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Esquema del Árbol de
la Vida
Esquema de los
círculos de la manifestación del alma
Esquema del Árbol
místico
OCTAVA SEFIRÁ:
HOD, GLORIA
En el sendero de la
creación, Hod es la esfera en la que la multiciplicidad de formas es
concebida. La naturaleza de la "forma" no es física, sino mental, tal como
indica el significado original de la palabra "idea", por lo menos a partir
de la filosofía platónica. En realidad, el término "idea" proviene del
griego "idein" = ver. Pero la idea no es aprehensible sensiblemente, sino
que es visible sólo con la mente.
Hod es, pues, la Esfera
del intelecto; en Hod las cosas son pensadas, delineadas en sus propiedades
conceptuales, definidas en coherencia lógica de partes o de estructura. La
actividad de Hod es analítica y sintética, en un doble movimiento de
pensamiento que va de lo abstracto a lo concreto y de lo concreto a lo
abstracto.
Tendemos a creer que
pensamiento y materia son dos propiedades irreductibles de lo real, cuando
en realidad deben ser consideradas corno dos formas de la misma energía
única (la Luz infinita). Sería inexplicable de otro modo el isomorfismo o
correlación que se da entre ambas manifestaciones.
La filosofía cabalística
se encuadra entre las teorías de corte idealista, en las que lo físico
resulta de una concreción de lo mental. No se trata, sin embargo, de
entablar una polémica estéril entre idealismo y materialismo (el punto de
vista contrario que considera lo mental como un producto o "actividad" de lo
físico). El conflicto es irresoluble en el plano de la pura teoría, como la
historia de la filosofía atestigua. Ambas posiciones tienen su razón.
Hay que aclarar que, al
hablar de "mente" en este momento nos referimos a lo que se conoce como
"mente concreta": el instrumento productor de imágenes, símbolos, ideas,
palabras y formas mentales, todo lo cual entra bajo el epígrafe general (no
muy riguroso) de "pensamiento". Pero debe distinguirse esta actividad mental
de los estratos superiores de la psique, lo que llamamos también
"pensamiento puro", abstracto, es decir, sin objeto concreto al cual estar
referido (lo cual no significa que no tenga un contenido arquetípico). Este
es el pensamiento creador y constituye la actividad de lo que podríamos
llamar la "Mente Divina", lo que corresponde a las esferas superiores del
Árbol de la Vida.
El pensamiento concreto
es finito, sometido a reglas, lógicas en cuanto al contenido, sintácticas en
cuanto a la estructura interna del discurso, pragmáticas en cuanto a la
relación con el sujeto, etc.
El pensamiento puro es
la actividad de una mente infinita, es decir, sin límites ni condiciones y,
como tal, es también infinito. Este Pensamiento es el substrato de todo lo
que existe. La analogía es con la luz: el Pensamiento puro es la Luz
infinita, mientras que el pensamiento concreto es la luz que, difractada y
reflejada en interacciones sin fin, produce un mundo de cosas distinguibles.
La Gloria de Hod es el
esplendor de la Sabiduría aformal cuando brilla a través de las formas;
cuando las palabras, los símbolos, son transparentes a la Luz primordial, en
vez de ser un velo que la oculta. Porque no hay que olvidar que el lenguaje
por necesidad es separador, relegando a un segundo plano el nivel de unidad
esencial de la realidad, en donde no hay distinciones ni dualidades. La
conciencia queda confinada a vivir en un nivel secundario, finito y
limitado. Pero cuando la mente se abre y permite que la Luz infinita brille
a través de ella, entonces "toda la tierra está llena de su Gloria".
Para ello, la mente
tiene que aceptar de alguna manera su papel de siervo y no de dueño. Tal
como indica el propio término Hod que, como hemos dicho, significa gloria,
majestad, esplendor, pero cuya raíz tiene también los significados de
agradecimiento, gratitud, confesión, sumisión y admitir culpa. En cierto
modo, todas estas acepciones expresan la relación correcta de lo inferior
con lo superior.
Volviendo al papel
productivo de Hod como esfera de las formas, el ser humano participa también
de ese poder. Su intelecto, además de reflectante, es creador o, más bien,
forjador de formas mentales nuevas. Es la imagen bíblica del Adam u Hombre
Arquetípico, dando nombre a los animales en el Edén. Siempre que damos un
nombre a las cosas estructuramos la conciencia. Tal es el principio del
"ledaber", "decir" en hebreo, de donde deriva "dabar", que significa tanto
"palabra" como"cosa": es la palabra que estructura lo real en formas
concretas (Hod), que toman imagen en Yesod y cuerpo en Maljut.
