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DIÁLOGO SOBRE EL PROPÓSITO INTERIOR
El diálogo que viene a continuación resume un sinnúmero de conversaciones que he
sostenido con personas que estaban buscando su verdadero propósito en la vida.
Decimos que algo es verdad cuando resuena con nuestro Ser más profundo, cuando
está en consonancia con nuestro propósito interno. Es por eso que en este
diálogo dirijo primero la atención al propósito interno y primordial.
P: No sé exactamente de qué se trata, pero cuando pienso en un cambio, siento
que deseo expansión en mi vida; deseo hacer algo que deje huella y, sí, deseo
también la prosperidad y la libertad que viene con ella. Deseo hacer algo
importante, algo que deje una huella en el mundo. Pero si me pregunta qué es
exactamente lo que deseo, tendría que decir que no lo sé. ¿Podría ayudarme a
encontrar mi propósito en la vida?
R: Su propósito es estar aquí, hablando conmigo, porque es aquí donde usted está
y es esto lo que está haciendo, hasta tanto se levante y comience a hacer otra
cosa. Esa otra cosa se convertirá entonces en su propósito.
¿Entonces mi propósito es sentarme en mi oficina durante los próximos 30 años
hasta jubilarme o hasta que me despidan?
En este momento no está en su oficina, de manera que ése no es su propósito.
Cuando esté en su oficina, haciendo lo que sea que haga, ése será su propósito.
No durante los próximos 30 años, sino ahora.
Creo que no nos estamos entendiendo. Para usted, el propósito es lo que
hacemos ahora; para mí significa tener una meta en la vida, algo grande e
importante que imprima sentido a lo que hago, algo que deje huella. Despachar
documentos en la oficina no lo es. Eso lo sé.
Mientras no tenga conciencia de Ser, usted buscará significado solamente en la
dimensión del hacer y del futuro, es decir, en la dimensión del tiempo. Y todo
significado o toda realización que usted encuentre en esa dimensión se disolverá
o demostrará no ser más que una ilusión. El tiempo terminará por destruirlo
indefectiblemente. Todo significado que encontremos en ese plano es verdadero
solamente en términos relativos y temporales.
Por ejemplo, si cuidar de sus hijos le da significado a su vida, ¿qué sucederá
con ese significado cuando ellos ya no necesiten de usted y quizás ni siquiera
deseen escuchar lo que usted tiene que decir? Si le encuentra importancia a la
vida ayudando a los demás, dependerá de que otras personas estén en peores
circunstancias que las suyas para que su vida continúe teniendo significado y
usted pueda sentirse a gusto consigo mismo. Si sobresalir, triunfar o tener
éxito en esto o aquello le proporciona significado, ¿qué pasará si nunca llega a
triunfar o si algún día se termina su racha de buena suerte? Tendría entonces
que recurrir a su imaginación o a sus recuerdos, los cuales le proporcionarán
apenas un significado pobre e insatisfactorio a su vida. Triunfar en cualquier
campo tiene importancia siempre y cuando haya miles o millones de personas que
no hagan lo mismo. Por consiguiente, es preciso que otros seres humanos
"fracasen" para que su vida pueda tener significado.
No estoy diciendo que ayudar a los demás, velar por los hijos o aspirar a la
excelencia en cualquier campo no merezcan la pena. Para muchas personas, son un
aspecto importante de su propósito externo, pero éste por sí solo siempre es
relativo, inestable y transitorio. Pero no significa que usted deba abstenerse
de hacer todas esas cosas. Significa que debe conectarlas con su propósito
primario interno, de tal manera que pueda imprimir un significado más profundo a
todo lo que haga.
Cuando no vivimos en consonancia con nuestro propósito primario, cualquiera que
sea el propósito que tengamos en la vida, aunque sea crear el cielo en la
tierra, provendrá del ego o sucumbirá con el tiempo. Tarde o temprano, llevará
al sufrimiento. Si usted desconoce su propósito interno, todo lo que haga,
aunque parezca espiritual, llevará la marca del ego y, por tanto, acabará por
corromperse. El dicho de que "el camino al infierno está sembrado de buenas
intenciones" apunta a esa verdad. En otras palabras, no son las metas ni los
actos los que son primordiales sino el estado de conciencia del cual emanan.
