CAMBIOS CONTINUOS DE
PAREJA. LA PROMISCUIDAD
Si nuestro hijo/a tiene
muchos novios/as (a la vez o de forma continuada), ¿eso quiere decir que
está incapacitado para amar?, ¿subyace en él un trastorno psico-afectivo?
Vayamos por partes. No
es lo mismo ir cambiando de novias/os que compartirlas/os. Una cosa es ser
un caradura, egoísta e irrespetuoso y otra ser un inconstante, «un pica
flor». En todo caso, que sea un «don Juan» (o su paralelo femenino) nos
muestra una marcada inmadurez.
Hay que transmitirle que
el amor es fundamental, que conlleva no sólo pasión, sino tiempo, futuro,
respeto, intercambio afectivo. Pero estamos hablando de amor que conlleva
compromiso.
Es cierto que los niños,
para conocer y conocerse, contactan con otros/as muchos, pero eso es cuando
son pequeños.
Cambiar de novio/a puede
significar por parte del adolescente una búsqueda hasta encontrar a la
persona más adecuada con quien establecer una relación satisfactoria.
También conlleva saber soportar las separaciones. Lo más probable es que más
tarde demuestre su salud mental vinculándose afectivamente de forma
continuada, de no ser así habría que abordarle, en un diálogo sincero, para
hacer que se cuestione su manera de enfocar las relaciones.
Cuando se tienen
relaciones sexuales múltiples puede verse alterado el comportamiento
amoroso, y acabar reduciéndolas al simple coito, con la utilización puntual
del otro. Esto, a veces, puede ser consecuencia de una depresión,
decepciones o incluso malos tratos infantiles.
Hay que evitar el
«zapping emocional», en ocasiones muy utilitarista, porque hace daño a quien
se «queda enganchado» afectivamente y muestra una incapacidad de implicación
afectiva.
|