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PROBLEMAS LABORALES EN EL TRABAJO CON MUJERES DE DISTINTAS ETNIAS
Una y otra vez se repite el hecho de que las mujeres de otras etnias reciban
los salarios más bajos de todos los grupos de raza y género. Por tanto, los
problemas laborales de estas mujeres se asemejan de diversos modos a los de
las mujeres blancas: igualdad de salarios, acceso a las opciones de permiso
para cuidar a los hijos y por maternidad y acoso sexual, pero a ello se le
añade el acoso racial.
Los papeles asignados a los géneros varían según el grupo étnico que se
considere. En consecuencia, el trabajo fuera del hogar parecerá mejor en
ciertos grupos (afronorteamericanos) que en otros (hispanos).
Respecto al trabajo remunerado y la salud mental, debemos recordar que hay
dos teorías opuestas: la hipótesis de la escasez y la del refuerzo. La
primera sostiene que la multiplicidad de papeles (trabajadora, madre,
esposa) constituye una fuente de estrés para la mujer, mientras la segunda
afirma que, en realidad, la multiplicidad de papeles es beneficiosa para la
salud mental. No obstante, el cuadro es complejo, sobre todo teniendo en
cuenta que intervienen otros aspectos distintos de la multiplicidad de
papeles: la actitud de la mujer con respecto al trabajo fuera de casa, el
carácter más o menos estimulante del ambiente laboral y el hecho de que la
mujer conviva con un varón o no. En el caso de las mujeres de distintas
etnias, ¿ocurre lo mismo?
El hecho de tener un trabajo no está relacionado, de por sí, con la
depresión. No obstante, las mujeres hispanas empleadas, cuyos maridos les
ayudan en las tareas domésticas y que manifiestan niveles más elevados de
satisfacción conyugal muestran niveles inferiores de depresión que los demás
grupos. Más aún, entre las mujeres empleadas, quienes desarrollan trabajos
de mayor nivel manifiestan menos depresiones que aquellas cuyos trabajos son
menos prestigiosos. Estas pautas son muy similares a las que descubrimos
entre las anglosajonas.
De los efectos sobre la salud mental y física de los tres papeles (madre,
esposa y trabajadora) que desempeñan las mujeres de distintas etnias, sólo
el empleo muestra una influencia significativa en el bienestar. Tanto entre
las mujeres de mediana edad como entre las ancianas, las que estan empleadas
tienen una autoestima mayor y mejor salud. La cantidad total de papeles
desempeñados no contribuía al bienestar; más bien, un rol concreto (el
empleo) o un conjunto de ellos (empleo y matrimonio) refuerzan el bienestar
mental y físico.
El bienestar laboral, familiar y psicológico de las profesionales hispanas
dependen del apoyo recibido. El apoyo recibido del esposo y el carácter
étnico del mismo aparecen significativamente relacionados con el estrés, en
cuanto al equilibrio entre los papeles laboral y familiar. Las mujeres
cubanas (en comparación con las norteamericanas de origen mejicano) y las
mujeres casadas con hombres no hispanos experimentan menos estrés. De nuevo,
hallamos pruebas de las variaciones subculturales. Por supuesto, quienes
cuentan con maridos que las apoyan manifiestan menos estrés. Además, es más
probable que quienes dicen padecer menos estrés tengan compañeros de trabajo
más dispuestos a ayudarlas y no experimentaran discriminaciones laborales.
Una vez más, el ambiente de trabajo es crítico cuando analizamos los efectos
de la actividad laboral en la salud mental de las mujeres.
El trabajo fuera de casa no es lesivo para la salud mental o física de las
mujeres. En todos los grupos étnicos estudiados, el trabajo refuerza el
bienestar de la mujer. En esta cuestión influyen factores más complejos que
el simple empleo. Entre ellos están la satisfacción en el matrimonio, las
propias actitudes con respecto al trabajo, la calidad del ambiente laboral y
los apoyos sociales presentes en él y el prestigio de la actividad. |
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