LOS SÍNTOMAS
DEL AUTISMO
Partiendo
de las características arriba mencionadas, los síntomas del autismo se pueden
agrupar en tres tipos:
Alteraciones en la interacción social
En
general, estos niños suelen mostrar una limitada capacidad de relación con los
demás, con aparente indiferencia hacia la afectividad de las personas que les
rodean, escasa capacidad para imitar a otros, sonreír o compartir intereses con
los demás. Esto es especialmente dramático para los padres, que sufren la
desgarradora experiencia de sentir a su pequeño distante e inaccesible.
En estos
niños se observa una importante alteración en diferentes tipos de
comportamientos no verbales como, por ejemplo, el modo de establecer el contacto
ocular (ausente o anómalamente persistente), la expresión facial (muecas,
inexpresividad, etcétera), las posturas corporales (posición anómala del cuerpo
o mantener distancias inadecuadas con la interacción) o en los diferentes tipos
de gestos que regulan la interacción con los demás (no coger la mano cuando se
brinda).
Además,
es frecuente que estos niños tengan notables dificultades para relacionarse con
sus compañeros, adoptando conductas de aislamiento o comportamientos
inadecuados, y no muestran la tendencia natural a compartir con los demás lo que
están disfrutando o los intereses que tienen. En este sentido, no son capaces de
mostrar, traer o señalar objetos para buscar la atención de otras personas.
Un
aspecto más del autismo es la notable ausencia de reciprocidad social y
emocional que tienen estos niños. Sufren, pues, dificultades para captar los
sentimientos, emociones y actitudes de los demás, lo que supone una limitación
importante en la adecuada interacción social.
SÍNTOMAS
SOSPECHOSOS PRECOCES EN RELACIÓN CON LA INTERACCIÓN SOCIAL
• No
sonríe.
• No mira
a los ojos.
• Parece
que prefiere estar solo.
• Coge
las cosas por sí solo.
• Es muy
independiente.
• Está en
su mundo.
• No
sintoniza con nosotros.
• No se
interesa por otros niños.
Alteraciones en la comunicación
Habitualmente, los niños con autismo suelen tener un retraso importante en la
adquisición y elaboración del lenguaje que, en algunos casos, puede suponer su
total ausencia. Con todo, el retraso en el lenguaje no es una característica
específica del autismo y no siempre se da. Lo específico del autismo es que,
cuando se produce, no lleva consigo ningún intento de compensarlo con otros
modos de comunicación, tales como los gestos o la mímica.
Por otra
parte, cuando el desarrollo del lenguaje no está alterado, estos niños suelen
tener dificultades para iniciar o mantener una conversación y es frecuente
observar que emplean repetitivamente algunas palabras o frases y lo hacen de una
forma inadecuada. También se puede observar que hacen un mal uso de los
pronombres personales, tienen dificultades para entender el significado
metafórico de algunas expresiones (las entienden literalmente y, por tanto, no
llegan a comprender lo que se les quiere decir) y tienden a repetir los finales
de algunas frases (ecolalia). En algunos casos, el lenguaje que utilizan tiene
tantas peculiaridades (sonidos o significados particulares) que anula su
capacidad de comunicación y lo convierte en exclusivo o idiosincrásico.
Los
problemas de comunicación que sufren estos niños también se pueden manifestar en
el juego. Realizan juegos muy mecánicos y repetitivos, donde lo que les fascina
no es el objeto en sí sino el ruido que hace, el movimiento que tiene o los
brillos que emite, pasando tiempo observándolos una y otra vez. Así, por
ejemplo, es frecuente que arrastren de un lado a otro un cochecito, que golpeen
reiterativamente un objeto, que tiren muchas veces algo o que enciendan y
apaguen una luz repetitivamente. En definitiva, tienen dificultades para
atribuir a los objetos, personas y situaciones el simbolismo que se requiere en
el juego verdadero. Por tanto, no tienen un juego espontáneo realista y
suficientemente variado, y no son capaces de desarrollar un juego imitativo
social como, por ejemplo, jugar a ser policías y ladrones.
