PLANTAS MEDICINALES Y
CURATIVAS
El
mundo mágico de las Plantas
Qué es la fitoterapia
Conocimientos herbolarios
Vocabulario
Recolección
Desecación
Conservación
Preparación y utilización de las
plantas
Virtudes
terapéuticas de los extractos vegetales
La magia de
las hierbas
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Descripción fitológica
Hierbas y matas
Achicoria
Acónito
Adormidera
Ajenjo
Ajo
Albahaca
Alcachofa
Amapola
Angélica
Anís
Apio
Árnica
Arroz
Artemisa
Avena
Belladona
Borraja
Caléndula
Cebolla
Comino
Diente de león
Digital
Escabiosa
Escrofularia
Espárrago
Espliego o
lavanda
Eufrasia
Fumaria
Genciana
Ginseng
Hierba luisa
Hinojo
Ipecacuana
Lino
Llantén
Maca
Maíz
Malvavisco
Manzanilla
Mejorana
Melisa
Menta
Orégano
Ortiga
Perejil
Plantas medicinales de América
Central
Regaliz
Romero
Rusco
Salvia
Saponaria
Serpol
Tomillo
Tusílago
Valeriana
Verbena
Verónica
Zanahoria
Zarzaparrilla
Árboles y arbustos
Adelfa
Boj
Boldo
Brezo
Cacao
Café
Catuaba
Castaño de Indias
Coca
Cola
Enebro
Eucalipto
Guaraná
Hiedra
Laurel
Limón
Mate
Naranjo
Quino
Ricino
Sauce blanco
Saúco
Té
Tejo
Tilo
Hongos
Amanita
Cornezuelo del centeno
Levadura
de cerveza
Trufa
Helechos y equisetos
Cola de
caballo
Culantrillo del pozo
Helecho
macho

En otro apartado de la Web
se encuentra el tema:
Curarse con las plantas medicinales
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Cuando los alquimistas y
boticarios preparaban pócimas para curar las dolencias más diversas, la
materia prima la obtenían principalmente de las plantas. El desarrollo
industrial del siglo XIX transformó las pócimas y brebajes en comprimidos,
cápsulas y jarabes. Pero, la materia prima seguía obteniéndose de los
vegetales.
A pesar de los avances de la
medicina moderna, la inmensa mayoría de la población mundial sigue
dependiendo de los remedios a base de plantas para curar sus enfermedades.
En ciertas partes del mundo, este tipo de remedios puede ser prescrito por
el hombre o mujer de ciencia del pueblo o por el chamán local. En otros
lugares, tales como China o la India, existen conocidas tradiciones
ancestrales sobre la utilización con fines curativos de determinadas plantas
medicinales. En Occidente, hasta los años treinta, muchas de las medicinas
dispensadas en las farmacias procedían de plantas y aún en muchas zonas de
Europa ésta sigue siendo la norma.
Mientras que las
enfermedades importantes siempre han sido tratadas por los especialistas,
los trastornos menores han sido tratados tradicionalmente por la familia
mediante la utilización de remedios que han ido pasando de generación en
generación, de la misma manera que la receta favorita de las galletas de
Navidad o de las sopas de invierno ha sobrevivido hasta hoy. Cada ama de
casa tiene un repertorio de «curalotodos» para tratar las enfermedades de la
familia. Además de una cura bastante potente contra la tos, los remedios
preferidos de algunas abuelas eran el corazón de un cebolla para el dolor de
oídos y ¡un calcetín izquierdo raído atado alrededor del cuello para las
gargantas irritadas! Algunas de estas medicinas tradicionales se basaban en
lo que ahora se reconoce como hecho científico, mientras que otras están más
relacionadas con la curación basada en la confianza. Sólo cuando estos
métodos caseros fallaban se buscaba al profesional para que aplicase
soluciones más sofisticadas y caras. Las enfermedades, sobre todo las
dolencias menores, eran tratadas dentro del círculo familiar.
Hoy en día, la vida es muy
diferente. Hemos llegado al punto de esperar la rápida «bala mágica»
suministrada por la medicina moderna. Incluso los trastornos comunes
frecuentemente son motivo de una visita al médico para que los trate, en
muchos casos, con fármacos innecesariamente fuertes que provocan la
aparición de gran número de efectos secundarios. El resultado es que los
trastornos son tratados superficial y sintomáticamente, de forma que, con
mucha frecuencia, cuando el paciente deja de tornar la medicación el
problema vuelve a aparecer. Las infecciones pueden responder de forma
espectacular a los antibióticos, pero si son consecuencia de agotamiento y
una constitución debilitada, por mucha cantidad de antibióticos que se
administre no se conseguirá una solución definitiva.
El fallo de la actitud
actual es que no nos sentimos responsables de nuestro propio bienestar.
Muchos trastornos menores, con frecuencia, nos los provocamos nosotros
mismos, con una dieta inadecuada, falta de ejercicio o «quemando la vela por
los dos extremos». Los fármacos modernos pueden producir curas aparentes de
forma rápida, pero no pueden solucionar los problemas que nosotros mismos,
persistentemente, nos creamos.
Las plantas medicinales no
sólo aportan un alivio de los síntomas. Más importante aún es el hecho de
que ayudan al cuerpo a curarse a sí mismo. Consiste menos en una bala mágica
y más en un aporte equilibrado para vivir mejor. No existe ninguna
dificultad inherente en el hecho de elaborar y utilizar las plantas
medicinales; es sólo que, en el mundo desarrollado, la mayoría de nosotros
hemos perdido la habilidad de nuestras abuelas y bisabuelas de dar las cosas
por sentadas. Hemos abandonado la sabiduría básica popular transmitida
durante generaciones a favor de los fármacos sintéticos, los cuales
posiblemente no resistirán la prueba del tiempo.
En este espacio exponemos
una muestra de las muchísimas plantas que pueden ejercer un efecto
terapéutico sobre el organismo. Tras una breve descripción de cada planta,
se abordan los principios activos de la misma, su localización en los
distintos órganos vegetales, su acción beneficiosa sobre el ser humano y su
forma de preparación, en algún caso acompañada de su uso culinario. Hemos
seleccionado las especies más conocidas popularmente, sin olvidar algunas
especialmente tóxicas que deben conocerse para evitarse.
Además, sugerimos remedios
sencillos para una gran variedad de trastornos. Este espacio no debe ser
entendido como una guía definitiva, sino como una lista de consejos
prácticos que, con experiencia, pueden adaptarse para cubrir las necesidades
individuales. El primer paso y el más importante es aceptar que la buena
salud se encuentra en nuestras propias manos, y si somos sensibles a nuestro
equilibrio interior, frecuentemente podremos curar las enfermedades menores
antes de que se conviertan en problemas mayores.
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