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PADRES
MALVADOS
No suele
haber muchas madres malvadas. El amor que sienten las madres por sus hijos es
inigualable. Es, como dice la Epístola a los Corintios de San Pablo, lectura
habitual en los matrimonios que se celebran por la Iglesia: un amor constante,
un amor que comprende y perdona sin límites. ¿Qué ocurre cuando una madre
—sorprendentemente— no ama a sus hijos?
Existen
algunas madres que, en el proceso de separación, utilizan de forma bastarda a
los hijos. Escasas, pero reales, las hay que con sus expresiones y conductas
exigen una devolución al hijo: «Me debes la vida». Apreciamos maldad y/o
patología al oír reiteradamente a una madre decir a su hijo «no me quites
tiempo» o «no vales para nada». Hay madres castrantes, que continuamente los
ridiculizan. Y las hay que, con su comportamiento, inducen a equívocos, dando
pie a la fantasía del denominado Gran Edipo (relaciones incestuosas madre-hijo,
de consecuencias funestas).
También
encontramos a algunas madres reclusas que, al tener permiso para convivir con
sus hijos hasta que éstos cumplen los 3 años, aprovechan la situación para
esconder droga en los peluches.
Algunos
padres no son mejores. Los hay perversos, que utilizan al hijo en los procesos
de separación para arremeter contra la madre y le indisponen contra ella. Los
hay que abusan sexualmente de sus hijos pequeños.
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