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HABLAR DE SEXUALIDAD CON
NUESTROS HIJOS
Hemos de hablar a los
hijos (aproximadamente hacia los 11-13 años) de lo que significa el amor, la
nobleza que conlleva, el respeto que exige, el compromiso que le acompaña. Y
de las relaciones sexuales en toda su dimensión humana, no sólo de la simple
genitalidad y de la necesidad de usar el preservativo de manera continuada.
Hay que hablar de las
enfermedades de transmisión sexual (ETS), de los síntomas que pueden
delatarlas (sensación de escozor al orinar, irritación en la zona genital,
pérdida esporádica de sangre), de que se puede haber infectado al compañero
sexual, y que no informarle supondría una traición y un riesgo de
sobreinfección, además de la necesidad de que ambos se sometan a un
tratamiento para que curarse. Este tratamiento es confidencial, no siendo
necesario el consentimiento de los padres del adolescente. Hay que hablar
profundamente (conociendo sus fantasías/miedos...), sobre medios preventivos
de embarazo, y la gran diferencia entre los métodos anticonceptivos y la
«pildora del día después».
El número de adolescentes con embarazos no deseados sigue siendo muy alto.
La realidad es que a esas edades las relaciones sexuales completas se
efectúan, la mayoría de las veces, sin planificación, de forma inesperada
(en ocasiones por efecto de la desinhibición producida por el alcohol o las
drogas).
Muchos de los estos
embarazos se producen por ignorancia o ingenuidad. Algunos jóvenes explican
que no se ponen preservativos para que la novia no crea que tiene miedo a
contagiarse o para demostrar que no es promiscuo. Algunas chicas prefieren
no recurrir a los contraceptivos, pues dicen que el chico pensaría que ya lo
tenía previsto o que mantiene relaciones con varios.
Los antedichos
«razonamientos» son más comunes de lo que cualquier adulto pueda imaginar.
Esta «fidelidad» mal interpretada debe abordarse como plausible antes de que
acontezca.
Hablar con ellos de sexo
es algo natural, amplio, precioso; hay que erradicar de raíz cualquier
sombra de sentimiento de culpa, de irracionalidad, de pecado. Estaremos
atentos y dispuestos a entender y apoyar cualquier orientación sexual en
nuestros hijos (salvo que sean patologías o ilegales), y, sin duda, hay que
apoyarles para que puedan sentir y expresar su homo o heterosexual ¡dad
libremente.
No demos por hecho que
los chicos «saben lo que hay que saber». Mostrémosles que aceptamos su
sexualidad y que, como en todo, estamos a su disposición. Ni los hijos son
tan infantiles como algunos padres desean creer, ni, por el contrario, son
tan precoces como otros padres piensan.
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