|
EL CAOS Y EL ORDEN SUPERIOR
Cuando nos conocemos únicamente a través del contenido, creemos saber también
qué es bueno o malo para nosotros. Diferenciamos entre las cosas que "son buenas
para mi" y las que son malas. Hay una percepción fragmentada de la totalidad de
la vida en la cual todo está interconectado, en la cual todos los sucesos tienen
su lugar y su función necesaria dentro de la totalidad. Sin embargo, la
totalidad es más que la apariencia de las cosas, más que la suma total de sus
partes, más que lo que la vida o el mundo pueda contener.
Detrás de la sucesión aparentemente aleatoria o hasta caótica de sucesos que
acontecen en la vida y también en el mundo yace oculto el desenvolvimiento de un
orden y un propósito superiores. El proverbio Zen lo expresa bellamente: "La
nieve cae copo por copo, cada uno en su lugar preciso". Es imposible comprender
este orden superior a través del pensamiento porque todo lo que pensamos es
contenido, mientras que el orden superior emana del ámbito informe de la
conciencia, de la inteligencia universal. Pero podemos vislumbrarlo y, lo que es
más, podemos entrar en consonancia con él, haciéndonos partícipes conscientes
del desenvolvimiento de ese propósito superior.
Cuando paseamos por un bosque en el cual no ha intervenido la mano del hombre,
nuestra mente pensante ve solamente el desorden y el caos. No logra tan siquiera
diferenciar entre la vida (lo bueno) y la muerte (lo malo) porque por todas
partes brota la vida a partir de la materia podrida y en descomposición. Es
solamente si tenemos suficiente quietud interior y si se acalla el ruido del
pensamiento que podemos tomar conciencia de la armonía oculta, de lo sagrado,
del orden superior en el cual todo tiene su lugar perfecto y no podría ser de
otra manera ni estar en otro lugar.
La mente se siente más cómoda en un parque construido por el hombre porque ha
sido planeado a través del pensamiento; no ha crecido orgánicamente. Hay un
orden comprensible para la mente mientras que, en el bosque, hay un orden
incomprensible que la mente interpreta como caos y que está más allá de las
categorías mentales de bueno y malo. No lo podemos comprender a través del
pensamiento, pero sí sentirlo cuando logramos acallar la mente, hacer silencio y
prestar atención sin tratar de comprender o explicar. Sólo entonces podemos
tomar conciencia del aspecto sagrado del bosque. Tan pronto como sentimos la
armonía oculta, lo sagrado, nos damos cuenta de que somos parte de eso mismo. Y
cuando reconocemos esa verdad, nos hacemos partícipes conscientes de la misma.
De esta manera, la naturaleza nos ayuda a entrar nuevamente en consonancia con
la totalidad de la vida.
|
|