Alcanzar el propósito primario equivale a sentar las bases para una nueva
realidad, una nueva tierra. Una vez construidos esos cimientos, el propósito
externo se carga de poder espiritual porque las metas y las intenciones se
funden con el impulso evolutivo del universo.
La separación entre el pensamiento y la conciencia, que es el núcleo del
propósito primario, sucede mediante la negación del tiempo. Claro está que no
nos referimos a la negación de la aplicación práctica del tiempo como concertar
una cita o planear un viaje. No nos referimos al tiempo del reloj, sino al
tiempo psicológico, es decir, el hábito afianzado de la mente de buscar la
plenitud de la vida en el futuro donde no es posible hallarla y haciendo caso
omiso de la única puerta de acceso a ella: el momento presente.
Cuando consideras que el principal propósito de tu vida es hacer lo que haces en
el ahora, niegas el tiempo. Esto proporciona un poder inconmensurable. Negar el
tiempo en lo que hacemos también crea la conexión entre el propósito interno y
el externo, entre el Ser y el hacer. Cuando negamos el tiempo, negamos el ego.
Todo lo que hagamos tendrá una calidad extraordinaria porque el hacer mismo se
convierte en el centro de nuestra atención. Nuestro hacer se convierte entonces
en el canal a través del cual penetra la conciencia en este mundo. Esto
significa que hay calidad en lo que hacemos, hasta en las cosas más
insignificantes, como pasar las páginas del directorio telefónico o cruzar una
habitación. El propósito principal de voltear las páginas es voltear las
páginas; el propósito secundario es hallar un número telefónico. El propósito
principal de cruzar la habitación es cruzar la habitación; el propósito
secundario es tomar un libro que está del otro lado, y tan pronto como se toma
el libro, ése se convierte en el propósito principal.
Quizás usted recuerde la paradoja del tiempo a la cual hicimos referencia en un
espacio anterir: todo lo que hacemos consume tiempo y, no obstante, siempre lo
hacemos en el ahora. Entonces, si bien nuestro propósito interno es negar el
tiempo, el propósito externo se relaciona necesariamente con el futuro y no
podría existir sin el tiempo, pero siempre es secundario. Cada vez que sentimos
angustia o tensión es porque otro propósito se ha adueñado de nosotros y hemos
perdido de vista nuestro propósito interno. Hemos olvidado que lo primario es
nuestro estado de conciencia y que todo lo demás es secundario.
¿Acaso vivir de esa manera no me impedirá tratar de lograr algo excepcional?
Mi temor es permanecer encadenado a las minucias el resto de mi vida, a cosas
inconsecuentes. Temo no salir nunca de la mediocridad, no atreverme jamás a
lograr algo extraordinario, no realizar mi potencial.
De las cosas pequeñas a las cuales honramos y proporcionamos cuidados nacen las
cosas grandes. La vida de todas las personas realmente está hecha de detalles.
La grandeza es una abstracción mental y una fantasía del ego. La paradoja está
en que la base de la grandeza está en honrar los detalles del presente en lugar
de perseguir la idea de la grandeza. El momento presente siempre es pequeño en
el sentido de que siempre es simple, pero en él se encarna el mayor de los
poderes. Como el átomo, que es una de las cosas más pequeñas pero que encierra
un poder enorme. Es sólo cuando estamos en consonancia con el momento presente
que logramos acceso a ese poder. Pero podría ser más atinado decir que ese poder
tiene entonces acceso a nosotros, y a través nuestro, al mundo. Jesús se refirió
a este poder cuando dijo, "Estas palabras no vienen de mí. El Padre que está en
mí obra por mí". La ansiedad, la tensión, y la negatividad nos aíslan de ese
poder. La ilusión de estar separados del poder que dirige el universo se
manifiesta nuevamente. Nos sentimos solos para luchar contra algo o para tratar
de lograr alguna cosa u otra. ¿Pero cuál es el origen de la ansiedad, la tensión
o la negatividad? El hecho de habernos apartado del momento presente. ¿Y a qué
se debió eso? Al hecho de haber pensado que otra cosa era más importante. El
haber olvidado nuestro propósito principal. Una pequeña equivocación, un error
de percepción, y el resultado es un mundo de sufrimiento.
