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TRANSMUTACION Y TRANSFERENCIA DE LA ENERGIA SEXUAL
 
1) Llamaré la atención sobre otro punto. En el mundo fenoménico del ser humano común que no ha pasado todavía por la experiencia iniciática del renacimiento, el énfasis ha estado siempre y lo está hoy, sobre la relación dual de los sexos, dando testimonio de ello las novelas, las obras de teatro, las películas y los asuntos de los hombres. La creatividad se expresa principalmente en la propagación de la raza, efectuada por la relación masculina y femenina, o por los polos positivo y negativo de la familia humana. Esto es correcto y bueno y forma parte del Plan divino. Aunque los hombres hayan prostituido sus facultades y envilecido sus relaciones, el plan básico es divino e ideal.

Después de la primera iniciación, toda la relación sexual se transfiere gradual y constantemente al lugar que corresponde, como una mera fase natural de la existencia en los tres mundos y como uno de los apetitos normales y correctos, pero el énfasis cambia. La experiencia y la analogía superiores y aquello de lo cual el sexo físico es sólo el símbolo, se hace evidente. En lugar de masculino y femenino, surge la relación magnética entre la ahora negativa personalidad y el alma positiva, con la creatividad consiguiente en los planos superiores. El centro coronario y el centro entre las cejas (ajna) son los agentes de esta relación y eventualmente -por medio del cuerpo pituitario y la glándula pineal- condicionan la personalidad, permitiendo su fusión con el alma.


2) He enseñado que la actividad o la inactividad de los centros condiciona a la personalidad, actuando por medio del sistema endocrino; que las energías canalizadas y las fuerzas por ellos generados, pueden ser controladas y dirigidas por el alma, el hombre espiritual. He dicho también que la energía del centro sacro (el centro más involucrado y activo en el momento de la primera iniciación) debe ser trasmutada y elevada al centro laríngeo, transformando así el acto creador físico en el proceso creador que produce lo bueno, lo bello y lo verdadero. El abecé del conocimiento fundamental es: la transmutación del sexo. En ese proceso transmutador los hombres han cometido grandes errores y han abordado el tema desde dos ángulos:
 
1. Han tratado de suprimir el deseo natural, esforzándose por destacar el celibato obligatorio, desviando así con frecuencia a la naturaleza y sometiendo al "hombre natural" a reglas y reglamentos que no estaban en la intención divina.
 
2. Han tratado de agotar -en el otro extremo- el deseo sexual normal por medio de la promiscuidad, el libertinaje y las perversiones, perjudicándose y sentando las bases paras las dificultades que se producirán en muchas encarnaciones futuras.

 

La verdadera transmutación es, en realidad, el logro de un correcto sentido de proporción en relación con cualquier aspecto de la vida humana y, en lo que respecta a los hombres actualmente, tiene particular referencia al centro sacro y a las energías que lo ponen en actividad. Cuando el debido reconocimiento del lugar que la vida del sexo debe ocupar en la vida diaria vaya paralelo a la concentración mental en el centro laríngeo, ese centro automáticamente llegará a ser magnético y atraerá hacia arriba las fuerzas del centro sacro a través de la columna vertebral, "al lugar de la construcción creadora"; entonces la vida sexual normal no se atrofiará y estará regulada y relegada a su correcto lugar, como una de las facultades o apetitos comunes de los cuales fue dotado el hombre; la vida sexual es controlada cuando no se tiene un interés directo y está subordinada a la ley del país, respecto a su relación con el polo opuesto -negativo y femenino o positivo y masculino. Para el aspirante esto se convierte principalmente en agente que crea los vehículos necesarios para las almas que encarnan. De esta manera, por la fuerza del ejemplo, evitando todos los extremos, aplicando las energías corporales a cosas superiores y aceptando la ley del país de residencia, los actuales desórdenes y el abuso del principio sexual, cederán el lugar a la vida ordenada y al correcto empleo de esta primordial función corporal.
 
La vida física puede regularse cuando la personalidad suficientemente integrada y coordinada y el centro ajna (el centro entre las cejas) están activos y controlados por el alma. Ésto tiene un efecto inmediato -automáticamente inducido- sobre la glándula vinculada a dicho centro que se convierte en una parte equilibrada del sistema endocrino general, evitándose el desequilibrio anterior. Simultáneamente el centro coronario se hace activo, como resultado de la percepción mental, la meditación y el servicio del aspirante, lo cual pone en actividad a la glándula vinculada, la pineal. Todo esto es también el abecé del ocultismo.
 
