|
QUÉ SIGNIFICA LA APARICIÓN DE UNA ETS EN LA VIDA DE UN ADOLESCENTE
Para algunos
adolescentes adquirir una ETS equivale a un accidente. La resultante de un
error de juicio, de inmadurez o de falta de habilidad. Representará, en ese
caso, un episodio aislado traumático, en una vida sin problemas. Para otros
será "la punta del iceberg", uno de los múltiples episodios de ETS, y se
dará en el contexto de otras conductas problemáticas, como alta consumición
de alcohol, tabaquismo, uso de drogas, promiscuidad sexual, embarazo
adolescente, aborto, huida del hogar, etc. No se trataría, pues, de una
coincidencia sino de una confirmación del gran número de adolescentes
envueltos en conductas autodestructivas y antisociales, evidenciando un
efecto de potenciación en las dificultades de dichos jóvenes. En el
escenario más siniestro, la ETS puede ocurrir en circunstancias de abuso
sexual, explotación y prostitución infantil.
Los profesionales con
experiencia pueden apreciar los factores subyacentes a una "simple ETS".
Así, se aprende a diferenciar la expresión inicial de los sentimientos
juveniles eróticos y románticos, de la emergencia de la promiscuidad, la
violencia, las actividades de pandilla y la pérdida de control de los
impulsos. El conocimiento de la historia del desarrollo infantil puede ser
de gran valor. Determinantes importantes de la conducta sexual presente son
las dificultades tempranas en el control de los impulsos, que se dan a
menudo en presencia de la sobreestimulación, preocupaciones con necesidades
de dependencia, un sistema de valores defectuoso, y el proceso mental
conocido por repetición compulsiva. Si al niño de 3 a 6 años se le expone a
la sexualidad abierta, la violencia y la indulgencia de los apetitos, esos
estilos se harán parte de la persona. Cuando las costumbres del medio
ambiente en cualquier nivel de la sociedad incluyen la tolerancia al escaso
control de las necesidades internas, el niño poseerá un modelo para usar
cuando sus propias necesidades, incluyendo la sexual, se hagan más fuertes
durante la adolescencia.
Cuando a todo esto se
suma el proceso de separación (natural) de la familia que deja al
adolescente con necesidades de dependencia no satisfechas, se ha propiciado
el momento para que la actividad sexual se transforme en una manera
prioritaria de establecer relaciones, con la esperanza de que otro se ocupe
de uno. Por desgracia, esto no funcionará, porque quien se siente privado de
cariño y falto de afecto, poco puede dar... Es más, cierto número de
adolescentes que han sido expuestos a una sobreestimulación sexual durante
su niñez (a veces incluso han sido seducidos), presionarán a otros
adolescentes para iniciar una actividad sexual para la que no están
preparados. Actuarán así porque estarán impulsados como por un motor interno
queles hace repetir en otros, cuando pueden, lo que ellos experimentaron en
el pasado. Incluso algunos de ellos podrán deteriorarse más y hacer un
retroceso mayor, especialmente si dependen del alcohol y las drogas, y en
medio de su vulnerabilidad, poco a poco van pasando a intercambiar
relaciones sexuales a cambio de favores, regalos, drogas o dinero.
Hay una gran variedad
de reacciones adolescentes. Las preocupaciones, los miedos y las ansiedades
que provoca el diagnóstico de ETS suelen estar relacionados con la etapa de
desarrollo por la que está pasando el adolescente. Así, durante la
adolescencia temprana, los jóvenes estarán obsesionados por sus cambios
corporales y mostrarán temor por el daño genital que han sufrido. En el
transcurso de la adolescencia media, envueltos en las batallas de autonomía
e independencia, estarán extremadamente alterados anticipando la posible
reacción de los padres (en caso de que se enterasen), mientras que durante
la adolescencia tardía, cuando hay conciencia más clara del futuro y una
nueva capacidad para intimar, habrá gran angustia con respecto a la
posibilidad de infertilidad, así como a la potencial reacción del compañero.
A todo esto habrá que
sumar la organización de la personalidad y el estilo de adaptación de cada
adolescente. Un adolescente miedoso y ansioso puede desarrollar una "fobia
venérea"; un paciente, impulsivo puede llegar a agredir a la persona que "le
pasó" la ETS; un adolescente deprimido y con escasa autoestima puede ver en
la infección la confirmación de que es una persona "sucia" y sin valor, y
puede llegar incluso a tener ideas suicidas; otros pueden adoptar una
actitud "contrafóbica" y, riéndose, manifestar con orgullo que "sufrieron
una herida en la batalla del amor". Compréndase, pues, que para que los
adolescentes comiencen a escucharnos debemos primero nosotros aprender a
escucharlos a ellos. |
|