CÓMO LIBERARSE DEL CUERPO DEL DOLOR
Una pregunta frecuente es: "¿cuánto tiempo se necesita para liberarse del cuerpo
del dolor?" Eso depende, por supuesto, de la densidad del cuerpo del dolor y del
grado o intensidad del estado de Presencia de la persona. Pero la causa del
sufrimiento que nos infligimos e infligimos a los demás no es el cuerpo del
dolor sino la identificación con él. No es el cuerpo del dolor sino la
identificación con él la que nos empuja a revivir el pasado una y otra vez y la
que nos mantiene en un estado de inconsciencia. Por consiguiente, sería más
importante preguntar lo siguiente: "¿Cuánto tiempo se necesita para dejar de
identificarse con el cuerpo del dolor?"
Y la respuesta a esa pregunta es que no se necesita tiempo. Cuando se activa el
cuerpo del dolor debemos reconocer que lo que sentimos es el cuerpo del dolor
interno. Ese reconocimiento es todo lo que se necesita para romper la
identificación con el cuerpo del dolor. Y cuando la identificación cesa,
comienza la transmutación. El hecho de saber impide que la vieja emoción se suba
a la cabeza y se apodere no solamente del diálogo interno sino también de
nuestros actos y de nuestras interacciones con los demás. Esto significa que el
cuerpo del dolor queda imposibilitado para alimentarse y renovarse a través de
nosotros. Entonces la emoción permanece en nosotros durante un tiempo y emerge
periódicamente.
Ocasionalmente puede también engañarnos para que nos identifiquemos con ella y
no podamos ver la identificación, pero no por mucho tiempo. El hecho de no
proyectar las viejas emociones sobre las situaciones implica tener que
enfrentarlas directamente en nuestro interior. Si bien puede no ser agradable,
no nos matará. Nuestra Presencia es más que capaz de repelerla. La emoción no es
nuestra esencia.
Cuando sienta su cuerpo del dolor, no caiga en el error de pensar que hay algo
malo en usted. Al ego le encanta cuando nos convertimos en problema. El
reconocimiento debe ir acompañado de aceptación. Cualquier otra cosa lo
debilitará. Aceptar implica permitirnos sentir lo que sea que estemos sintiendo
en el momento. Es parte de la existencia del Ahora. No podemos discutir con
aquello que es. Bueno, sí se puede, pero a costa del sufrimiento. Aceptando nos
convertimos en lo que somos: vastos y espaciosos. Nos convertimos en el todo que
somos, dejamos de ser un fragmento como lo cree el ego y damos paso a nuestra
verdadera naturaleza. Y entonces somos uno con la naturaleza de Dios.
Jesús lo
enseñó cuando dijo, "por tanto, sed Uno como el Padre que está en el Cielo es
Uno". La frase del Nuevo Testamento que dice, "Sed perfectos" es una traducción
errada de la frase original en griego que significa "íntegro", "completo". Eso
quiere decir que no necesitamos convertirnos en uno sino que ya lo somos, con o
sin el cuerpo del dolor.
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