|
EL PAVO REAL QUEJÁNDOSE A JUNO.
-No me quejo, no murmuro, diosa, sin motivo -decía el pavo real a Juno-. El
canto que me has dado, desagrada a la Naturaleza toda; en cambio, el
ruiseñor, insignificante pajarillo, lanza dulces y vibrantes sonidos; él por
sí solo es el encanto de la primavera.
Irritada Juno, respondió al instante:
-¡Pájaro envidioso, debes callarte! ¿Puedes envidiar la voz del ruiseñor?
Alrededor del cuello luces un arco iris de cien tonos de seda, y desplegando
ante nuestros ojos una cola que parece la vitrina de un joyero, presumes
orgulloso. ¿Cuál otra ave bajo el cielo, como tú, está hecha para agradar?
Ningún animal tiene todas las virtudes: dimos a unos la fuerza y el tamaño;
el halcón es veloz, y el águila valiente; el curevo tiene sus garras, y la
corneja advierte las desgracias futuras. Todos viven contentos con su
suerte. ¡Cesa ya tus lamentos, o, para castigarte, te quitaré las plumas! |
|