LAS
NECESIDADES DEL HOMBRE Y DE LA MUJER SON DISTINTAS
Si somos
diferentes, y ya hemos visto en espacios anteriores hasta qué punto lo somos,
nuestras necesidades también son distintas.
De nuevo
aquí la pareja experimenta grandes dificultades para entender las necesidades de
cada uno de sus componentes.
Las
mujeres tienen más necesidades de afecto, de cariño, de comprensión, de ternura,
de relaciones compartidas, de amor y de sensibilidad.
Los
hombres parecen buscar más el éxito, el poder, el sexo, la valoración social, el
reconocimiento en su ámbito profesional y la popularidad en su círculo de
amistades.
La mujer
se embarca en una continua búsqueda que le proporcione las claves de las
conductas propias y ajenas. Todo lo que le interesa lo somete a análisis, así
comienza esa larga trayectoria de observaciones, de evaluaciones, de preguntas y
de respuestas.
Los
hombres, que no siguen este mismo proceso, se sienten presionados y agobiados
por ese interrogatorio que nunca parece terminar en la mujer.
A ellos
les cuesta mucho aceptar sus errores y sus equivocaciones, porque eso les hace
sentirse fracasados. Las mujeres se desesperan al ver que los hombres no son
capaces de preguntar sus dudas, atenazados por el miedo a que los demás
descubran sus posibles fallos, y consideran esta conducta infantil y poco
madura.
Cuando
las mujeres se encuentran preocupadas, la mayoría necesita hablar y hablar sin
parar, mientras que en las mismas circunstancias muchos hombres actúan sin
pensar.
El amor,
la felicidad, los hijos... constituyen los ejes en la vida de la mujer, el
hombre se mueve ante estímulos diferentes; por eso, si las relaciones no van
bien, a las mujeres les cuesta concentrarse en el trabajo, pero si el hombre no
se siente feliz en el trabajo, no se puede concentrar en las relaciones.
Las mujeres necesitan ser escuchadas, y los hombres sólo parecen estar atentos
cuando hay posibilidad de mantener relaciones sexuales.
Los
centros de atención tampoco son coincidentes. Hemos hecho mención anteriormente
a los diferentes niveles de testosterona que tienen los hombres, eso provoca que
cada treinta minutos uno de cada tres hombres haya pensado en el sexo; sin
embargo, en el mismo periodo de tiempo, sólo pensará en el sexo una de cada diez
mujeres.
Las
dificultades de comunicación se agrandan, incluso a pesar de que ambos intenten
comprenderse, pues, además, cuando las mujeres y los hombres hablan, quieren
decir cosas distintas.
Es
importante que seamos realistas y que sepamos que nuestras necesidades, como
nuestros intereses, son diferentes.
De esta
forma podremos distinguir entre necesidad y deseo. Un hombre se puede sentir muy
molesto cuando es rechazado en su petición de tener relaciones sexuales; ahí
fácilmente se puede equivocar y pensar que él «necesita» tener relaciones,
cuando la realidad es que él «desea» tener relaciones, que es muy distinto.
Recordemos que necesidad es «la carencia de las cosas que son necesarias para la
vida». Un buen ejercicio, para ambos, hombres y mujeres, será aprender a
distinguir entre necesidad y deseo.
Las
mujeres pueden querer que los hombres sean más receptivos, que se muestren más
sensibles, más tiernos, más comprensivos..., pero eso no es una necesidad, es un
deseo; aunque pueden decidir que no les interesa seguir con una relación
afectiva, donde tengan que renunciar a deseos que para ellas son importantes.
Un error
muy frecuente es pensar que nuestra pareja tiene que satisfacer todas nuestras
necesidades; la persona que piensa así termina ahogando cualquier relación, y lo
hace porque aún no ha alcanzado la madurez suficiente para saber lo que puede
esperar de la pareja, lo que debe encontrar dentro de uno mismo y lo que puede
disfrutar de su relación con los demás.
Una vez
que hemos analizado por dónde empezar, vamos a centrarnos en los espacios
siguientes en cómo superar las emociones que nos causan dolor, cómo salir de
esas crisis que a veces nos asfixian.
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