El
racismo
En el
mundo que habitamos existen diversos grupos sociales diferenciados entre sí por
su ubicación geográfica, raza, progreso tecnológico y desarrollo económico.
Algunos grupos son parecidos mientras que otros son muy distintos, ya no sólo en
su esfera cultural y humana, sino incluso en sus caracteres físicos y lenguajes.
Son las múltiples razas en que se divide la especie humana.
El ser
humano como ser social tiende a agruparse, y lo hará en principio con aquellos
otros individuos más afines a él. Adoptará, bien por educación recibida desde la
infancia (temperamento autóctono) o por autoconvencimiento adaptativo
(temperamento inmigrante), la ideología y costumbres del grupo en el que vive.
En
general el grupo trata de dejar clara su identidad con respecto a los otros,
estableciendo modas, uniformes, banderas, colores y demás distintivos que
atribuyen al individuo su pertenencia a un grupo y no a otro.
La
diferencia de razas en el género humano con sus características físicas (color
de piel, rasgos faciales, estatura, etcétera) configurará de una forma natural
una serie de distintivos grupales indelebles.
Las
grandes emigraciones, así como la expansión sociocultural y avance tecnológico
de algunas sociedades con respecto a otras, han hecho borrar y reconstruir sus
diferentes linderos geográficos a lo largo de la historia. De este modo quedaron
subgrupos incluidos dentro de grupos mayoritarios. Subgrupos que adoptan toda la
ideología y costumbres del grupo superior, pero que mantienen imborrables sus
distintivos raciales como signo indicativo de su origen.
Cuando
una sociedad así constituida mantiene un equilibrio y la suficiente riqueza para
abastecer a todos sus individuos, los subgrupos pueden coexistir en paz y
armonía. Pero cuando hay escasez, competencia y tensiones internas,
habitualmente grupo y subgrupos se enfrentan entre sí. Generalmente la minoría
es rechazada como intrusa o parásita por la mayoría. Se recrudece el instinto de
defensa: «primero yo y los míos» y a todo el que es diferente se lo cataloga de
extraño y enemigo. No es raro que, entonces, se tambaleen los derechos del
subgrupo con el peligro del exterminio o la expulsión.
Pero no
es preciso llegar al estado de guerra civil para que aparezcan los choques
raciales. Las altas concentraciones de población y, sobre todo, el tumultuoso
agrupamiento en las grandes urbes hacen surgir de igual forma los problemas de
competencia por el espacio y los recursos, con el consecuente conflicto entre
subgrupos. Es el racismo como secuela instintiva, que se puede definir como
aquella doctrina ideológica que exalta los derechos y méritos de una determinada
raza con menosprecio de los correspondientes a otras.
Cuando la
mecha del racismo está prendida es difícil de apagar en una sociedad, pudiendo
llegar a provocar temibles tumultos, revoluciones y persecuciones. Sobre todo
porque suelen aparecer razonamientos fundamentados en un falso silogismo: por
ejemplo, alguien ve cómo un individuo de otra raza comete un delito dentro de su
sociedad. Inmediatamente piensa: «Ese sujeto de esa raza es un delincuente,
luego hay que protegerse de los que son como él de dicha raza.» Acto seguido
tiene lugar una discriminación y es muy probable que se achaquen al subgrupo
todos los posibles delitos ulteriores. La minoría, injustamente acusada,
reaccionará defensivamente, incluso con violencia si es agredida. Ello refuerza
el primer razonamiento: «No sólo son delincuentes, sino además violentos y
peligrosos, luego deben ser expulsados o exterminados.» Parece absurdo y
ridículo, pero desgraciadamente este razonamiento refleja una manera real de
pensar dentro de la sociedad. Si el primer delincuente sorprendido, en lugar de
pertenecer a la minoría (subgrupo), hubiera sido un delincuente de la mayoría,
el hecho hubiera sido catalogado como un delito más de los que habitualmente
ocurren en toda sociedad y sin ninguna consecuencia discriminatoria.
El
racismo lleva a un círculo vicioso de autoalimentación sin posible fin: un
individuo no es igual que los demás. Por ello se le margina. Con la marginación
carece de las mismas oportunidades que los demás. Entonces difícilmente llega a
ser igual a ellos. Y como no es igual, se le margina.
El pasado
y presente históricos dejan ver los efectos del racismo sin visos de solución,
pues en casi todos los países existen minorías étnicas más o menos discriminadas
y en continua lucha por la igualdad.