Frecuentemente se omite en la consideración normal, el hecho de que la creciente actividad de esos dos "puntos de luz en la cabeza", se relacionan básicamente con lo que ocurre en los centros sacro y laríngeo, mientras prosigue el proceso transmutador, y las energías del centro sacro se reúnen en el centro laríngeo, pero sin retirar toda la energía del centro inferior; de esta manera se mantiene en forma apropiada su actividad normal. Entonces entran en la correspondiente actividad los dos centros de la cabeza, se afectan recíprocamente los elementos negativo y positivo y brilla la luz en la cabeza; se establece una línea de luz entre los centros ajna y coronario que permite la libre interacción, por lo tanto, entre el cuerpo pituitario y la glándula pineal.

Cuando existe esta línea de luz y hay una relación inobstruida entre los dos centros y las dos glándulas, entonces es posible la primera iniciación. Cuando esto tiene lugar, no debe inferirse por ello que la tarea de transmutación, llevada a cabo entre los centros inferior y superior y la relación entre los dos centros de la cabeza, se ha concluido y establecido plena y finalmente. La línea de luz sigue siendo tenue e inestable, pero existe. La energía liberada en la primera iniciación y distribuida a los centros sacro y laríngeo (por conducto del centro coronario, en lento despertar) lleva el proceso de transmutación a una conclusión exitosa y estabiliza la relación dentro de la cabeza. Este proceso puede insumir varias vidas de esfuerzo, que va intensificándose constantemente por parte del iniciado‑discípulo.

 

3) El conocimiento concerniente a las glándulas endocrinas o de secreción interna, está aún en estado embrionario. Mucho se sabe acerca de las glándulas que están vinculadas al centro sacro y también sobre la glándula tiroides, pero hasta ahora lógicamente la profesión médica no admite que sean efectos de la actividad o inactividad de los centros, o la línea de menor resistencia, existente entre los centros sacro y laríngeo. Algo se conoce (no mucho) acerca del cuerpo pituitario, pero su primordial importancia, al afectar la respuesta psicológica del individuo, aún no ha sido captada adecuadamente. Nada se conoce, hablando con propiedad, sobre las glándulas pineal y timo, y ello se debe a que los centros coronario y cardíaco no están despiertos en el hombre subdesarrollado ni tampoco en el ciudadano común. La existencia de una considerable riqueza de conocimiento sobre el centro sacro (como fuente de creación física) y los efectos condicionantes de la glándula tiroides, se debe a que ambos centros están ya despiertos en el hombre común, y cuando funcionan adecuadamente y se ha establecido la interacción necesaria, tenemos entonces un individuo muy sexual que es también un artista creador en alguna línea del arte. Como bien saben, esto es muy frecuente. Cuando el centro ajna y su exteriorización, el cuerpo pituitario, se hallan también activos y los tres centros -sacro, laríngeo y ajna- comienzan a relacionarse, a funcionar y a establecer una relación consciente y definida entre aquel y los demás centros (lo cual depende del rayo, de la conciencia objetiva y del entrenamiento), tenemos entonces al místico práctico, al humanista y al ocultista.
 
Los estudiantes deben recordar que la energía tiende a ir tanto hacia arriba como hacia abajo, dentro de la estructura de los centros. En lo que concierne al aspirante y al discípulo:
 
1. La tendencia hacia arriba produce Transmutación.
 
- Del centro sacro al centro laríngeo. La creación física es trasmutada en creación artística.
 
- Del centro plexo solar al centro cardíaco. La conciencia individual y emocional es trasmutada en conciencia grupal.
 
- De la base de la columna vertebral al centro coronario. La fuerza material es trasmutada en energía espiritual.
 
- De cualquiera de los cinco centros que se hallan en la columna vertebral, al centro ajna. La vida sin coordinación es trasmutada en integración de la personalidad.
 
- De los seis centros, relacionados entre sí, al centro más elevado de la cabeza. La actividad de la personalidad es trasmutada en vida espiritual.
 