Y si la forma mental
producida es "verdadera", en el sentido de su adecuación esencial o
arquetípica, la corriente de energía espiritual fluye, la forma se convierte
en vehículo de la Luz y se obtiene el efecto deseado. Por eso se dice que
Hod es la esfera del ritual, del símbolo y la palabra como vehículo de la
fuerza: nombres sagrados, salmos, rezo, u oración, cánticos religiosos...
Pero lo fundamental para que se produzca la conexión y la canalización es el
pensamiento. No basta con decir la oración: es necesario hacerlo con
intención y pensamiento purificado y concentrado según la fórmula prescrita.
Por todo ello, el
personaje bíblico que encarna las fuerzas de Hod es Aarón, el Sumo
Sacerdote, hermano de Moisés (Moisés es la carroza de la sefirá siguiente,
en orden ascendente, es decir, Nétsaj) y designado por Dios como su portavoz
ante el faraón, ya que, como dice el libro del Éxodo (4:10-16) Moisés no
habla bien y se le traba la lengua, mientras que Aarón es de fácil palabra.
Es necesario visualizar las vestiduras del Sumo Sacerdote, cargadas de
simbolismo, con sus Nombres grabados en las piedras del pectoral, los Urim
yTummim (1), las hombreras y la diadema de oro, así como la complejidad y
perfección del ritual -todo construido de acuerdo con la revelación divina-
para hacernos una idea de la Esfera Hod en su aspecto elevado de recepción y
canalización de la energía espiritual. Pero lo más importante era la pureza
de intención y la concentración del pensamiento (sin el más mínimo
componente de egoicidad). La preparación específica del Sumo Sacerdote para
el servicio de Yom Kipur duraba dos semanas; y cuando entraba en el Santo de
los Santos, un pensamiento no adecuado podía incluso matarle. La vasija se
rompe si el material del que está hecha no es capaz de resistir la
intensidad de la energía que recibe.
Hod es también la esfera
de las relaciones entre las cosas y, en particular, la esfera de la
comunicación: entre esferas, planos, individuos o partes de un individuo.
Todos los sistemas diseñados para transmitir información de un punto a otro,
son una expresión de esta Sefirá. Pero para que haya comunicación son
necesarios tres elementos: emisor, receptor y el mensaje propiamente dicho.
Y no basta con que el receptor capte: es necesario también que decodifique y
entienda el mensaje. Se tiene, de nuevo, el concepto de lenguaje -de
cualquier tipo de lenguaje- con su sintaxis, su semántica, etc.
Una comunicación, además, conlleva normalmente una respuesta, con lo que los
papeles se invierten, lo que da lugar a un juego de relaciones recíprocas
que define lo que es el flujo de energía en esta Sefirá. Se entiende que
para que funcione correctamente y no se produzcan bloqueos, su acción debe
estar basada en los conceptos de receptividad, veracidad y honestidad.
También nuestro arquetipo bíblico, Aarón, era maestro en este cometido: la
tradición nos lo presenta como un amante de la paz social. Siempre
receptivo, cada vez que surgía un conflicto no cejaba en su empeño, mediando
con sus buenos oficios, hasta que ponía de nuevo en comunicación a las
partes y restablecía la relación deteriorada. Claro que su deseo de
contentar era tan grande (Hod es una esfera esencialmente pasiva: recibe y
organiza las fuerzas) que acabó cediendo a la presión durante el episodio
del becerro de oro (2).
Porque Hod es también la
esfera de la voluntad personal, la sefirá que estructura en fines y medios
(razón estratégico-teleológica) las fuerzas del individuo -emociones,
impulsos- que son aquí filtradas (o racionalizadas y justificadas, cuando la
persona es sierva de ellas, consciente o inconscientemente), normalmente
para el propio beneficio. Hod es así la racionalización del deseo de
recibir. Y cabe una gran variedad de matices en la expresión más o menos
egocéntrica de este deseo.
Las fuerzas fluyen de la
sefirá número siete, Nétsaj, que significa Victoria. Hod es su polaridad
pasiva, su Gloria.
(1) Se desconoce en que
consistía exactamente este oráculo. Es casi seguro que se trataba de letras,
probablemente los 72 Nombres de Dios, y la tradición dice que éstas se
iluminaban dando la respuesta a la pregunta planteada)
(2) Algunos
comentaristas opinan que su nivel era tan elevado que pudo discernir que
amoldarse y fabricar el becerro era, en aquellas circunstancias de una
multitud fuera de sí, el mejor de los males. Esto también se conecta con lo
que vamos a ver a continuación de Hod como la esfera de la mente
estratégico-teleológica. |
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