LA
ACTITUD EN LA COCINA
La cocina
es una alquimia. Mediante la transformación del alimento producimos un cambio
energético derivado de nuestra intención.
Cocinar
no es sólo tener un recetario y hacer suculentos platos. Es un aprendizaje lento
y minucioso donde despiertan nuestros más ancestrales instintos.
Hay
personas que cocinan con muy buena predisposición y que hacen de nada un manjar
que a todos agrada y satisface, y tal vez nunca se hayan planteado sobre las
combinaciones adecuadas de los alimentos ni sobre su composición química o
energética. Estas personas nos enseñan algo muy importante: a cocinar con
alegría e intuición.
La
actitud en la cocina es un aspecto o un tema al que no se le da tanta
importancia como a la comprensión del yin-yang o a la calidad de los alimentos.
Podemos probar a cambiar el orden de importancia: en primer lugar la actitud,
después el criterio o la filosofía y, por último, la calidad de los alimentos...
y comprobemos luego los resultados...
El
sentimiento que ponemos al cocinar es algo que no necesita de ninguna técnica,
de ningún utensilio, de ningún estudio, y eso lo podemos transmitir a todos los
aspectos de la vida. No siempre tendremos la oportunidad de conseguir alimentos
biológicos o integrales, por lo que nuestra intención debe continuar siendo la
misma. En cuanto al criterio, cada cual sigue el suyo: algunos lo hacen sólo
para agradar a sus comensales; otros, de una forma más intelectual para tener
todos los nutrientes necesarios; otros, para curar a enfermos... Sea cual sea el
criterio, lo más importante es estar claros, ser creativos e intuitivos.
A
nosotros nos gusta tener los alimentos en su estado más puro y cocinarlos de
acuerdo a las estaciones y a las necesidades de cada uno. Hacer una cocina sana,
sin excesos, sencilla a veces, y otras, más elaborada; combinar los platos de
cereales de forma apetitosa y ofrecer una buena presentación. No siempre es así,
ni siempre conseguimos lo que nos proponemos, por no disponer del tiempo o los
ingredientes necesarios. Cuando esto ocurre procuramos sustituir lo que nos
falta con ingenio, y sobre todo, con una actitud positiva.
No hay
que cambiar nunca la dieta a aquellas personas que no lo desean, que no piensan
igual que nosotros o que sencillamente no lo necesitan. Podemos, eso sí, incluir
alguna cosa distinta, pero siempre haciéndolo con suavidad. Nos referimos
especialmente a los niños, con quienes muchas veces la comida se convierte en un
punto de conflicto. Si queréis que dejen las chocolatinas por los cereales, no
va a ser fácil, y menos si lo hacéis de una forma autoritaria; una actitud más
lúdica y con presentaciones divertidas y apetitosas dará mejores resultados.
Orden,
limpieza y claridad son aspectos prioritarios en el momento de empezar y de
acabar a elaborar los platos. Es preferible ir lavando y ordenando los
utensilios a medida que se ensucian, esto agiliza mucho más la cocina.
Siempre
es positivo meditar unos minutos antes, acerca de lo que vamos a cocinar, con
qué propósito y para quiénes, a veces es bueno escribirlo y ponerlo en la misma
cocina.... otras es mejor dejarse llevar.
Los
mejores platos pueden surgir de aquellos días en que, relajados, entramos en la
cocina sin ninguna receta pero con una especial sensibilidad para crearla.
Aunque al principio, cocinar de forma intuitiva no resulta fácil, se necesita
tener una mínima experiencia y seguridad, pero ya veréis cómo poco a poco
aparece el deseo de probar, de cambiar las recetas, de inventar, y esto es algo
que produce mucha satisfacción. Pues la cocina es un gran arte.
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