A través del momento presente tenemos acceso al poder de la vida misma. Aquello
a lo cual hemos denominado "Dios". Tan pronto como nos apartamos de él, Dios
deja de ser una realidad en la vida y lo único que nos queda es el concepto
mental de Dios, el cual tiene seguidores y detractores. Hasta el hecho de creer
en Dios es un mal sustituto de la realidad viviente de Dios que se manifiesta en
cada momento de la vida.
¿La armonía total con el presente no implica el fin de todo movimiento?
¿Acaso la existencia de un objetivo no implica que hay una interrupción temporal
de la armonía con el momento presente y, tal vez, un restablecimiento de la
armonía a un nivel superior o más complejo una vez se ha cumplido ese objetivo?
Imagino que la semilla que trata de salir de la tierra tampoco puede estar en
armonía total con el momento presente porque su meta es convertirse en árbol.
Quizás cuando alcance la madurez pueda vivir en armonía con el momento presente.
La semilla no desea nada porque está en unión con la totalidad y la totalidad
actúa a través de ella. "¿Por qué preocuparse por la ropa? "Miren cómo crecen
las flores del campo que no trabajan ni tejen", dijo Jesús. "Y yo les aseguro
que ni Salomón en el esplendor de su gloria se vistió como una de esas flores".
Podríamos decir que la totalidad, es decir, la Vida, no se considera separada de
la vida, y por tanto, no desea nada para sí misma. Es por eso que no sufre de
tensión ni de ansiedad. Y si debe morir prematuramente, muere serenamente. Su
entrega y rendición en la muerte es tan total como en la vida. Intuye su
arraigo en el Ser, en la Vida informe única y eterna, por primitiva que sea su
intuición.
Al igual que los sabios taoístas de la antigua China, Jesús nos remite a la
naturaleza porque ve en ella el Poder en acción, cuyo contacto han perdido los
seres humanos. Es el Poder creador del universo. Jesús nos dice que si Dios ha
vestido así a las flores silvestres, ¿no hará mucho más por nosotros? Eso quiere
decir que aunque la naturaleza es una expresión maravillosa de la fuerza
evolutiva del universo, cuando los seres humanos estamos sintonizados con la
inteligencia de base, podremos expresar esa misma fuerza en un nivel más elevado
y maravilloso.
Así, podemos ser fieles a la vida siendo fieles a nuestro propósito interno. A
medida que logramos estar en el presente y plenamente concientes de lo que
hacemos, nuestros actos se cargan de poder espiritual. En un principio es
probable que no notemos los cambios en lo que hacemos, solamente en el cómo. El
propósito primario es entonces permitir que la conciencia fluya en lo que
hacemos. El propósito secundario es aquello que deseamos lograr a través de lo
que hacemos. Mientras que anteriormente la noción del propósito se asociaba con
el futuro, ahora hay un propósito más profundo que solamente podemos hallar en
el presente, mediante la negación del tiempo.
Cuando esté con otras personas, en el trabajo o en algún otro lugar, présteles
toda su atención. Ya no estará allí principalmente como persona, sino como campo
de conciencia, de Presencia despierta. El motivo original para relacionarse con
la persona (comprar o vender algo, solicitar o proporcionar información,
etcétera) pasa a ser secundario. El campo de conciencia que surge entre los dos
se convierte en el propósito primario de la interacción. El espacio de
conciencia adquiere mayor importancia que el tema de la conversación, más
importancia que los objetos físicos o mentales. El Ser humano adquiere
preeminencia sobre las cosas de este mundo. Esto no significa que haya que
descuidar las cosas de la vida práctica. En realidad lo que sucede es que los
quehaceres fluyen no solamente con mayor facilidad sino con mayor contundencia
cuando reconocemos la dimensión del Ser concediéndole primacía. El afloramiento
de ese campo unificador de la conciencia entre los seres humanos es el factor
más esencial de las relaciones en la nueva tierra.
¿Es la noción del éxito apenas una ilusión del ego? ¿Cómo se mide el
verdadero éxito?
El mundo nos dice que el éxito consiste en conseguir aquello que nos proponemos.
