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CÓMO DESCUBRIR QUIÉN ES UNO EN REALIDAD, NUESTRA VERDADERA ESENCIA
Gnosti te auton: Conócete a ti mismo.
Estas eran las palabras que aparecían inscritas en la entrada del templo de
Apolo en Delfos, sede del oráculo sagrado. Los habitantes de la Antigua Grecia
visitaban al oráculo con la esperanza de descubrir lo que les deparaba el
destino o lo que debían hacer en una determinada situación. Es probable que la
mayoría de los visitantes leyeran esas palabras al ingresar al tempo sin darse
cuenta que apuntaban a una verdad más profunda que cualquiera otra que el
oráculo les pudiera indicar. Quizás también hubiera pasado desapercibido para
ellos el hecho de que, independientemente de la magnitud de la revelación o de
la exactitud de la información recibida, en últimas, de nada les serviría ni los
salvaría de la infelicidad y del sufrimiento provocado por ellos mismos si no
encontraban la verdad oculta en ese imperativo de "Conócete a ti mismo". Lo que
esas palabras implican es lo siguiente: antes de hacer ninguna otra pregunta,
primero debemos hacer la pregunta más fundamental en la vida: ¿Quién soy?
Las personas que viven en la inconsciencia (y muchas permanecen en esa
inconsciencia, atrapadas en el ego durante toda la vida), se apresuran a
responder esa pregunta: hablan de su nombre, ocupación, historia personal, la
forma o el estado de su cuerpo, y de cualquier otra cosa con la cual se
identifican. Otras parecerían más evolucionadas al decir que son espíritu o
almas inmortales. ¿Pero realmente se conocen a sí mismas, o apenas han adoptado
algunos conceptos de visos espirituales como parte del contenido de su mente?
Conocernos a nosotros mismos no es limitarnos a adoptar una serie de ideas o
creencias. En el mejor de los casos, las ideas y las creencias espirituales son
pautas importantes, pero rara vez encierran el poder para desalojar los
conceptos medulares arraigados de lo que creemos ser, los cuales son parte del
condicionamiento de la mente humana. El conocimiento profundo de nuestro ser no
tiene nada que ver con las ideas que flotan en nuestra mente. Conocernos a
nosotros mismos implica estar enraizados en el Ser, en lugar de estar perdidos
en la mente.
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