SÍNTOMAS
SOSPECHOSOS PRECOCES EN RELACIÓN CON LA COMUNICACIÓN
• No
responde a su nombre.
• No dice
lo que quiere.
• Tiene
retraso del lenguaje.
• Ha
dejado de emplear palabras que antes decía.
• No
sigue por donde se le señala.
• A veces
parece sordo.
• Parece
oír unas cosas y otras no.
• No
señala.
• No dice
adiós.
Alteraciones en los intereses y actividades
Los niños
con autismo tienen una clara restricción, reiteración e inadecuación de sus
intereses y en algunas cosas que hacen; de tal forma que tienden a preocuparse,
de forma excesiva y notablemente absorbente, por algunas cuestiones (los
dinosaurios, los coches de color rojo o una determinada canción), o por algunas
partes de los objetos (la rueda de un cochecito, el capuchón de un bolígrafo,
las borlas de una tapicería, etcétera). Al mismo tiempo, tienden a tener una
serie de rutinas o actos repetitivos sin finalidad clara, hacia los que muestran
una adhesión inflexible, hasta el punto de que los intentos de cambio les
provocan episodios de descontrol (llantos desproporcionados, gritos,
agitación...).
Junto a
todo lo anterior, es frecuente observar que tienden a repetir, insistentemente y
sin finalidad, movimientos corporales (estereotipias motoras), como agitar los
brazos, sacudir o girar las manos, balancearse, etcétera.
SÍNTOMAS
SOSPECHOSOS PRECOCES EN RELACIÓN CON LA CONDUCTA
• Tiene
muchas rabietas.
• Es
hiperactivo/oposicionista o no coopera.
• No sabe
cómo jugar con los juguetes.
• Tiende
a alinear las cosas.
• Está
excesivamente apegado a algunos objetos.
• Repite
las cosas una y otra vez.
• Es
hipersensible a algunos ruidos o texturas.
• Tiene
movimientos anormales.
• Camina
de puntillas.
Otros
problemas asociados
Sin que
formen parte de los síntomas típicos del autismo, estos niños pueden tener otros
problemas asociados que complican más el trastorno. El más frecuente es el
retraso mental que se da en cerca del 70 por ciento de los casos. Su gravedad
puede ir desde un discreto retraso hasta un grado severo, si bien más de la
mitad tienen retrasos importantes. En cualquier caso, suelen tener una gran
dispersión y falta de uniformidad en las aptitudes que integran la capacidad
intelectual. En este sentido, algunos niños con autismo tienen aptitudes
inusuales o especiales en determinadas áreas, como la música, el dibujo, la
memoria o el cálculo, llegando, a veces, a ser superdotados en esos campos. Al
30 por ciento de los casos, que no sufren retraso mental, se les denomina
autismo de alto nivel o de alto funcionamiento.
Otro
problema de consecuencias importantes es la epilepsia, sufrida por un 25 por
ciento de los niños con autismo. Pueden tener cualquier tipo de crisis
epilépticas (convulsiones generalizadas o parciales, ausencias, etc.) y es
frecuente que se asocien varias de ellas. La epilepsia en el autismo suele ser
bastante resistente al tratamiento, sin embargo, las medicaciones actuales
permiten controlar muchas de las crisis.
La
ansiedad también se asocia con frecuencia al autismo. El pensamiento reiterativo
y la escasa tolerancia a los cambios que tienen las personas con autismo lleva,
con frecuencia, a la aparición de manifestaciones de ansiedad, particularmente
cuando sufren una modificación en sus rutinas. En estos casos, es frecuente que
surjan episodios de descontrol que se pueden manifestar como gritos, agitación,
autolesiones o agresividad. Además, los escasos recursos para afrontar
situaciones que tienen estos niños pueden motivar el desarrollo de una depresión
que, por sus dificultades comunicativas, es fácil que pase inadvertida.
Las
alteraciones en el sueño (especialmente, el insomnio) y los trastornos en la
conducta alimentaria (ingestas compulsivas o de productos no alimentarios, lo
que se denomina pica) pueden ser otros de los problemas asociados al
autismo.
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