NO SOMOS MÁRTIRES ¡NO ACTUEMOS COMO TALES!
No
debemos disculpar, basándonos en el amor o el cariño, un sufrimiento o un dolor
intencionado, producido por un integrante de la pareja.
Una
relación afectiva no puede ser una cobertura que permita una actuación impune en
función de la confianza o de la dependencia afectiva que se haya establecido
entre sus miembros.
Como
psicólogos, muchas veces hemos visto relaciones de auténtico martirio, donde una
o las dos personas sufren lo indecible.
Hay
situaciones tan dramáticas, que llegan a anular la voluntad, la independencia y
la capacidad de decisión y reacción de las personas que las padecen.
Algunas
personas, condicionadas por la debilidad del dolor permanente, sienten que no
pueden «abandonar» a su pareja, pues... ¿qué hará el/ella si le dejan? Sin
querer, cierran todas las salidas a una situación insoportable, que no debe
perdurar más en el tiempo. Estas personas, confundidas por su sensibilidad y por
un sentimiento equivocado de la responsabilidad, creen que sólo les queda
aguantar y aguantar; sin darse cuenta de que eso nunca es una salida, sino que
es una trampa que sólo lleva a un sufrimiento estéril y a la prolongación de una
situación injusta y enfermiza.
Ni
podemos tolerar que nadie nos martirice, ni podemos creer que no hay salidas a
ese martirio. Tan terrible es provocar ese sufrimiento, como no reaccionar ante
el mismo.
Con
nuestro silencio o sacrificio no ayudamos a la persona que de forma patológica
provoca ese dolor; muy al contrario, sin pretenderlo favorecemos que su actitud
y sus conductas cada vez se hagan más crónicas.
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