 

Esta es una amplia generalización, y el proceso no se lleva a cabo mediante un método consecutivo y ordenado, como podría sugerir la clasificación dada. El proceso implicado abarca muchas vidas de transmutación inconsciente en las primeras etapas, y como resultado de amargas experiencias y esfuerzo consciente en las etapas posteriores, llega a ser crecientemente dinámico y efectivo a medida que el aspirante recorre las diversas etapas del sendero. Los cinco rayos con los cuales el discípulo debe actuar (dos rayos mayores condicionantes y tres rayos subsidiarios), tienen un definido efecto activo; en los reajustes kármicos proveen la oportunidad o el impedimento, y la complejidad de todo el proceso (dentro de la experiencia relativamente limitada del discípulo) lleva a tal confusión mientras se está desarrollando, que lo único que puede hacer es captar los amplios delineamientos dados aquí y no prestar demasiada importancia a los detalles inmediatos.
 
 

2. La tendencia hacia abajo produce Transformación.

Una vez que el centro coronario comienza a despertar y el discípulo, activamente consciente, se dedica a la tarea de dirigir las energías hacia los centros, a fin de regir la vida de su personalidad, se ha logrado el procedimiento científico de energetizar los centros con cierto ritmo ordenado, que a su vez es determinado por los rayos, las circunstancias y el karma; entonces todas las energías corpóreas son impelidas a una correcta actividad espiritual. El proceso involucrado no se puede tratar aquí, excepto señalar que esta tendencia descendente puede ser considerada burdamente en tres etapas:
 
1. La etapa de energetización de la vida creadora, vía el centro laríngeo, poniendo así:
 

a) a los centros coronario y laríngeo,

b) a ambos y al centro sacro, y

c) a los tres, simultánea y conscientemente, en relación consciente.
 
Cuando se establezca correctamente esta relación, se solucionará el problema sexual del individuo sin recurrir a la inhibición o supresión, sino por el correcto control se logrará que el discípulo sea creador en sentido mundano, y por lo tanto de utilidad para sus semejantes.
 
 

2. La etapa de energetización de la vida consciente de relación, vía el centro cardíaco, poniendo
 
a) a los centros coronario y cardíaco,

b) a ambos y al centro plexo solar, y

c) a los tres, simultánea y conscientemente, en estrecha colaboración.
 
Esto sirve para establecer rectas relaciones humanas, grupales y espirituales, durante toda la vida del hombre. De la misma manera que la etapa de regulación de la vida creadora produce un destacado efecto sobre el cuerpo físico, así esta etapa afecta poderosamente al vehículo astral; las reacciones emocionales son transformadas en aspiración y servicio, el amor egoísta individual en amor grupal, entonces la divinidad rige la vida.
 
 

3. La etapa de energetización de todo el hombre, vía el centro básico, poniendo
 
a) a los centros coronario y básico,

b) a ambos y al centro ajna, y

c) a los tres, simultánea y conscientemente, en expresión rítmica y coordinada. Esta etapa final es de gran importancia y sólo tiene lugar cuando se completa en la tercera iniciación, la de la Transfiguración.
 
Por lo tanto pueden ver que tres importantes palabras describen el propósito del desarrollo científico y la correcta dirección de los centros:
 
Transmutación Transformación Transfiguración

 

4) Estas ideas (transferencia, dificultades psicológicas y resultados patológicos) pueden aclararse por sí mismas en sus mentes si les expongo, por ejemplo ciertos hechos referentes al centro sacro, que rige durante tan largo tiempo al animal y a la vida física creadora del ser humano. En el proceso de la evolución el centro sacro pasa por esas etapas donde actúa automática e inconscientemente, como sucede con el hombre estrictamente animal; luego viene la etapa en que actúa impulsado por el deseo, el placer y la satisfacción física cuando la imaginación comienza a ejercer su influencia, y después el período en que hay una consciente subordinación de la vida al impulso sexual, de naturaleza distinta del que mencioné primero. El sexo llega a ser una idea predominante en la conciencia, y muchas personas en la actualidad están pasando por esa etapa. Todos, en algún momento o en alguna vida, pasarán por ella. A esto le sigue el período de transferencia donde la atracción física del sexo y el anhelo de crear físicamente ya no domina tanto, y las fuerzas comienzan a reunirse en el plexo solar. Allí serán controladas en su mayor parte por la vida astral imaginativa, mucho más que por la inconsciencia animal o la vida consciente de deseo. Se mezclarán con las fuerzas del plexo solar y serán gradualmente ascendidas al centro laríngeo, pero siempre a través del centro cardiaco.
 
