómoda, el examen no duele. Algunas adolescentes
necesitan ver y saber lo que está pasando durante la exploración, y esto
puede lograrse colocándolas en posición semisentada y mediante el uso de un
espejo.
La adolescente sexualmente activa debe someterse a una exploración
ginecológica dos veces por año como mínimo, especialmente si hay cambio de
pareja, para que el profesional pueda tomar muestras y practicar los
análisis pertinentes. En caso de que la chica presente algún síntoma que se
aparte de la normalidad, debe acudir más a menudo al médico.
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