Nos dice que el éxito es triunfar, que lograr el reconocimiento y la prosperidad
es un ingrediente esencial. En realidad, esas cosas, o algunas de ellas, no son
otra cosa que subproductos del éxito, pero no el éxito mismo. La idea
convencional de éxito se relaciona con los resultados de lo que hacemos. Hay
quienes dicen que el éxito es producto de una mezcla de esfuerzo y suerte, o
perseverancia y talento, o de estar en el sitio correcto en el momento justo. Si
bien cualquiera de esas cosas pueden ser determinantes del éxito, no son su
esencia. Lo que el mundo no nos dice (porque no lo sabe) es que no puedes
volverte exitoso. Solamente puedes tenerlo. No podemos permitir que un
mundo demente nos diga que hay otro éxito aparte de un momento presente exitoso.
¿Y eso qué quiere decir? Que hay una sensación de calidad en lo que haces, hasta
en la actividad más insignificante. Calidad implica cuidado y atención, que
vienen con la conciencia. La calidad requiere Presencia.
Digamos que usted es empresario y al cabo de dos años de luchas y esfuerzos
finalmente desarrolla un producto o servicio que se vende bien y produce
utilidades. ¿Éxito? Sí, en términos convencionales. Pero la verdad es que fueron
dos años de contaminar el cuerpo y la tierra con energía negativa, de mortificar
a las personas a su alrededor y de afectar a muchas otras personas a quienes
nunca conoció. El supuesto consciente sobre el cual se apoyó todo el esfuerzo
fue que el éxito es un suceso futuro y que el fin justifica los medios. Pero el
fin y los medios son uno solo. Y si los medios no contribuyen a la felicidad del
ser humano, tampoco lo hará el fin. El resultado, el cual es inseparable de las
actuaciones que condujeron a él ya está contaminado por esas actuaciones y, por
ende, será fuente de más infelicidad. Ese es el karma que perpetúa la
infelicidad.
Como usted ya lo sabe, su propósito externo o secundario está en la dimensión
del tiempo, mientras que su propósito principal es inseparable del Ahora y, por
tanto, exige negar el tiempo. ¿Cómo reconciliar ambas cosas? Dándote cuenta que
todo el viaje de la vida consta en último término del paso que se da en el
momento presente. Lo único que hay siempre es este paso, de tal manera que es
preciso prestarle toda la atención. Esto no significa que no sepas hacia dónde
va sino que el paso de este momento es lo primario mientras que el destino es
secundario. Y lo que encontramos al llegar a nuestro destino depende de la
calidad de este paso. Otra forma de decirlo es la siguiente: lo que el futuro te
reserva depende de tu estado de conciencia ahora.
Éxito es cuando el hacer se impregna de la calidad atemporal del Ser. A menos
que el Ser impregne lo que hacemos, a menos que estemos presentes, nos
perderemos en cualquier cosa que hagamos. También nos perdemos en el pensamiento
y en nuestras reacciones a lo que sucede externamente.
¿A qué se refiere exactamente cuando habla de que "nos perdemos "?
La conciencia es la esencia de lo que somos. Cuando la conciencia (usted) se
identifica completamente con el pensamiento y olvida su naturaleza esencial, se
pierde en el pensamiento. Cuando se identifica con las formaciones mentales y
emocionales como los deseos y los temores (los motores primordiales del ego) se
pierde en esas formaciones. La conciencia también se pierde cuando se identifica
con los actos y las reacciones frente a las cosas. Así, todos los pensamientos,
los deseos o temores, los actos y las reacciones se infunden con una sensación
equivocada del ser y, por eso somos incapaces de sentir la dicha simple de Ser y
buscamos el placer e incluso el sufrimiento como sucedáneo. Es vivir en el
olvido del Ser. En ese estado de olvido de lo que somos, los éxitos no son más
que una ilusión pasajera. No tardamos en sentirnos infelices a pesar de los
logros, o algún nuevo problema absorberá por completo nuestra atención.
¿Cómo pasar del reconocimiento de mi propósito interno a descubrir lo que
debo hacer en el plano externo?
