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Los “nudos de amor”
Dichos nódulos se situaban en el punto de encuentro entre el meridiano y el
paralelo y se les denominaba “nudos de amor”, porque eran portadores de una
energía cuya carga transmitía su fuerza en todo el cosmos. Estos arabescos
intercalados estuvieron presentes también en el arte gótico y el gran
arquitecto Villard De Honecourt, considerado como modelo de Maestro Albañil
por la masonería francesa, conservó en sus cuadernos muchos apuntes que
revelaban este particular interés.
Es posible que Leonardo da Vinci se inspirara también en su obra, en la cual
destaca la precisión en el dibujo de vegetales, fósiles y animales. De
hecho, a pesar de no practicar la alquimia formalmente éste hizo
afirmaciones que podrían ser interpretadas en ese sentido. Por ejemplo, en
sus Cuadernos sostiene que “la levedad nace de la pesadez”.
Desde una perspectiva científica, eso significa que es preciso ser
consciente del juego de los pesos y de la variedad de las formas. Desde un
punto de vista alquímico evoca la alegoría por la cual la parte volátil, se
origina a partir de lo terrestre y pesado. En otras palabras, la levedad del
Albedo nace de la pesadez del Nigredo (como el espíritu es creado por la
materia y como la vida nace de la muerte). Además, la alquimia siempre ha
sido una especie de metáfora de la naturaleza y del arte. El conjunto de sus
procedimientos recibe el nombre de Arte Regia, y no es casual que Leonardo
afirmase: “por lo tanto, la pintura hay que anteponerla a todas las
operaciones, porque contiene todas las formas que están y también aquellas
que no están en la naturaleza”.
Esto implica un concepto alquímico de la pintura como Arte Regia o, como
también afirmó Leonardo, «poesía muda» que incluye a todas las otras artes.
Este tema fue abordado también en su incompleta Adoración de los magos y en
La Virgen de las rocas, en las cuales la infancia de Cristo fue considerada
como la regeneración de la naturaleza: desde la oscuridad de la gruta hasta
llegar a la clara fluidez de las aguas… del Nigredo al Albedo. Y “como es
arriba también es abajo”, ¡para la realización de un prodigio único! |
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