Tenemos aquí el punto principal de las dificultades que afectan al místico, quien rápidamente viene al ser y a la actividad funcional. Llega a hacerse dolorosamente consciente de la dualidad, la atracción del mundo y la visión mística; de las posibilidades divinas y las potencias de la personalidad; del amor, en lugar del deseo y la atracción, y de la relación divina, en lugar de las relaciones humanas. Sin embargo, el tema todavía continúa interpretándose en términos de dualidad. El sexo aún persiste imaginativamente en su conciencia y no ha sido relegado a un lugar equilibrado como el que ocupan los otros instintos de la naturaleza humana, lo cual da por resultado un interés casi patológico en el simbolismo del sexo y lo que podría denominarse una vida sexual espiritualizada. De ello tenemos grandes ejemplos en los escritos y experiencias de muchos místicos de la edad media. En ellos hallamos expresiones tales como la "desposada de Cristo", el "matrimonio en los Cielos", la representación de Cristo como "esposo celestial" y muchos otros símbolos y frases. En el Canto de Salomón tenemos la rendición masculina del mismo acercamiento sexual básico al alma y a su omniabarcante vida.
 
Estos y muchos otros ejemplos desagradables de la sicología sexual están mezclados con la verdadera y pronunciada aspiración y ansiedad mística y el genuino anhelo de unirse a lo divino. La causa de todo reside en la etapa de transferencia. Las energías inferiores están sujetas, como podrá verse, a dos etapas de transferencias: Primero, al plexo solar y de allí al centro laríngeo, centro que durante este período no está suficientemente activo ni despierto para absorber y utilizar las energías del sacro, que en algunos casos son detenidas durante la ascensión y retenidas momentáneamente en el centro cardíaco, produciendo el fenómeno del impulso sexual (acompañado a veces por una definida reacción sexual física), del erotismo religioso y, generalmente, de una actitud malsana que abarca desde la verdadera sexualidad hasta el celibato fanático. Este último es un extremo tan indeseable como el otro, y ambos producen resultados muy reprobables. Con frecuencia, cuando se trata de un místico masculino, habrá una expresión sexual super desarrollada en el plano físico, perversiones de distintos tipos o una pronunciada homosexualidad. En los casos femeninos puede haber muchas perturbaciones en el plexo solar (en lugar de perturbaciones en el sacro) y la consiguiente afección gástrica, una vida imaginativa malsana, que abarca desde el endeble prurito hasta formas definidas de enajenación sexual, acompañadas frecuentemente por una poderosa inclinación religiosa. Quisiera recordarles que estamos tratando las anormalidades y en consecuencia debo referirme a cosas desagradables. Si en las etapas primitivas del desarrollo místico existiera una correcta orientación de la vida mental y de los pensamientos, además de una valiente explicación del proceso, se evitarían grandes dificultades. Estas primitivas etapas se asemejan mucho al interés demostrado por el adolescente hacia el sexo y la religión. Ambos están íntimamente aliados durante este período particular de desarrollo. Si los educadores, progenitores y los que están vinculados al entrenamiento de la juventud, pudieran prestarles una ayuda correcta, ciertas tendencias indeseables (tan prevalecientes ahora) no se convertirían en hábitos y estados mentales como ocurre hoy.

 

5) El canal de acercamiento o de descenso, es el siguiente:
 
a. Del aspecto voluntad de la vida monádica a ese nivel de conciencia y energía, denominado el aspecto de la mente superior.

b. De la mente superior a los pétalos del conocimiento del loto egoico.

c. De estos vórtices de fuerza a la mente inferior o concreta en la cual actúa con toda familiaridad el hombre inteligente común -al centro laringeo, y de allí inmediatamente al centro sacro (el centro de creación o de reproducción en el plano físico). Desde allí asciende nuevamente al centro laríngeo, donde el anhelo físico creador es trasmutado en algún tipo de creación artística o literaria, y más tarde se trasmuta en el poder de crear grupos u organizaciones que expresarán alguna idea o pensamiento emanado de la mente de Dios, que exige una precipitación inmediata sobre la tierra.

 

6) Que el discípulo transfiera el fuego desde el triángulo inferior al superior y preserve aquello que es creado por el fuego en el punto medio.
 
