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Naturaleza de las
cosas.
A medida que vamos creciendo, damos por sentado no sólo el mundo exterior
y el hecho de vivir, sino también el individuo que vive. Nos convertimos
en nuestro propio hábito y dejamos de hacernos preguntas sobre nosotros,
nuestros orígenes, nuestro destino y sobre el mismísimo y enigmático hecho
de existir. La finalidad del siguiente ejercicio consiste en ayudar a los
niños no sólo a mantener viva su capacidad de asombro sobre sí mismos,
sino también a que, si lo desean, puedan penetrar más en la exploración de
esa capacidad.
Este ejercicio continúa y amplía el tema filosófico de los ejercicios
anteriores, introduciendo el concepto de cosas que dejan de ser cosas.
Constituye un valioso complemento de la meditación formal, ya que,
nuevamente, conduce a los niños hasta la profunda naturaleza de las
"cosas". La meditación ayuda a la mente a penetrar en su propia naturaleza
y en la experiencia global de lo viviente. Si no queremos pasar por el
mundo como unos simples extraños, sin asomarnos jamás por debajo de la
superficie de las cosas, tenemos que escapar de la forma restringida y
estereotipada de observar y entender todo lo que nos rodea. Los niños
experimentan la vida con una frescura y un sentido de novedad que trae
consigo el misterio, la excitación y un sinfín de ilimitadas
posibilidades. Si les podemos ayudar a conservar esa frescura, en lugar de
marchitarla con la noción de que las cosas no son sino lo que parecen, y
que sólo existe una forma "correcta" de mirar el mundo, entonces seguirán
teniendo acceso a la riqueza y originalidad de pensar que, debajo de todo
eso, subyace una fértil creatividad, y que la curiosidad y la excitación
es fundamental para gozar y disfrutar de la vida. |
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