|
PROBLEMAS DE
PESO
"¡Oh, Dios mío, qué gorda estoy!", exclama la jovencita de 16 años al
abrocharse los jeans. La chica en cuestión mide 1,60 y pesa 49 kilos. No es
obesa, ni siquiera tiene sobrepeso. Pero su exclamación es todo un mensaje:
representa la ansiedad y la confusión que experimentan los adolescentes en
relación con sus cambios de peso corporal.
La joven ha de saber que hacia el final de la adolescencia pasa por una
etapa, completamente normal, de rápida acumulación de tejido graso que se
distribuye en los pechos, abdomen, cadera y nalgas, todo lo cual viene
predeterminado por el papel reproductor biológico que le corresponde.
Asimismo, esta situación ha estado precedida, en ambos sexos, por la "grasa
de cachorro" que precede al estirón puberal y que fue una experiencia que se
acostumbra a recordar con desagrado. En el fondo, los adolescentes deben
confiar en su propio cuerpo que sigue un mensaje genético que debe
respetarse. Lo cual es muy difícil si se sienten amenazados por el fantasma
de la obesidad, en este momento inexistente, pero que creen no tardará en
presentarse en toda su magnitud. Es, pues, importante que entiendan qué es
en realidad la obesidad.
De entrada debe saberse que el diagnóstico de obesidad no ha de establecerse
únicamente con la báscula, dado que un peso elevado puede ser resultado de
una constitución muscular y ósea importante. Empecemos por la definición de
obesidad, que es de por sí compleja. Durante muchos años se ha determinado
que la persona que tiene más del 20 % de su peso ideal (en consonancia con
su altura) es obesa; mientras que la que se encuentra entre el 10 y el 20 %
por encima de su peso ideal sufre de sobrepeso. Así, cuando una persona
supera el 100 % de su peso ideal se dice que padece una obesidad mórbida,
que es una
afección grave.
El concepto de peso ideal tiene su origen en tablas, basadas en datos
poblacionales, de las cuales existe una gran variedad. No obstante, dichas
tablas ofrecen sus limitaciones porque, a menudo, no tienen en cuenta el
tipo de constitución corporal, ni el estadio de maduración sexual de la
persona objeto de estudio. Por estas razones, las tablas no deben ser
interpretadas de manera rígida, sino que sólo deben tomarse como guías
orientativas. La composición corporal de cada persona es más adecuada como
punto de partida para evaluar la obesidad. Se considera, en términos
generales, que el adolescente varón con más del 25 % de tejido graso y la
chica con más del 30 % de tejido graso son obesos. Lo importante también es
la distribución de la grasa, que se determina midiendo la cintura y la
cadera (habiéndose demostrado que hay riesgos de problemas cardíacos cuando
la relación cintura/cadera sobrepasa 1,0 en el varón y 0,8 en la mujer, a
nivel de indicadores médicos).
Es bien conocido el grado de insatisfacción que las adolescentes
experimentan con el peso y su propia figura (propiciado por el hedonismo, el
culto al cuerpo y la entronización de la delgadez, que se están convirtiendo
en valores socioculturales predominantes, amplificados continuamente por los
medios de comunicación). Se dice, incluso, que existe una auténtica
confrontación entre cultura y biología: el deseo de delgadez de los
adolescentes les lleva a no gustarse a sí mismos.
Precisamente el control del peso es una de las más grandes preocupaciones,
siendo mayor en las chicas que en los chicos. Según estudios, las dos
terceras partes de las adolescentes están preocupadas por el peso y la
dieta, en comparación con un 15 % de los chicos. En el grupo de las chicas,
aproximadamente la mitad de ellas no están tampoco satisfechas con su
figura.
Es de advertir la enorme confusión que existe entre la población femenina en
temas relacionados con el peso. En un estudio realizado en nutrición se
demostró que en el grupo de chicas que se veían con sobrepeso, alrededor de
un tercio presentaban un peso normal y algunas incluso tenían un peso
insuficiente. De ello se deduce que existe en general una percepción
incorrecta del adolescente acerca de cuál es en realidad el peso adecuado
para su talla y edad. |
|