Esto literalmente significa que el iniciado controle lo que se entiende generalmente por impulso sexual y la transferencia del fuego que ahora vitaliza normalmente los órganos genitales, al centro laríngeo, llegando a la creación en el plano mental, por medio de la mente. Aquello que se ha de crear, debe ser nutrido y mantenido por la energía amor de la naturaleza, emanada del centro cardíaco.
 
El triángulo inferior mencionado es:

1. El plexo solar

2. La base de la columna vertebral.

3. Los órganos genitales.

Mientras que el superior, como se ha señalado, es:

1. La cabeza

2. La garganta

3. El corazón
 
Esto puede ser interpretado por el lector superficial como el mandato de ser célibe, y la promesa, por el solicitante, de que se abstendrá de toda manifestación física del impulso sexual. Pero no es así. Muchos iniciados han logrado su objetivo cuando, correcta e inteligentemente, participaron en la relación matrimonial. El iniciado cultiva una peculiar actitud mental, donde reconoce que todas las formas de manifestación son divinas, y que el plano físico es una forma de expresión divina como cualquiera de los planos superiores. Se da cuenta que la manifestación más íntima de la divinidad debe estar bajo el control consciente de la divinidad interna, y que todo acto debe ser regido por el esfuerzo de cumplir todos los deberes y obligaciones, supervisar toda acción y actuación y utilizar el vehículo físico, de modo que el grupo pueda ser beneficiado por ello y ayudado en su progreso espiritual, en la ley perfectamente cumplida.
 
No se puede negar que en ciertas etapas es aconsejable que el hombre logre perfecto control, en determinado sentido, por medio de una temporaria abstención, pero esto es un medio para un fin, que será seguido por etapas, cuando -obtenido el control- el hombre demuestre los atributos de la divinidad a través del cuerpo físico, y cada centro se use normal e inteligentemente para desarrollar los propósitos de la raza.
 
Los Iniciados y Maestros contraen matrimonio en muchos casos, y normalmente cumplen con sus deberes conyugales y domésticos como esposos y esposas, pero se controlan y regulan por el propósito y la intención, y ninguno se deja llevar por la pasión ni el deseo. En el hombre perfecto, en el plano físico, todos los centros están completamente controlados, siendo su energía utilizada legítimamente. La voluntad espiritual del divino Dios interno es el factor principal; así habrá manifiesta unidad de esfuerzo en cada plano, por medio de todos los centros, para el mayor bien de un mayor número.
 
He tratado estos temas porque muchos estudiantes se confunden y adoptan una actitud mental que atrofia completamente la naturaleza física normal, o bien se entregan al libertinaje bajo el pretexto de "estimular los centros" y acrecentar el desenvolvimiento astral. El verdadero iniciado debe ser conocido por su prudente y santificada normalidad, por su constante conformidad con lo que es para el bien del grupo, según las leyes del respectivo país, por el control y abstención de todo tipo de excesos y por el ejemplo de vida espiritual y rectitud moral que da a sus asociados, juntamente con la disciplina de su vida.
 
7) Recordaré a los estudiantes que en los tres puntos siguientes, relacionados con la transferencia de energía, debe tenerse en cuenta:
 
1. Que debe hacerse una transferencia de energías desde los centros inferiores a los superiores; esto generalmente se efectúa en dos etapas, que se llevan a cabo dentro de la personalidad, y van paralelas a la transferencia de la energía espiritual desde el depósito de fuerza denominado alma, al hombre en el plano físico. Esto es posible cuando el hombre realiza la transferencia necesaria dentro de sí mismo, y tiene lugar en el transcurso del proceso evolutivo o puede acelerarse por el entrenamiento forzado, impartido a los discípulos en todos los grados.
 
2. Que dentro de este campo principal de actividad se deberán realizar las siguientes transferencias:
 
a. La energía del centro en la base de la columna vertebral (el órgano de la voluntad personal) debe ser elevada por la columna vertebral hasta el centro coronario, por medio del centro ajna.
 
b. La energía del centro sacro (que rige la vida sexual y los órganos de la creación física) debe ser elevada al centro laríngeo, el cual se convierte en órgano de actividad creadora que no es de naturaleza física.
 
c. La energía del plexo solar (el órgano del deseo personal autoconsciente) debe ser elevada al corazón y allí trasmutarse en servicio grupal.
 
