TÉCNICAS MÁS USADAS CON NIÑOS AGRESIVOS
Registro de conducta
Es
imprescindible llevar a cabo una observación de las conductas agresivas, tanto
en el ámbito familiar como en el escolar, o en cualquier lugar donde puedan
aparecer. Preferentemente, los padres serán los encargados de realizarla; no
obstante, en la escuela será importante solicitar la colaboración del tutor y de
los profesores que más tiempo pasen con el niño.
Se hará
por escrito y se anotarán las siguientes variables: descripción de la respuesta
agresiva, qué ocurre, cómo ocurre y cuánto dura; día y hora, situación en que se
encuentra, personas que están presentes y respuestas de estas personas.
El tiempo
durante el que se hará el registro conductual será aproximadamente de diez días.
Éste es el mínimo imprescindible para poder analizar el comportamiento; es
decir, poder tener muy claras las conductas problemáticas y la influencia que
las variables contextuales puedan tener sobre ellas. La importancia de este
hecho radica en que nos proporcionará las claves a la hora de plantearse qué se
puede cambiar, qué podemos quitar o añadir en las respuestas de los demás, para
poder solucionar y cambiar el curso de la conducta problemática.
Generalmente, los niños agresivos suelen acabar siendo vistos como niños
negativos, dañinos y con malas intenciones. Esto ocurre por la identificación
que tanto ellos mismos, como los demás, acaban haciendo entre lo que hacen, que
son comportamientos, y lo que son, que corresponde a actitudes más globales. Es
importante diferenciar muy bien entre estos dos aspectos, y ello lo conseguimos
gracias al análisis de la conducta. Por otra parte, el mero hecho de ponerse a
registrar los comportamientos agresivos de un niño permite a los padres tener
una visión mucho más objetiva del problema y, gracias a ello, mayor capacidad
para solucionarlo.
En
definitiva, los registros nos permiten conocer los antecedentes y las
consecuencias de la conducta agresiva.
Trabajar las consecuencias
Toda
conducta tiene consecuencias, y éstas a su vez actúan sobre aquella, de tal
manera que podemos decir que en gran parte las consecuencias de una conducta
propician el que esa conducta se siga dando o no. En general, las personas
tendemos a utilizar conductas en función del resultado que nos dan, de tal
manera que, si una no nos proporciona ninguna utilidad, tendemos a dejar de
usarla, y al contrario, si nos proporciona satisfacción en algún grado, la
tendencia será a usarla en un futuro.
Técnica del refuerzo
El
refuerzo es algo agradable que sucede como consecuencia de un comportamiento.
Los adultos utilizamos los refuerzos para conseguir que esas conductas se
incrementen en el futuro.
El
refuerzo puede ser positivo y negativo. Aquí hay que tener cuidado, pues con
frecuencia se confunde el refuerzo negativo con el castigo.
El
refuerzo positivo es algo agradable en sí mismo, por ejemplo, un halago, un
premio. «¡Eres un artista, has hecho un dibujo muy bonito!».
El
refuerzo negativo es cualquier estado agradable que sentimos al eliminar algo
desagradable, por ejemplo, la sensación de satisfacción o liberación que
experimenta el niño al finalizar las tareas escolares.
Técnica del castigo
El
castigo es una técnica que se usa para disminuir la tasa de respuesta de un
determinado comportamiento. Cualquier conducta que castiguemos cada vez que
ocurre tenderá a desaparecer en el futuro. El castigo positivo consiste en
cualquier consecuencia negativa que acontece tras un determinado comportamiento,
y el castigo negativo en cualquier consecuencia positiva que se elimina tras un
determinado comportamiento. Uno y otro provocan la disminución de su tasa de
respuesta en el futuro.
Conviene
recordar que el castigo, para ser eficaz, ha de ser inmediato, proporcionado, no
usado con demasiada frecuencia y consistente; es decir, si se pone, no se puede
quitar.
Tiempo
fuera
Se usa
para controlar conductas agresivas, sobre todo a edades tempranas, y consiste en
establecer sistemáticamente, tras la conducta problemática, un tiempo
establecido de antemano durante el cual el niño permanece aislado de cualquier
interacción con los demás y sin posibilidad de continuar con la actividad que
realizaba.
Extinción
y sanción aparecen involucradas en esta técnica, en la que el niño experimenta
siempre un coste de respuesta tras la conducta agresiva.
Técnica de la extinción
Se usa
para disminuir la tasa de respuesta de un determinado comportamiento. Cualquier
conducta que extingamos cada vez que ocurra, tenderá a desaparecer en el futuro.
Consiste
en una falta total de consecuencias tras un determinado comportamiento, lo que
provoca que aquel se quede sin posibilidad de conseguir ningún objetivo.
Coste
de respuesta
Hace
referencia a la necesidad de que la respuesta agresiva siempre vaya asociada a
una consecuencia, ya sea al tiempo fuera o al castigo. La vivencia sistemática
por parte del niño de un coste adecuado por haber llevado a cabo la conducta
problemática, le llevará a la disminución de la misma.
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