EL ESTADO DE
PRESENCIA NO ES LO QUE CREES QUE ES
Sigues diciendo
que el estado de presencia es la clave. Creo entenderlo intelectualmente,
pero no sé si he llegado a experimentarlo alguna vez. Me pregunto si es lo
que creo que es o si es algo completamente diferente.
¡No es lo que crees
que es! No puedes pensar en la presencia, y la mente no puede entenderla.
Entender la presencia es estar presente.
Intenta un pequeño
experimento. Cierra los ojos y di internamente: «Me pregunto cuál va a ser
mi próximo pensamiento». A continuación mantente muy alerta y espera a ver
cuál es. Sé como un gato observando una ratonera. ¿Qué pensamiento va a
salir de la ratonera? Inténtalo ahora mismo.
¿Y bien?
He tenido que
esperar un buen rato a que surgiera un pensamiento.
Exactamente.
Mientras te mantienes en un estado de intensa presencia, estás libre de
pensamientos. Estás en calma y, sin embargo, muy alerta. En el momento en
que tu atención consciente desciende por debajo de cierto nivel, el
pensamiento penetra. El ruido mental vuelve; la quietud se pierde. Has
vuelto al tiempo.
Se sabe que para
comprobar el grado de presencia de sus alumnos, algunos maestros Zen se
deslizaban sigilosamente detrás de ellos y les golpeaban por sorpresa con
un bastón. ¡Debía de ser todo un choque! Si el estudiante estaba
plenamente alerta y en estado de presencia, si había mantenido «la
vestidura ceñida y la lámpara encendida», que es una de las analogías con
que Jesucristo se refiere a la presencia, se daba cuenta de que el maestro
se le acercaba por detrás y podía detenerle o esquivarle. Pero si recibía
el golpe, eso significaba que estaba inmerso en sus pensamientos, es
decir, ausente, inconsciente.
Para mantenerse
presente en la vida cotidiana resulta útil estar profundamente arraigado
en uno mismo, porque, en otro caso, la mente, que tiene una enorme
inercia, te arrastrará como la crecida de un río.
¿A qué te
refieres cuando hablas de estar «arraigado en ti mismo»?
Significa habitar
tu cuerpo plenamente. Tener siempre parte de tu atención en el campo
energético interno de tu cuerpo. Sentir el cuerpo por dentro, por así
decirlo. La conciencia corporal te mantiene presente. Te ancla en el ahora
(véanse los espacios posteriores).
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