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LA
PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD, LA PROMOCIÓN DE LA SALUD Y
ACCIONES DESDE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD
La prevención de la
enfermedad y la promoción de la salud
Al margen
de los modelos de salud adoptados, la -prevención y la promoción se han
convertido en uno de los contextos aplicados más relevantes de la Psicología de
la Salud. Evidentemente, en el ámbito de la prevención de la enfermedad se parte
de premisas básicas que ponen de manifiesto estudios clínicos concretos, donde
se establece una clara relación entre determinados agentes externos y la
propensión al padecimiento de enfermedad, de tal modo que la exposición a tales
agentes dependerá de algún u otro modo del comportamiento, actuaciones y hábitos
—comportamientos repetidos de modo estable— más o menos complejos que
predisponen al sujeto al contacto con el agente, ejecutando lo que se denomina
un comportamiento de riesgo. En prevención, se trata, por tanto, de modificar la
conducta (bien con la intervención directa sobre el sujeto y/o bien sobre su
entorno) con el fin de favorecer la desaparición de los comportamientos de
riesgo, eliminando hábitos y o previniendo su aparición. Las actuaciones en el
ámbito de la prevención suelen ser específicas y dirigidas hacia contextos bien
delimitados; de ello depende en gran medida su éxito (las acciones preventivas
difusas o inespecíficas suelen ser poco efectivas). Bajo este marco de actuación
quedarían comprendidos los programas para la prevención del VIH/SIDA, programas
y campañas antitabaco para la prevención del cáncer de pulmón —y otros tipos de
cáncer—, campañas contra el consumo de drogas, el abuso de alcohol o el exceso
de velocidad en la conducción, etcétera.
En lo que
a la promoción de la salud se refiere, el fundamento es parecido, siendo el
objetivo el cambio de conducta y la promoción de comportamientos sanos (estilos
de vida saludables).
Acciones en el ámbito de intervención de la psicología de
la salud
Las
intervenciones psicológicas, en el marco de la Psicología de la Salud, vienen
centrándose en los últimos años alrededor de los factores psicológicos que
rodean la enfermedad física, el enfermo y su entorno próximo. El especial
interés mostrado al principio por patologías como el cáncer o enfermedades
cardiovasculares se ha extendido en los últimos años a los procesos crónicos
(enfermedades crónicas), el dolor (sobre todo el crónico), el VIH/SIDA, la
diabetes, el asma, la obesidad, la hipertensión arterial o la fibromialgia,
entre otros.
Algunos
aspectos relativos al proceso de enfermedad, como el mencionado dolor crónico
(técnicas para el control cognitivo del dolor), la hospitalización (intervención
para el manejo de la misma como circunstancia estresante), la adherencia al
tratamiento (técnicas para el cambio de conducta en relación con la
autoadministración de fármacos, seguimiento de dietas alimenticias, etc.) o la
cirugía (preparación psicológica previa a la cirugía o en relación a las
secuelas de la misma), se convierten en circunstancias específicas, donde el
manejo del comportamiento y los aspectos psicológicos que lo rodean se
transforman en especial objeto de atención y cuya intervención, bien diseñada y
adecuadamente administrada, mejora la eficacia en la aplicación de tales
procesos y/o minimiza las consecuencias psicológicas negativas, con el
consiguiente aumento de la sensación de bienestar y calidad de vida.
De este
modo se viene desarrollando un amplio arsenal de actuaciones con énfasis en
poblaciones de edad y características concretas, en relación con determinadas
patologías. En todo ello, una de las grandes preocupaciones de la Psicología de
la Salud, como de la mayor parte de las disciplinas que se ocupan de este campo
de actuación en lo humano, está siendo el depurado de las intervenciones y
desarrollo y potenciación de los denominados tratamientos psicológicos eficaces,
de modo que pudieran determinarse, previamente, los beneficios esperables de la
puesta en marcha de una técnica terapéutica concreta.
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