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LAS FOBIAS
Las
fobias son manifestaciones de temor intenso ante algo concreto, vividas por el
niño con plena conciencia de su desproporción e inadecuación al estímulo,
difícilmente controlables. Es decir, el niño experimenta un temor intenso hacia
algo, admitiendo que no hay razones objetivas para ese miedo, pero sin conseguir
eliminarlo.
La mayor
parte de las fobias tienen como antecedentes algunos miedos. Generalmente,
experiencias traumáticas cuyas posibilidades de repetición son mínimas o que ya
no deberían causar tanto temor.
Muchas de
las fobias quedan circunscritas a estímulos muy concretos (algún animal u
objeto, sitios cerrados, alturas, etcétera) y no suponen limitaciones
importantes en la vida del niño, tendiendo a resolverse o, al menos, a manejarse
mejor, con el paso del tiempo. Sin embargo, algunas persisten hasta la vida
adulta, y otras pueden condicionar notablemente al niño, como, por ejemplo, la
fobia escolar.
Fobia
escolar
Las
manifestaciones de esta fobia dependen mucho de la edad. Lo más característico
es una franca oposición a ir al colegio, habitualmente con lloros, gritos y
pataletas, a los que se asocia el desarrollo de múltiples estrategias de
evitación tales como quejas físicas (dolores, molestias, tos, mareos, náuseas y
vómitos, sensación de fiebre), excusas y mentiras diversas, y escapadas del
colegio o simulación de la asistencia.
En la
génesis de una fobia escolar suele haber una infravaloración de las propias
capacidades, una sobrevaloración de las exigencias y una sobreestimación de las
posibilidades de fracaso y de sus consecuencias. Con todo, siempre es necesario
analizar otros factores del contexto y del propio niño que también podrían
contribuir a esta fobia, y es preciso excluir situaciones de abuso o acoso, que
corresponden a una problemática totalmente distinta y que hay que abordar de
otro modo.
El
diagnóstico preciso y el tratamiento concreto de las fobias requieren la
intervención de profesionales del campo de la medicina y de la psicología. En
particular, el tratamiento de la fobia escolar exige un plan de intervención
múltiple sobre factores personales del niño, aspectos de la dinámica familiar y
elementos del entorno escolar, que requiere la participación integrada del
médico, el psicólogo y los maestros, implicando plenamente a la familia en las
estrategias a seguir.
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