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CUANDO IRRUMPE EL DESASTRE
En el caso de la gran mayoría de la población, que aún es inconsciente,
sólo una situación crítica puede romper el duro caparazón del ego y
obligarles a rendirse y a entrar en el estado del despertar. La situación
límite surge cuando un desastre, una conmoción drástica, una importante
pérdida o el sufrimiento hacen que todo tu mundo se derrumbe y no tenga
ningún sentido. Es un encuentro con la muerte, sea física o psicológica. La
mente egotista, la creadora de este mundo, colapsa. Un nuevo mundo puede
llegar a nacer de las cenizas del viejo.
No hay garantía de que ni siquiera una situación límite sea suficiente
para transformarte, pero el potencial siempre está ahí. Para algunos, ante
el desastre inminente, la resistencia a lo que es aumenta todavía más, y
entonces la situación se convierte en un descenso al infierno. En otros
puede haber una rendición parcial, pero incluso eso les dará cierta
profundidad y serenidad que antes no tenían. Partes del cascarón del ego se
rompen, permitiendo que pequeñas cantidades de paz e irradiación muestren su
brillo desde más allá de la mente.
Las situaciones límite han producido muchos milagros. Ha habido asesinos
que cuando estaban esperando su ejecución en el corredor de la muerte, en
las últimas horas de su vida, experimentaron el estado sin ego y la profunda
alegría y paz que le acompañan. La resistencia interna a la situación en la
que se encontraron se hizo tan intensa que les produjo un sufrimiento
insoportable, y no podían escapar ni hacer nada por mejorar su situación, ni
siquiera proyectar mentalmente un futuro mejor. Entonces se vieron obligados
a asumir totalmente lo inasumible. Fueron obligados a rendirse. De este modo
pudieron entrar en el estado de gracia que acompaña a la redención: completa
liberación del pasado. Evidentemente, lo que realmente crea espacio para que
se produzca el milagro de la gracia y la rendición no es la situación límite
en sí, sino el acto de rendición.
Por tanto, cuando te ocurra un desastre o algo vaya muy «mal»
—enfermedades, incapacidad, pérdida del hogar, de la fortuna o de la
identidad social, la ruptura de una relación íntima, la muerte o el
sufrimiento de un ser querido, o la inminencia de tu propia muerte— has de
saber que esa situación también tiene otro aspecto y que estás a sólo un
paso de algo increíble: una transmutación alquímica completa del metal
inferior del dolor y el sufrimiento en oro. Ese paso se llama rendición.
No quiero decir que te sentirás feliz en esa situación. No será así. Pero
el miedo y la pena se transmutarán en una paz interna y una serenidad que
vienen de un lugar muy profundo: del No Manifestado mismo. Es la «paz de
Dios que sobrepasa todo entendimiento». Comparada con ella, la felicidad es
algo bastante superficial. Junto con esta paz radiante llega la comprensión
—no a nivel mental, sino al nivel profundo del Ser— de que eres
indestructible, inmortal. No se trata de una creencia. Es una certeza
absoluta que no necesita pruebas externas ni comprobaciones ulteriores. |
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