|
Mamuts
en el siglo XXI
El
mamut cuyos restos se encontraron en Berezovka proporcionó a los hombres de
ciencia un material de trabajo muy rico. Un detalle muy curioso: la hierba y
las flores que se hallaron en la boca de la criatura indicaban que había
sufrido una muerte repentina... ¿Cuál?
La
autopsia proporcionó la respuesta, y el doctor Herz, jefe de la expedición,
pensaba que muchos otros mamuts pudieran haber muerto del mismo modo. Un
análisis riguroso del contenido del estómago del animal mostró que contenía
hierbas, musgos y líquenes de varias clases, además de ramas verdes de
árboles de la tundra, como abetos y pinos. La presencia de algunas semillas
indicaba que la muerte se había producido en otoño. Los ranúnculos sin
masticar indicaban que el mamut debió de encontrarse con un desastre súbito.
Según lo descubierto por el geólogo, todos los detalles indican que el mamut
debía estar pastando cuando pisó hielo demasiado delgado y cayó en el
profundo barranco, rompiéndose una pata y la pelvis. Al debatirse en el
suelo hizo caer toneladas de nieve y fango semicongelado de los lados del
barranco, y se asfixió. Un hecho interesante es que alguna parte del cuerpo
se había transformado en adipocira (mecanismo que consiste en un
endurecimiento de la grasa corporal semilíquida, que se convierte en una
especie de sebo casi permanente). Esto ocurre cuando un cuerpo -humano o
animal- ha estado sumergido en agua o enterrado en un lugar húmedo.

Cuerpo
perfectamente conservado de una cría de Mamut, fue hallado en Siberia el
verano de 1977.
Desde
entonces se han encontrado algunos cadáveres parcialmente preservados en el
cinturón de permafrost. En 1948, por ejemplo, una excavaciones que empleaban
una manguera de alta presión, en Alaska, pusieron al descubierto la cabeza y
los cuartos delanteros de una cría de mamut, mientras un ejemplar aún mejor
que el de Berezovka salió a la luz en la misma zona -Yakutsk- en el
transcurso de unos trabajos de obras públicas en el verano de 1977. Era un
animal de seis meses y como su trompa estaba intacta, los investigadores
observaron por primera vez los dos "dedos" de la punta de la trompa, al
parecer necesarios para levantar objetos pequeños, a la manera de los
elefantes modernos, aunque el "dedo" inferior del mamut también actuaba como
solapa, para proteger los orificios nasales.
El
mamut de 1977 había muerto igual que el de 1900 y, como señalaba Hertz,
debía ser un tipo de muerte corriente para esas bestias tan voluminosas. Los
escépticos arguyen, sin embargo, que seguramente no todos los mamuts
perecieron de ese modo. La escuela catastrofista sostiene que fue un
desastre colosal lo que causó un cambio brusco de temperatura y heló los
desiertos siberianos, privando de su comida a los mamuts. La teoría fue dada
a conocer a principios del siglo XIX por el naturalista francés Georges
Cuvier, considerado el padre de la paleontología moderna. Pero en general la
ciencia moderna no acepta el catastrofismo. Una objeción es que Cuvier basó
sus hipótesis en una interpretación errónea de las "lagunas" de millones de
años entre los fósiles encontrados en un estrato de rocas y los que se
encontraban en el adyacente. El estado de los conocimientos geológicos en su
tiempo era tal, que los hombres de ciencia no se habían dado cuenta de que
las erupciones volcánicas y otros movimientos en la superficie de la Tierra
podían mezclar los estratos de forma confusa. En cualquier caso, no hay
lagunas en los registros fósiles de Siberia desde la desaparición del mamut.
Ni, como demostró Hertz, ha cambiado mucho la vegetación desde que el
ejemplar de Berezovka murió comiendo ranúnculos.
La
explicación más razonable de la extinción de las grandes manadas no se
encuentra en un súbito cambio de temperaturas, sino en una serie de
inviernos muy duros. Los mamuts eran animales migratorios que se desplazaban
lentamente hacia el sur en invierno, y volvían al norte en verano. Sus
extraños colmillos curvados hacia adentro les servían probablemente para
raspar la superficie de la nieve y dejar a la vista la hierba y los líquenes
que había de bajo. Ciertamente, los animales podían vivir bajo un frío
extremo, con su espeso pelaje, sus orejas pequeñas y sus jorobas de grasa
que, como las del camello, almacenaban energía. Pero quizá un exceso de frío
les impidió en un momento dado rascar el suelo a la profundidad suficiente
para encontrar alimento. Si esas condiciones se repitieron durante decenas o
cientos de años, era lógico que las manadas disminuyeran e incluso
desaparecieran.