El propósito externo varía enormemente de una persona a otra y nunca es
duradero. Está sujeto al tiempo y después es sustituido por algún otro
propósito. También varía significativamente la medida en que la dedicación al
propósito interno de despertar modifica las circunstancias externas de nuestra
vida. Algunas personas experimentan un rompimiento gradual o brusco con el
pasado: su trabajo, su situación de vida, sus relaciones y todo lo demás sufre
un cambio profundo. Ellas mismas podrían ser las iniciadoras de una parte del
cambio, no a través de una serie de decisiones dolorosas sino de un
reconocimiento súbito de lo que deben hacer. La decisión les llega ya hecha, por
así decirlo. Llega mediada por a conciencia, no por el pensamiento. La persona
se despierta buen día con la certeza de lo que debe hacer. Algunas personas
abandonan de la noche a la mañana un ambiente de trabajo o una situación de vida
demencial. Así, antes de descubrir lo correcto para usted a nivel externo, antes
de descubrir aquello que funciona y que es compatible con el despertar de la
conciencia, quizás tenga que descubrir aquello que no está bien o que ya no
funciona o es incompatible con su propósito interno.
Es posible que lleguen otros tipos de cambios desde afuera. Un encuentro
inesperado trae oportunidades nuevas y expansión para la vida. Se disuelve un
obstáculo o un conflicto que venía durando mucho. Sus amigos viven la misma
clase de transformación interna o desaparecen de su vida. Algunas relaciones se
disuelven mientras que otras se profundizan. Podría perder su empleo o
convertirse en agente de cambio positivo en su lugar de trabajo. Podría
disolverse su matrimonio o los dos podrían alcanzar un nivel más hondo de
intimidad. Algunos cambios parecerán negativos a primera vista, pero no tardará
en darse cuenta de que se está creando espacio en su vida para permitir el
surgimiento de algo nuevo.
Podrá haber un período de inseguridad e incertidumbre. ¿Qué debo hacer? A medida
que el ego deja de controlar su vida disminuye la necesidad psicológica de
contar con la seguridad de las cosas externas e ilusorias. Puede vivir en medio
de la incertidumbre y hasta disfrutarlo. Cuando acepte la incertidumbre se
abrirán una infinidad de posibilidades. Significa que el temor dejará de dominar
su vida y de impedirle tomar la iniciativa para propiciar el cambio. Tácito, el
filósofo romano, anotó acertadamente que "el anhelo de la seguridad interfiere
con todas las empresas grandes y nobles". Cuando no logramos aceptar la
incertidumbre, se convierte en miedo. Cuando la incertidumbre es perfectamente
aceptable, se traduce en mayor vivacidad, conciencia y creatividad.
Hace muchos años, un fuerte impulso interno me empujó a abandonar una carrera
académica que el mundo habría calificado de "prometedora". Pasé a vivir en la
incertidumbre total y de allí, después de varios años, emergió mi nueva
encarnación como maestro espiritual. Tiempo después me sucedió algo parecido
nuevamente. Me sentí impelido a abandonar mi hogar en Inglaterra para ir a vivir
a la Costa Oeste de Norteamérica. Obedecí ese impulso aunque desconocía la
razón. De ese nuevo paso hacia la incertidumbre brotó el libro El poder del
ahora, la mayor parte del cual escribí estando en California y en Columbia
Británica sin una casa propia. Prácticamente no tenía ingresos y vivía de mis
ahorros, los cuales se esfumaban a gran velocidad. En realidad, todo encajó
perfectamente. Se me agotó el dinero justo cuando estaba a punto de culminar el
libro. Compré un billete de lotería y gané $1.000 dólares con los cuales pude
subsistir un mes más.
Pero no todo el mundo debe pasar por cambios drásticos en sus circunstancias
externas, en el otro extremo del espectro están las personas que permanecen
exactamente donde están y continúan haciendo lo mismo de siempre. En su caso, es
el cómo el que cambia, no el qué. No es cuestión de inercia. Lo que sucede es
que su actividad ya es el vehículo perfecto para traer la conciencia a este
mundo y no necesitan de ningún otro. También ellas contribuyen a la
manifestación de la nueva tierra.
¿No debería sucederle esto a todo el mundo? Si cumplir con el propósito
interno equivale a estar en unión con el momento presente, ¿por qué querría
alguien abandonar su trabajo o su situación de vida actual?
