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PESADILLAS, TERRORES NOCTUROS, SONAMBULISMO. TRASTORNOS DEL SUEÑO

SONAMBULISMO. Significa deambular dormido. Es frecuente en niños sin ninguna anomalía. La persistencia en la edad adulta tiene generalmente un significado de rasgo disociativo, tal como ocurre en la neurosis de conversión.

Presentan algunos adultos unos episodios que suelen confundirse con el sonambulismo. Consisten en un cierto automatismo, si los despierta por la noche el teléfono o la necesidad de ir al baño; lo resuelven semiinconscientes y no lo recuerdan con claridad al día siguiente.

El episodio típico de sonambulismo (hay varios tipos) pasa por una fase inicial en la que se levanta con los ojos abiertos, estupuroso y realiza algunos actos automáticos simples. En la fase siguiente es capaz de contestar preguntas, aunque no siempre de forma coherente, y realizar actos más complejos, con una finalidad, como sacar algo de un armario y esconderlo en otro sitio. Generalmente tienen amnesia total del episodio de sonambulismo.

Los estudios electroencefalográficos recientes demuestran que los episodios de sonambulismo no ocurren, como parece lógico, durante la actividad cerebral REM, en que se sueña, sino en los períodos de NREM (Estos períodos se describen en el apartado «Trastornos del sueño. Soñar y dormir») en los dos niveles más profundos (III y IV).

PESADILLAS. Las pesadillas forman una experiencia desagradable que carece de significado patológico si no son muy intensas y repetitivas.

Durante el sueño aparecen contenidos oníricos terroríficos o amargos, de persecución, calamidades, tortura o muerte propia o de seres queridos que quizá no ha padecido en la vida real. El sujeto puede moverse o gritar dormido, en una tempestad vegetativa de sudor y palpitaciones.

Personas que han sido víctimas de una violación, secuestro, terremoto o alguna otra vivencia muy traumática, tienden a revivirlas en sueños, con el mismo contenido o su expresión simbólica, con elevada carga de ansiedad.

Las pesadillas son frecuentes en la infancia y con la edad decrece su aparición. Ante la aparición reiterada de pesadillas de contenido variable, debe investigarse la existencia de daño cerebral, del tipo que precede al delirium tremens de los alcohólicos. En cambio, las pesadillas con el mismo tema que se repiten con frecuencia o tras largos intervalos, indican un conflicto intrapsíquico no resuelto. Pueden llegar a ser tan intensas y frecuentes que el sujeto crea un insomnio psicógeno por miedo a quedar dormido y sufrir las pesadillas. La mayoría se alivian con hipnóticos suaves o tranquilizantes, pero a otras personas estas medicaciones les aumentan la propensión a sufrir pesadillas.

TERRORES NOCTURNOS. Los terrores nocturnos aparecen en muchos niños completamente normales y son más raros en la edad adulta. En su forma más característica, el sujeto da un grito de terror, se sienta en la cama con los ojos abiertos, realiza movimientos tempestuosos de defensa mientras continúa quejándose, pidiendo auxilio o gritando. Permanece así unos minutos, sin responder a la ayuda que se le presta, cede al pánico y vuelve a quedar dormido. Al despertar no recuerda nada, ni el contenido de su terror ni el auxilio que se le intentó prestar.

Por su aparatosidad los padres del niño se alarman en las primeras ocasiones, y consultan. No hay motivo de preocupación, es un proceso benigno que en general desaparece con la edad. En adultos, la administración de dosis suaves de antidepresivos o neurolépticos puede provocar la aparición de terrores nocturnos, que en cambio desaparecen con el uso de tranquilizantes al acostarse.

HIPERSOMNIO. La necesidad de horas de sueño en ciertas personas supera en dos o tres a las siete u ocho habituales. Sólo se considera anomalía si existe alteración en la calidad del sueño, o persiste somnolencia durante las horas de vigilia. La somnolencia en esas horas de vigilia puede ser un mecanismo neurótico de rechazo, se «refugian» en permanecer más horas dormidos para no encarar sus problemas. Hay formas de somnolencia accesional, como la picnolepsia con «ataques de sueño» en los que el enfermo se queda de repente dormido durante unos minutos sin poderlo evitar, en medio de cualquier actividad, como conducir una moto, con los consiguientes accidentes.

INSOMNIO. Los adultos duermen entre seis y nueve horas al día, los niños precisan más horas de sueño y los ancianos duermen menos. El insomnio es una disminución llamativa de la duración del sueño.

Muchas enfermedades físicas y mentales se acompañan de insomnio del que hay diversos tipos: ligereza del sueño, tardar en dormirse o despertar temprano, etc. El significado clínico es distinto, y también la repercusión en el sujeto según éste acepte su insomnio o lo convierta en un problema que lo obsesiona. Algunas personas temen sus períodos de insomnio porque despiertos en la cama tienden al pesimismo y a la ansiedad; más que a no dormir temen los estados de ansiedad concomitantes.

Para la valoración subjetiva del insomnio tiene importancia que tras un sueño breve se sientan descansadas y alertas, o por el contrario con sopor y embotamiento que atribuyen a no haber dormido.

El tipo de vida influye en el insomnio, que es mucho más frecuente en el ser humano de ciudad con trabajo sedentario que en el campesino. La tensión emocional por altercados, disgustos o preocupaciones es causa común de insomnio transitorio. Si la tensión emocional se prolonga (ruina, enfermedad de un ser querido, pérdida de empleo, etc.) el insomnio puede cronificarse independizándose de la crisis emocional que lo origina, y persiste cuando ésta ya ha cesado.

Los trastornos psíquicos o emocionales con un nivel de tensión o ansiedad similar al de las circunstancias que hemos mencionado provocan el mismo tipo de insomnio, por ejemplo, en las neurosis de ansiedad, en las depresiones, en ciertas formas clínicas de esquizofrenia, en síndromes postraumáticos cerebrales, etc. La mayoría de los insomnios se acompañan de ansiedad, nerviosismo, colorido depresivo del ánimo, apatía y astenia (cansancio). Una excepción es el insomnio de los maníacos, que despiertan de madrugada optimistas y desbordantes de vitalidad.

El insomnio debido a trastornos respiratorios de vías altas e hipoventilación alveolar se acompaña de somnolencia durante el día. Un tipo de insomnio pertinaz y de difícil tratamiento es el provocado tras la administración prolongada de hipnóticos a los que el sujeto se habitúa y sin los que ya no puede dormir, y precisa dosis cada vez mayores. Hay hipnóticos de acción rápida y breve indicados en los insomnios con retardo en quedar dormido, y los de acción lenta son más apropiados en los insomnios de despertar temprano. Con ambos deben extremarse las precauciones para no caer en una habituación.

Los tranquilizantes tienen menos riesgo de producir dependencia, y en las formas de insomnio debidas a un alto nivel de ansiedad pueden resultar eficaces. En ningún caso se deben administrar hipnóticos a insomnes que toman excesiva cantidad de café, té, o cualquier otro estimulante.

 

 

 

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