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LAS RELACIONES COMO PRÁCTICA ESPIRITUAL I
A medida que la conciencia característica del ego y todas las estructuras
sociales, políticas y económicas que ha creado van entrando en su colapso
final, las relaciones entre hombres y mujeres reflejan el profundo estado de
crisis en que se encuentra la humanidad. Como los seres humanos nos hemos
ido identificando progresivamente con la mente, la mayoría de las relaciones
no tienen sus raíces en el Ser, y por eso se convierten en fuente de dolor,
dominadas por problemas y conflictos.
Millones de individuos, que viven solos o son padres separados, se sienten
incapaces de establecer una relación íntima, o no están dispuestos a repetir
la locura de relaciones pasadas. Otros van de una relación a otra, de un
ciclo de placer-y-dolor a otro, en busca de la esquiva meta de encontrar la
realización mediante la unión con la polaridad energética opuesta. Y hay
otros que mantienen el compromiso y continúan juntos en una relación
disfuncional donde prevalece la negatividad. Puede que lo hagan en nombre de
los niños, de la seguridad, por la inercia del hábito, por miedo a estar
solos o por algún otro acuerdo mutuamente «beneficioso», o incluso por
adicción inconsciente a la excitación que acompaña al drama emocional y al
dolor.
En cualquier caso, cada crisis, además de representar un peligro, también
ofrece una oportunidad. Si las relaciones energetizan y expanden los
patrones mentales del ego y activan el cuerpo-dolor, tal como ocurre
actualmente, ¿por qué no aceptar este hecho en lugar de intentar huir de él?
¿Por qué no cooperar con él en lugar de evitar las relaciones o de seguir
persiguiendo el fantasma de una pareja ideal que sea la respuesta a todos
tus problemas o el complemento que te haga sentirte realizado/a? La
oportunidad oculta en cada crisis no se manifiesta hasta que todos los
parámetros de la situación son reconocidos y aceptados plenamente. Mientras
sigas negando los hechos, mientras sigas tratando de escapar de ellos o
desees que sean diferentes, la ventana de la oportunidad no se abrirá y
continuarás atrapado en esa situación, que seguirá igual o empeorará.
El reconocimiento y la aceptación de los hechos te permite cierta libertad
respecto a ellos. Por ejemplo, cuando sabes que hay desarmonía y lo tienes
presente, ese mismo hecho constituye un factor nuevo que no permitirá que la
desarmonía siga igual. Cuando sabes que no estás en paz, ese conocimiento
crea un espacio tranquilo que rodea tu falta de paz en un abrazo amoroso y
tierno, y después transmuta en paz la ausencia de paz. No hay nada que
puedas hacer respecto a tu transformación interna. No puedes transformarte a
ti mismo y, ciertamente, no puedes transformar a tu pareja ni a ninguna otra
persona. Lo único que puedes hacer es crear un espacio para que ocurra la
transformación, para que entren la gracia y el amor en tu vida.
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De modo que cuando veas que tu relación no funciona, cuando haga asomar tu
«locura» y la de tu pareja, alégrate. Lo que era inconsciente está saliendo
a la luz. Es una oportunidad de salvación. Siente plenamente cada momento,
siente con todo tu ser en especial tu estado interno en cada momento. Si
estás enfadado, debes saber que estás enfadado. Si te sientes celoso, si
estás a la defensiva, si sientes el impulso de discutir, la necesidad de
tener razón, si tu niño interno pide amor y atención o si sientes dolor
emocional del tipo que sea, conoce la realidad de ese momento y registra ese
conocimiento. Entonces la relación se convierte en tu sadhana, tu práctica
espiritual. Si observas un comportamiento inconsciente en tu pareja, rodéalo
con el abrazo amoroso de tu conocimiento y sobretodo no reacciones. La
inconsciencia y el conocimiento no pueden coexistir durante mucho tiempo,
aunque el conocimiento no esté en la persona que actúa inconscientemente,
sino en la otra. A la forma energética que reside detrás de la hostilidad y
el ataque, la presencia del amor le resulta absolutamente intolerable. Si
reaccionas a la inconsciencia de tu pareja, tú mismo caes en la
inconsciencia. Pero si a continuación del hecho doloroso recuerdas que has
de conocer y registrar tu reacción, no se pierde nada sino que se gana todo.
La humanidad está bajo una gran presión evolutiva porque la evolución es
nuestra única oportunidad de sobrevivir como raza. Esto afecta a cada
aspecto de tu vida, y en particular a las relaciones íntimas. Las relaciones
nunca habían sido tan problemáticas y conflictivas como ahora. Como tal vez
hayas percibido, la finalidad de las relaciones no es hacerte feliz o
satisfacerte. Si sigues intentando alcanzar la salvación a través de una
relación, te sentirás desilusionado una y otra vez. Pero si aceptas que la
finalidad de las relaciones es hacerte consciente en lugar de hacerte feliz,
entonces te ofrecerán salvación, y te habrás alineado con la
consciencia superior que quiere nacer en el mundo. Para quienes se aferren a
los viejos patrones, cada vez habrá más dolor, violencia, confusión y
locura. |
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