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QUÉ ESTÁ PASANDO CON LA EDUCACIÓN FAMILIAR
Analicemos algunos puntos:
• Estamos en una etapa de grandes y rápidos cambios que afectan al sistema de
vida y a la sociedad. La humanidad en el mundo occidental estamos pasado de una
sociedad autocrática a una sociedad democrática; de unos patrones de
superioridad y autoridad establecidos a otros de igualdad. Se está produciendo
una revolución social y cultural que emerge en torno a los nuevos recursos
tecnológicos de la comunicación y que condiciona las relaciones que establecen
las personas. Cambios rápidos que requieren un ajuste social, tanto de las
personas como de las instituciones.
• Hay un cambio en el esquema de familia. En las décadas anteriores el esquema
de familia estaba rígidamente definido. El padre representaba el papel de la
autoridad y el orden, marcaba las normas que regían la vida familiar y era el
encargado de proporcionar los medios económicos para el mantenimiento de la
familia; la madre, en un segundo plano, representaba la dedicación diaria,
cuidaba a la familia y atendía sus necesidades, se ocupaba de la economía
doméstica. Los hijos seguían las directrices marcadas por los padres hasta que
se independizaban. Las relaciones entre las personas se mantenían en términos de
un orden jerárquico: de superiores a inferiores. Era una organización familiar
en la que parecía que cada cual tenía muy claro el papel que debía desempeñar,
cada persona conocía su lugar. Este esquema era válido para esa sociedad.
Hoy, la sociedad es democrática, se basa en un principio de igualdad social, y
este cambio no ha afectado sólo a la vida política, sino también a las actitudes
de los miembros que forman la sociedad. La familia, como consecuencia de estas
transformaciones, ha perdido el modelo definido socialmente y debe buscar su
propia identidad.
La familia se siente desorientada y ha de experimentar un proceso de ajuste, ya
que los modelos y la estructura son diversos y la organización no cuenta con
roles definidos. La autoridad, que debe ser el pilar que sustente a la familia,
independientemente de los modelos más o menos autoritarios que se desarrollen,
se tambalea, y esto genera inestabilidad en cada uno de sus miembros y en la
sociedad. En muchas familias los padres y los hijos ocupan el mismo nivel en la
estructura familiar. Cuando esto es así, faltan referentes y los hijos crecen
desorientados. La familia precisa que los padres ejerzan la autoridad para que
los hijos encuentren protección, enseñanza, orientación y disciplina, y la
sensación de seguridad emocional.
• El cambio del papel de la mujer en la sociedad modifica, asimismo, su papel en
la familia. Las madres eran las que se ocupaban prioritariamente de la educación
de los hijos y muchas de ellas dedicaban todo su tiempo a esta tarea. Hoy, la
mujer, en un alto porcentaje, trabaja con horarios largos que la obligan a estar
mucho tiempo fuera de casa, pues comparte con el padre la responsabilidad de
proporcionar medios económicos a la familia, pero son escasos los padres que, a
cambio, comparten en igualdad con ellas los deberes de la educación familiar y
de las tareas domésticas. En este proceso de ajuste de la institución familiar,
el papel de la mujer es el más difícil; en el mundo laboral debe responder al
nivel de eficacia que éste requiere; en la familia, en muchas familias, la mujer
todavía desempeña el papel que ocupaba en el modelo tradicional, haciéndose
cargo de las tareas domésticas y de la educación familiar. Cuando la vida
familiar no va bien, muchas madres se lamentan de que no pueden estar al cien
por cien en todos los campos en los que se desenvuelve; la culpabilidad es mala
consejera, no ayuda a solucionar los problemas, pero la ausencia de dirección
educativa familiar es un problema grave para la familia y para la sociedad.
• Las respuestas educativas de los padres de hoy no se sustentan en unos
criterios educativos claros. Hay una tendencia a centrase en los comportamientos
negativos, pero la actuación ante las conductas no deseables es aleatoria e
inconstante. Muchas conductas negativas pequeñas son pasadas por alto
impunemente por los padres; otras, sin embargo, tienen una respuesta
desproporcionada que frecuentemente se diluye. Los padres comprueban, por su
falta de eficacia, que los castigos y las regañinas no funcionan. En las
respuestas educativas de los padres frecuentemente falla la coherencia con
respecto a las ideas educativas que se transmiten a los hijos, la aplicación
contingente (inmediata a la conducta) y la constancia (repetición de la
respuesta cada vez que se produce una conducta negativa).
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