3. Que dichos centros se desarrollan y se ponen en actividad en tres etapas y así progresivamente condicionan el aspecto externo de la vida de un hombre:
 
a. El período en que los centros están activos sólo en forma indolente y semialetargada; las fuerzas que los componen y expresan se mueven lentamente con ritmo pesado e inanimado; la luz que se percibe donde hay un centro es tenue; el punto de potencia eléctrica en el centro ("el corazón del loto o chakra", el eje de la rueda, como se lo denomina esotéricamente en la enseñanza oriental) está relativamente pasivo. Afluye al centro la suficiente energía para la conservación de la vida, el buen funcionamiento de la naturaleza instintiva, juntamente con la tendencia a reaccionar en forma vacilante e ignorante, al estímulo proveniente del plano astral, a través del cuerpo astral del individuo.
 
b. El período en que tiene lugar la definida elevación e intensificación de la fuerza. La luz de los centros es más brillante y el centro del plexo solar, en especial, se hace muy activo. Pero, la verdadera vida del hombre todavía está enfocada debajo del diafragma. Los centros que se hallan arriba del mismo están oscurecidos, apagados y relativamente inactivos; sin embargo el punto en el centro es más eléctrico y dinámico. En esta etapa el hombre es el ciudadano inteligente común, controlado predominantemente por su naturaleza inferior y sus reacciones emocionales, y emplea la mente que posee para satisfacer sus necesidades. Sus centros reciben principalmente fuerzas provenientes del astral y del físico, y sólo ocasionalmente responde a impactos mentales.
 
c. El período en que se realiza la primera transferencia. Podrá durar mucho tiempo y abarcar varias vidas. Los centros debajo del diafragma están totalmente despiertos; su actividad es enorme; su luz es vívida; su interrelación es real y de tal magnitud que se ha establecido un campo magnético completo, involucrando toda la zona debajo del diafragma, y llega a ser suficientemente poderosa como para extender su influencia arriba de éste. El plexo solar se convierte en el órgano dominante en lugar del centro sacro, que durante tanto tiempo ha determinado la vida de la naturaleza animal. Se transforma en el receptor de las corrientes de energía que vienen de abajo, absorbiéndolas e iniciando la tarea de desviarlas y transferirlas a los centros superiores. El hombre se convierte ahora en un aspirante y ciudadano altamente inteligente. Es consciente de la dualidad de su naturaleza, de lo que está abajo y de lo que se halla arriba, como se dice comúnmente, y está ya preparado para hollar el Sendero de Probación.
 
d. El período en que continúa la transferencia. Las fuerzas del sacro son conducidas a la garganta y las fuerzas del plexo solar al corazón. Esta última transferencia se hace todavía en tan ínfima medida que su efecto es casi nulo. Este período es extenso y muy difícil. Hoy la mayoría de las personas atraviesan los períodos c y d, preparatorios para la manifestación de la vida mística.
 
e. El período en que los centros cardíaco y laríngeo se ponen en actividad. El hombre es un creador inteligente en una u otra línea y va siendo lentamente consciente del grupo. Sin embargo, sus reacciones tienen aún un móvil egoísta, aunque al mismo tiempo está sujeto a los ciclos de visualización y períodos de esfuerzo espiritual. La vida mística lo atrae definidamente y se va convirtiendo en un místico.
 
f. Se inicia el segundo período de transferencia y el centro ajna, que rige a la personalidad integrada, se hace activo y dominante. La vida de los sentimientos y del esfuerzo místico, en ese momento, puede disminuir momentáneamente su expresión y ser reemplazada por las fervorosas y vehementes disciplinas, la integración, las ambiciones, los objetivos y las expresiones personales. Éste es un cambio correcto y bueno, pues tiende a completar el desarrollo. Es momentáneo, pues el místico todavía se halla latente detrás de las actividades externas y de los inteligentes esfuerzos mundanos, y volverá a surgir nuevamente para realizar un esfuerzo vital cuando controle y se haya despertado plenamente la naturaleza mental, haya saciado el deseo de la satisfacción mental y "el hijo de Dios esté preparado para resucitar y entrar en la casa del Padre". Durante este período, el hombre inteligentemente creador y poderoso llega al cenit de la vida personal. Los centros debajo de la cabeza están activos y funcionando, pero los centros debajo del diafragma se subordinarán y serán controlados por los que están arriba. Entonces estarán sujetos a la voluntad condicionadora del hombre, quien es regido a su vez por la ambición, la eficiencia intelectual y esa forma de trabajo grupal que tiende a expresar la potencia de su personalidad. El centro ajna está vívido y potente, el centro laríngeo intensamente activo y el centro cardíaco va despertando rápidamente.
 
