SABER
COMUNICARSE: ESTRUCTURA DE LA COMUNICACIÓN
Los
mínimos elementos que se requieren para que se dé un acto de comunicación son un
emisor, un canal, un mensaje (verbal o no verbal) y un receptor del mismo. Todos
nosotros nos pasamos el tiempo siendo emisores en un elevado porcentaje, pero
simultáneamente somos receptores de los mensajes de otros, por lo que, al
intentar comunicarnos, nos conviene saber cómo ser buenos emisores, buenos
receptores y saber enviar mensajes que lleguen a su destino, pues mientras el
mensaje no llegue y sea recibido no queda realmente constituido el acto de
comunicación.
El emisor
ha de procurar tener varios cuidados, pues todo lo que haga es susceptible de
afectar al receptor y, por tanto, de recibir una respuesta deseada o indeseable.
Dada la
importancia que tienen las impresiones que causamos y en especial la primera
impresión, se habrá de procurar que ésta sea la mayor parte de las veces
positiva, favorable o al menos favorable al fin que pretendernos. Una mala
impresión puede dar al traste con una incipiente relación o abortarla, sobre
todo cuando se trata de relaciones nuevas o primeros contactos. Pero también con
las personas que ya conocemos y con las que nos seguimos tratando deberíamos
cuidar todos los impactos e impresiones que causamos, porque incluso relaciones
de años pueden verse truncadas por una actuación inadecuada. Dado que la
comunicación es una criatura frágil, todo lo que sea susceptible de alterarla
seriamente o matarla debe ser tenido muy en consideración para evitar tales
perjuicios.