Estar en unión con lo que es no implica no ser motor de cambio o ser incapaz de
tomar la iniciativa. Lo que sucede es que la motivación para actuar proviene de
un nivel más profundo y no de los deseos o los temores del ego. La consonancia
interna con el momento presente abre la conciencia y nos pone en armonía con el
todo, del cual el momento presente es parte integral. Entonces, el todo, o la
totalidad de la vida, actúa a través de nosotros.
¿A qué se refiere cuando habla del "todo"?
Por una parte, el todo barca todo lo que existe, es el mundo o el cosmos. Pero
todo aquello que existe, desde los microbios hasta los seres humanos y las
galaxias, no son en realidad una serie de cosas o entidades independientes sino
que forman una red de procesos multidimensionales interconectados.
Hay dos
razones por las cuales no percibimos esta unidad y consideramos que todas las
cosas son independientes. Una es la percepción, la cual reduce la realidad a lo
que nos es accesible a través de nuestros pocos sentidos: lo que vemos, oímos,
olemos, saboreamos y palpamos. Pero cuando percibimos sin interpretar ni poner
etiquetas o rótulos mentales, es decir, sin agregar pensamiento a nuestras
percepciones, podemos sentir una conexión más profunda detrás de nuestra
percepción de la separación.
La otra razón, más grave, por la cual vivimos en la ilusión de la separación es
el pensamiento compulsivo. Cuando permanecemos atrapados en el torrente
incesante de pensamientos compulsivos el universo realmente se desintegra para
nosotros y perdemos la capacidad de sentir la conexión entre todo lo que existe.
El pensamiento fragmenta la realidad en pedazos inertes. Esa visión de la
realidad da paso a unas actuaciones supremamente destructivas y carentes de
inteligencia.
Sin embargo, más allá de la interconexión entre todo lo que existe hay un nivel
más profundo. En ese nivel del todo, todas las cosas son una. Es la Fuente, la
única Vida no manifestada. Es la inteligencia intemporal y eterna que se
manifiesta a través un universo que se despliega en el tiempo.
El todo está compuesto de existencia y Ser, lo manifiesto y lo inmanifiesto, el
mundo y Dios. Así, cuando entramos en armonía con el todo, nos convertimos en
una parte consciente de la red del todo y de su propósito: la emergencia de la
conciencia en el mundo. El resultado es que comienzan a ocurrir con frecuencia
las casualidades propicias, los encuentros fortuitos, las coincidencias y los
sucesos sincronizados. Carl Jung describió la sincronía como "un principio
unificador acausal". Esto significa que no hay una conexión causal entre los
sucesos sincronizados en el plano superficial de nuestra realidad. Es una
manifestación externa de una inteligencia subyacente al mundo de las apariencias
y una conexión más profunda incomprensible para la mente. Pero podemos ser
partícipes conscientes en el despliegue de esa inteligencia, en el florecimiento
de la conciencia.
La naturaleza existe en estado de unicidad inconsciente con el todo. Es, por
ejemplo, la razón por la cual prácticamente ningún animal salvaje pereció en el
desastre del tsunami del año 2004. Al estar en contacto más estrecho con la
totalidad que los seres humanos, pudieron presentir la llegada del tsunami mucho
antes de que se lo pudiera ver u oír, de manera que tuvieron tiempo para
refugiarse en terrenos elevados. Quizás hasta esta afirmación sea producto de
nuestro punto de vista humano. Quizás sencillamente avanzaron hacia las zonas
más altas sin ninguna motivación deliberada. Hacer esto por este
motivo es la manera que tiene la mente de de dividir la realidad, mientras
que la naturaleza sencillamente vive en unicidad inconsciente con el todo.
Nuestro propósito y nuestro destino es traer a este mundo una nueva dimensión,
viviendo en unicidad consciente con la totalidad y en armonía consciente con la
inteligencia universal.
¿Puede el todo utilizar a la mente humana para crear cosas o para producir
situaciones que estén en armonía con su propósito?
Sí, siempre que hay inspiración, palabra que significa "en espíritu", y siempre
que hay entusiasmo, palabra que significa "en Dios", se desata un poder creador
que va mucho más allá de lo que una simple persona puede hacer.
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