Los
restos del mamut hallado estaban tan bien conservados que sus dedos extremos
estaban completos.
Algunos hechos respaldan esta idea. Robert Belí, en el boletín de la
Sociedad Geológica de América, proporcionó en 1898 pruebas para esa teoría,
relatando un hecho ocurrido en la isla de Akpatok, en la bahía de Ungava
(Canadá). Esta gran isla siempre había estado llena de renos, pero un
invierno en que la nieve era más profunda de lo habitual, llovió (un
acontecimiento casi sin precedentes) y se formó una capa de hielo sobre el
terreno y sobre la nieve, impidiendo así que los renos obtuvieran alimento.
La consecuencia fue que murieron todos, y la isla nunca volvió a poblarse.
Si esa gran manada hubiese sido la única de la especie, los renos se habrían
extinguido.
Belí
también mencionaba el gran número de huesos de mamut hallados en la costa
siberiana, particularmente en la desembocadura de ríos como el Liena.
Señalaba que en su juventud, antes de que los búfalos fueran casi
exterminados por los cazadores, grandes manadas se ahogaban cuando
intentaban cruzar ríos helados y el hielo no era suficientemente grueso para
soportar su peso. Y el mamut era mucho más pesado que el búfalo.
Todas
estas teorías -además de otra, menos convincente, según la cual el hombre
prehistórico cazó mamuts hasta provocar su extinción- pueden tener alguna
relación con la desaparición del mamut lanudo. Pero subsiste una inquietante
posibilidad; quizás estos animales no se hayan extinguido.
El
gran bosque de Siberia, la taiga, se extiende por 7.770.000 km2, y,
exceptuando algunos cazadores nómadas primitivos, está deshabitado. En 1581
Ermak Timofeyevich, capitán de una banda de cosacos enviados a Siberia
cuando Rusia comenzó a conquistar ese territorio, informó que una de las
primeras cosas que él y sus hombres vieron después de cruzar los Urales fue
"un gran elefante peludo". Los nativos no se sorprendieron, y le
dijeron que solían designarlos con un nombre que significaba "montaña de
carne". Esto sucedió un siglo antes de que el diplomático y explorador
Evert Ysbrandt Ides sugiriera que el mamontova-kosty provenía de un animal
parecido al elefante.
Pero
un respetado diplomático francés llamado Gallon hizo un relato mucho más
impresionante en 1920. Gallon estaba destinado en Siberia en esa época, y se
puso a conversar con un campesino ruso, un cazador que había pasado cuatro
años en la taiga persiguiendo osos y lobos. Según le contó a Gallon, en su
segundo año encontró una gran huella hundida profundamente en el lodo. Debía
tener 60 cm de largo y 45 de ancho... no era redonda, sino ovalada. Había
cuatro rastros, los rastros de cuatro patas, las dos primeras a unos 4 m de
las segundas y el segundo par era un poco más grande. Entonces el rastro
torció bruscamente hacia el este, penetrando en un bosque de olmos medianos.
En el punto en que entraba vi un gran montón de estiércol; lo observé y vi
que estaba compuesto de materias vegetales. A unos 3 m de altura, justo
donde el animal había entrado en el bosque, vi una hilera de ramas rotas.

Reconstrucción de un Mamut Lanudo, similar a los que avistaron varios
cazadores en la taiga rusa.
El
cazador siguió el rastro y, unos días después, descubrió que se le había
unido otro, igual al primero.
Tenía el viento de frente, lo que era bueno para acercarme a ellos sin que
supieran que estaba allí. De pronto, vi claramente a uno de los animales y
debo admitir que sentí mucho miedo. Se había detenido junto a unos árboles
jóvenes. Era un enorme elefante con grandes colmillos blancos, muy curvados;
por lo que vi era de color castaño oscuro. Tenía pelo largo en las ancas y
más corto delante. Le diré que no conocía la existencia de elefantes tan
grandes... el segundo animal estaba cerca; sólo lo vi unos momentos, entre
los árboles. Parecía del mismo tamaño.
El
fusil del cazador, adecuado para cazar osos, no era del calibre suficiente
para disparar contra esos monstruos. Se alejó cautelosamente y volvió a sus
cuarteles de invierno, aterrorizado por lo que había visto.
"Esa
-terminaba diciendo el informe de Gallon- fue la historia de este hombre,
demasiado ignorante para saber que había visto a dos mamuts. Y cuando
le dije su nombre no dio señales de haberlo entendido."
Sólo
considerando el hecho de que ningún hombre de ciencia ha dado una
explicación totalmente satisfactoria de las razones de la extinción del
mamut lanudo, que su dieta habitual, como reveló el estómago del mamut de
Berezovka, todavía florece en Siberia, y tomando en cuenta el testimonio de
Gallon, existen posibilidades reales de que unos pocos de estos
gigantes lanudos sigan pastando en los enormes y casi inexplorados bosques
de Siberia.
Pero
a esas razones hay que añadir otro tipo de evidencias, mucho más próximas a
nosotros: el 28 de octubre de 1981, los titulares de los periódicos más
informados anunciaban: "Mamuts vivos, vistos en Yakutia (Siberia)." Al
parecer, un grupo de cazadores habían avistado a unos 300 m de distancia una
manada de mamuts vivos; según fuentes militares soviéticas, habían aportado
como prueba moldes de huellas. A partir de aquel momento, la Academia de
Ciencias de la URSS tomaba cartas en el asunto; tal vez dentro de poco todos
podamos admirar fotografías, o incluso ejemplares vivos, de este mítico
animal. |
|