|
LA
VALENTÍA
Sin miedo no existe valor ni cobardía. La diferencia de una conducta
valerosa o valiente de una actitud cobarde depende de un adecuado manejo del
miedo.
El valor personal es una condición, un estado anímico, una forma de ser que
nos impulsa a emprender conductas o acciones que involucran riesgos en
nuestra seguridad, a pesar del miedo que tengamos. Es afrontar situaciones
de peligro con entereza sin dejarnos atemorizar ante una amenaza.
Sentir miedo no es ser cobarde. Es un mecanismo de defensa que nos permite
la supervivencia. Si no sintiéramos miedo no percibiríamos el peligro. Ante
una circunstancia que nos coloque en inseguridad o alarma, se generarán
descargas químicas de adrenocorticoides como la adrenalina en nuestro
organismo que prepararán a nuestra mente y cuerpo, bien sea para recibir un
impacto, huir del ataque, o con el objeto de enfrentar lo que nos amenace.
Uno no busca sentir miedo pero las contingencias de la vida nos lo presenta,
por lo que debemos estar preparados. En esos momentos, ser valiente es
impedir que el miedo y las emociones nos controlen y paralicen. Es usar la
racionalidad para buscar la mejor alternativa a efecto de salir airosos del
trance, a pesar de los apuros que pasemos.
Mientras estemos bajo el miedo, no habrá mayores diferencias entre ser
cobardes o valientes, todo dependerá de la respuesta que demos al estímulo
que lo provoca.
Más allá de la situación de peligro inminente, durante la vida también se
nos encontraremos en situaciones en donde la valentía será un valor que nos
hace luchar por nuestra familia y por ser consecuentes con nuestras ideas y
actos, aunque tengamos que pagar un costo o sortear riesgos. En estos casos,
la cobardía se asocia a permanecer inmóviles, a no exponerse ni asumir
compromisos.
En el trabajo, en la sociedad, con la pareja o en los grupos sociales que
frecuentemos, en ocasiones tenemos que diferir o ir contracorriente, lo cual
nos coloca en posibles eventualidades como perder el empleo, dejar de ser
aceptado por otros, o hasta rechazados. Podemos optar por quedarnos callados
y que todo siga igual. De esa forma quizás conservemos el trabajo, la
relación de pareja o nos sigan invitando los amigos. Pero si expresamos
nuestras ideas probablemente seamos ascendidos, el amor crezca o quizás
lideremos o ganemos mayor aprecio entre los amigos. Ser valientes genera
confianza, respeto, autoestima y vida en sociedades con una alta cohesión
social. La práctica de la cobardía siempre ha permitido el despotismo tanto
en familia como en comunidades, o hasta en pueblos completos.
|
|