g. El período en que el centro más elevado de la cabeza es puesto en radiante actividad. Esto ocurre como resultado de la elevación (en forma nueva y más potente) del instinto místico, y se produce cuando existe también un acercamiento inteligente a la realidad. El resultado es doble:
 
1.  El alma comienza a derramar su energía dentro de todos los centros etéricos y vitales por medio del centro coronario.
 
2.  El punto en el corazón de cada centro entra en su primera y verdadera actividad; llega a ser radiante, brillante, magnético y poderoso, en tal forma, que "oscurecerá la luz de todo lo que lo circunda".
 
Todos los centros del cuerpo son impelidos a una actividad ordenada por las fuerzas del amor y la voluntad. Entonces tiene lugar la última transferencia de todas las energías corporales y síquicas al centro coronario, efectuada por el despertar de los centros en la base de la columna vertebral. Luego los dos grandes polos opuestos tal como lo simbolizan y expresan el centro coronario (el órgano de energía espiritual) y el centro de la base de la columna vertebral (el órgano de las fuerzas materiales), se mezclan y fusionan, y desde ese momento el hombre es controlado únicamente desde arriba por el alma.
 
8) Durante el período de transferencia en que las fuerzas del cuerpo se hallan en un estado de mutación y de flujo anormales, se evidencia el peligro para el místico y el discípulo, y cuán serios pueden ser los resultados de cualquier transferencia efectuada forzadamente en lugar de seguir el curso natural de la evolución. Esto explica, en forma parcial, el trastorno y el caos existente en el mundo. Las fuerzas que afluyen en la actualidad a través del conglomerado de hombres comunes e inteligentes (con ello quiero significar esas personas cultas, capaces de interpretar las noticias mundiales y discutir los acontecimientos y tendencias del mundo), constituyen el terreno experimental para transferir la energía del centro sacro al centro plexo solar, lo que conduce inevitablemente a una conmoción, al sobreestímulo, a la rebeldía, y a muchas otras dificultades.
 

 
9) En lo que se refiere a la evolución humana, esta cuarta ley es de primordial importancia en la actualidad. El objetivo del esfuerzo humano es dual, consistiendo en ser controlado por esta ley y también en manejarla para prestar servicio. Debido a esta ley la expresión sexual, tal como la conocemos, es trasmutada y elevada; el sexo es solamente una demostración, en el plano físico, de la ley de Atracción, y también la actuación de dicha ley en el reino humano y en todos los reinos inferiores. El amor hacia todo lo que respira y la atracción demostrada como servicio es semejante a lo expresado en la Triada. La expresión del sexo, dos que se unen, se trasmuta cuando los muchos se unen para prestar servicio, engendrando nuevos ideales y una nueva raza, la espiritual.

 

10) El peligro de sobreexcitación de estos órganos es muy conocido teóricamente y no intento extenderme sobre ello. Bastará que diga que este peligro es muy real. La razón es que, al sobreexcitar estos centros, el fuego interno no hace más que seguir la línea de menor resistencia, debido a la polarización de toda la raza. Por lo tanto, el trabajo que el estudiante debe realizar es doble:
 
a.  Apartar su conciencia de esos centros. Esto no es fácil pues significa contrarrestar las consecuencias de un desarrollo milenario.
 
b.  Dirigir el impulso creador al plano mental. Si logra realizarlo con éxito, la actividad del fuego divino se dirigirá al centro laríngeo y al correspondiente centro de la cabeza, en lugar de los órganos inferiores genitales. Por lo tanto, se evidenciará por qué no es conveniente dedicar mucho tiempo a la meditación durante los primeros años, salvo que el hombre esté muy avanzado. La antigua y sabia regla brahmánica de que el hombre debe dedicar sus primeros años a tareas del hogar y sólo después de haber llenado sus funciones como hombre, puede llevar la vida del devoto, encierra gran sabiduría. Esta es la regla para la mayoría. Para los Egos avanzados, los estudiantes y discípulos no es así, pues cada uno debe resolver su propio problema individual.

 

 

 

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