ERRORES QUE SE DEBEN EVITAR EN LA RELACIÓN DE PAREJA
«¡Qué
claro está todo!, ¿cómo no me he dado cuenta antes?, ¿cómo he podido ser tan
torpe?...». Muchas veces, en el transcurso de nuestro trabajo como psicólogos,
escuchamos estas expresiones cuando analizamos las claves que nos explican el
por qué de la conducta de cada uno de los integrantes de la pareja. La realidad
es que cuando estamos dentro de la relación resulta más difícil ser objetivo/a;
no tenemos suficiente distancia para analizar con calma los sentimientos, las
emociones y los comportamientos que afloran en los miembros de la pareja.
Por el
contrario, la mayoría de los lectores habrán experimentado cómo les resulta más
sencillo evaluar las relaciones que mantienen sus amigos o las personas más
significativas de su entorno.
No
obstante, hay una serie de errores que cometemos con frecuencia en muchas
relaciones. Sin duda son errores que tienen su base en un concepto erróneo de
las relaciones afectivas. Desde pequeños hemos recibido una serie de consignas y
principios que, en lugar de ayudarnos, parecían encaminados a dificultar la
implantación de unas relaciones sanas y equilibradas.
Esos
principios proceden de viejas ideas arraigadas a lo largo de cientos de años de
historia, que no tienen nada que ver con los recientes descubrimientos de la
psicología moderna. Son postulados acientíficos, que han influido e influyen aún
muy negativamente en millones de personas.
Sin duda,
a través de la educación, mejor dicho, del control de la educación, se han
mantenido y propiciado situaciones injustas, que no estaban encaminadas a
facilitar la felicidad, la autonomía e independencia de las personas, sino el
seguimiento de una serie de reglas, que perpetuaban un sistema de vida que
favorecía intereses particulares o de clases minoritarias. A estas alturas de
nuestro desarrollo, en pleno siglo XXI, aún permanecen algunos postulados que
entorpecen y condicionan la buena marcha de las relaciones afectivas.
Todos
tenemos muy claros algunos errores del pasado, como por ejemplo el que decía
«¡la letra con sangre entra!»; sin embargo, no nos hemos parado a pensar que
muchas de nuestras conductas y reacciones obedecen a ese mismo principio.
Vamos a
tratar de analizar y «sacar a la luz» algunos de los errores más comunes en
nuestras relaciones personales.
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