LA DESATENCIÓN EN EL TRATO
Sucede, a veces, en la conversación o en
reuniones, que uno se interesa por las cosas del otro y éste nunca
pregunta por las de uno. El encuentro puede guardar las formas, ser
distendido y hasta cordial, pero debajo de esta aparente educación hay
una absoluta falta de comprensión. Uno, entonces, hace el primo, siendo
sociable por el mero hecho de la ética y lo normalmente establecido, y
al otro le tiene sin cuidado lo que haga aquél.
Habla con los demás sólo porque están ahí. Por
eso, y según su modo de ser, los demás no le importan mucho. Lo mismo
que el semáforo que hemos dejado atrás: se cruzó en nuestro camino,
tuvimos que parar, pero ahora ¿que nos importa que siga ahí y del color
en que este?
Esta falta de compresión, de empatía, no tiene un
nombre especifico. Pero por llamarlo de una forma rápida es "desatención
en el trato". Un editor me contaba que se encontró en el avión con un
reconocido profesor y académico de la lengua. Este, efusivo, le habló
todo el rato de si mismo. Pero poco antes de aterrizar se percató de su
abuso y dijo: "¡Pero ahora hablemos de ti! ¿Que te ha parecido mi ultimo
libro...? Todos conocemos gente así. Después de despedirnos, nos damos
cuenta de que en ningún momento nos han preguntado por nosotros.
Hablaron para si mismos y de si mismos. El resto fuimos el medio para
darles gusto y autorizarles el abuso . Hubo conversación, pero no
dialogo, que ya en griego significa "palabra entre dos". Interesarse por
el otro es uno de los requisitos del dialogo, como dejar o compartir el
mismo tema.
Romper ese circulo vicioso, es exagerado en
ocasiones. Aunque desatentas, estas personas no nos producen un daño -ni
bien- ni nos faltan al respeto. Eso si, son maleducadas. ¿Y a quien le
apetece volver a encontrarse o frecuentar a quien no se fijo en el o
ella? Lo mas seguro es que su conducta no de pie a que les tengamos
simpatía ni amistad. Esta ya es una buena respuesta. Con el tiempo solo
les escucharan los serviles, y a la larga, eso lo notan y no les sirve
para seguir alimentándose de los otros.
La falta de atención en el trato va en contra de
las "virtudes sociales", no contra las normas y virtudes morales. Otras
virtudes sociales son, por ejemplo, la amabilidad, la cortesía o la
urbanidad. Podrían añadirse hoy la cooperación y la solidaridad. Sin
embargo, como ya apuntaba Kant, esas virtudes todas de la sociabilidad
humana son la antepuerta de la moralidad intrínseca, pues nos
acostumbran a la presencia y la debida consideración de los demás.