NIÑOS
TÍMIDOS
No
podemos olvidar que cada niño es único y, por tanto, las causas pueden variar de
unos niños a otros; no obstante, pese a las diferencias individuales podemos
encontrar:
Falta
de habilidades sociales
Muchas
veces no saben cómo relacionarse con otros niños, les cuesta acercarse, iniciar
una conversación.
• La
labor de los padres en estos casos es entrenarles, mostrarles cómo pueden
acercarse a los iguales, corno pedir que le dejen jugar, cómo proponer un
juego..., pero sin caer en el error de buscarles siempre compañeros, o de
atiborrarles de espectaculares juguetes, esperando que así se les acerquen otros
niños. Nuestro objetivo es dotarles de nuevas estrategias y, para que las
adquieran y las automaticen, es fundamental que las practiquen.
Torpeza psicomotora
Nos
podemos encontrar, sobre todo en los varones, que los que no tienen una buena
coordinación de movimientos o son más torpes y, en consecuencia, no son buenos
en los deportes, muchas veces pueden quedar apartados de los juegos de
movimiento: fútbol, baloncesto, carreras por equipos...
• Es
difícil cambiar los juegos en el recreo, pero con estos niños es importante que
se practiquen otros juegos que requieran menores habilidades deportivas, donde
puedan sobresalir, para así mejorar su autoestima. Recordemos que siempre hay
algo que se nos da mejor, ¡ayudémosle a buscarlo!
Sentimientos de inferioridad
Los niños
tímidos e inseguros no se sienten tan capaces como sus compañeros, no confían en
sus posibilidades, bien sea porque haya un déficit real de habilidades sociales
o psicomotoras, o porque así lo crean. Estos sentimientos bloquean sus
realizaciones hasta el punto de poder inhibir el comportamiento social, con
pensamientos del tipo «para qué voy a ir si me van a rechazar,..».
• Hay que
cortar este sentimiento en el momento que veamos que aparece. Entrenemos al niño
en comunicación y en unas mínimas habilidades asertivas, que le serán
fundamentales en el futuro, pero, de forma muy especial, sobre todo en una
primera fase, potenciemos sus aspectos positivos, ésos que a él tanto le cuesta
ver.
Miedo
Como
consecuencia de los aspectos previamente mencionados, estos niños tienen miedo
de quedar mal delante de la clase, de sus amigos, de fracasar, de enfrentarse a
una situación y no saber salir de ella...
• Por
eso, evitemos en todo momento penalizar los intentos fallidos de acercamiento a
otros niños o de participar en un juego, reforcemos el intento que realizan por
integrarse y no nos agobiemos sí vemos que tienen dificultades, ayudémosles a
superarlas.
Padres
sobreprotectores
Cuando
«sobreprotegemos» a nuestros hijos, estando continuamente encima de ellos para
evitar que les ocurra algo malo, en absoluto los beneficiamos; no favorecemos su
correcto desarrollo, pues, además de no dejarles la oportunidad de tomar sus
propias decisiones, aumentamos su miedo hacia las situaciones nuevas y
desconocidas; no les damos la oportunidad de mostrarse tal y como son, y no les
permitimos desarrollar habilidades sociales, pues se encuentran todas las
situaciones resueltas. Con este comportamiento sólo conseguiremos aumentar su
inseguridad.
• Es
fundamental que les dejemos su propio espacio; muchas veces hay que permanecer
en un segundo plano, vigilando desde lejos, que sepan que estamos ahí, pero no
les resolvamos las situaciones, tienen que aprender a desenvolverse solos.
Falta
de participación de los padres
Hay
padres que pecan de todo lo contrario y tienen la creencia errónea de que
dejándoles que se las arreglen solos fomentarán su independencia. Otros,
simplemente no tienen tiempo o no quieren participar en la vida de sus hijos. La
consecuencia es que los niños pueden creer que no son dignos de la atención de
otros, o que a la gente no le interesa interrelacionar con ellos, con lo que
reforzamos su aislamiento.
•
Interesémonos por la vida de nuestros hijos y ayudémoslos en las dificultades
que se les puedan presentar.
Ausencia de normas y pautas de conducta en casa
Cuando
las normas de comportamiento no están bien definidas y los niños carecen de unas
directrices que les marquen su camino, de nuevo favorecemos su inseguridad.
• Es
crucial que marquemos pautas y normas de conducta en casa para aumentar la
seguridad de los hijos.
Excesivas expectativas por parte de los padres
Hay
padres que pueden generar expectativas demasiado altas en sus hijos, y cuando
éstos no las cumplen, al sentimiento de fracaso del padre se le une el del niño,
lo que además de crearle un sufrimiento continuo arruinará su autoestima.
• Seamos
objetivos con las expectativas que generamos en los hijos. Cada niño es
diferente, no los comparemos continuamente y busquemos unas metas alcanzables y
objetivas para cada hijo.
•
Reforcemos el esfuerzo que el niño realiza por mejorar, no nos centremos
solamente en el objetivo y los resultados.
Críticas y burlas
Las
críticas poco constructivas, las amenazas y las burlas afectan mucho más a estos
niños. Refuerzan su imagen negativa y aprenden a esperar sólo opiniones sobre
sus fallos, lo que potenciará su evitación hacia las situaciones sociales.
Cuando el desprecio y la burla provienen de un amigo, profesor o los padres, aún
es mucho peor. Cuanto más cercana es la persona, más grave es el efecto de su
burla.
• No
critiquemos los defectos de los hijos, ayudémosles a superarlos.
• Si la
burla proviene del colegio avisemos a los profesores. No permitamos que la
situación desemboque en un caso de acoso escolar.
La
impaciencia
En
ocasiones, los padres y profesores se ponen nerviosos cuando las cosas no se
hacen con rapidez y precisión. Los niños tímidos son precavidos y lentos. Las
muestras de impaciencia ante su demora reforzarán aún más su inseguridad.
• Seamos
pacientes, de nuevo reforcemos los esfuerzos que realizan. A medida que aumente
su seguridad, también lo hará la rapidez en sus respuestas.
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