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LA INSEGURIDAD

Existe en todo el mundo una fuerte represión que se opone a la vida espiritual y, por consecuencia, a la transformación de la humanidad. Hay también en él una falta del auténtico poder, el que debe ejercer todo ser humano y las comunidades que éste forma. Este vacío se agrava con las violaciones repetidas de los derechos humanos, que pasan “inadvertidas” a las “autoridades”. Este vacío de poder sólo puede conducir al caos y al dolor y, por ello, la humanidad debe redescubrir la verdadera espiritualidad. Pero el Poder oculto, mediante sus Estados, actúa para reprimir y desmovilizar la acción legítima de los seres humanos utilizando estrategias de manipulación, terror y represión.

Inseguridad y delincuencia son nuevas palabras promovidas por el Poder para esconder las consecuencias inmediatas de su política de dominación. La creciente delincuencia es sólo una consecuencia lógica de los altos índices de desocupación y de marginalidad. Convirtiendo este crimen social en sólo un problema de vigilancia, un tema de policía, disimulan su responsabilidad y la utilizan en su provecho.

El Poder asusta a las personas introduciendo en su imaginación la idea de que aumenta la delincuencia, que ésta va acompañada de una fuerte conexión entre exsubversivos, ladrones y narcotraficantes, que cada día ocurren delitos con mayor violencia y que cualquiera tiene un acceso más fácil a las armas de fuego y explosivos. Sembrar el miedo es la estrategia del Poder para implementar un “Estado Policial” dirigido a terminar no con la delincuencia, sino con cualquier intento de desestabilización del modelo de civilización impuesto. Con éxito instala la idea de que el gobierno ha fracasado en su lucha contra el delito, y que la “seguridad ciudadana” es la principal preocupación de la ciudadanía.


El Poder inserta en la mente y en el vocabulario corriente del rebaño el demonio del crimen. Y lo hace con el único objeto de controlarlo. Con el pretexto de la “ola de delincuencia” y la “inseguridad ciudadana” los Estados buscan apoyo social para su estrategia de “control social” y fortalecimiento de los aparatos represivos. Involucran al rebaño en la aplicación de leyes infames y métodos represivos que protejan y consoliden su poder. Tal es así que todo el mundo cree la necesidad de una policía más armada, más represiva y que no vacile en actuar en defensa del orden –un orden injusto, un verdadero “desorden”.

Los gobiernos invierten en las reformas policiales para ser capaces de reprimir mejor. Necesitan una fuerza de represión en la que se pueda confiar, que se encuentre en las mejores condiciones para enfrentarse con dureza contra las protestas populares, contra las movilizaciones obreras, campesinas, estudiantiles, etc. Al mismo tiempo, los Estados intentan dispersar y separar a todo librepensador que se les oponga, y desean hacer ver que se trata simplemente de un caso aislado. Para cumplir sus propósitos generan en las personas un inconsciente delator, instaurando el miedo y la desconfianza entre los vecinos, los trabajadores, los marginados, los desocupados… Pero no se dan cuenta que sus propios actos los delatan y que el peso de su maldad les hará caer.

Los gobiernos y sus policías hostigan, persiguen, encarcelan, torturan y asesinan a quienes denuncian la corrupción que impera en las instituciones, o a aquellos que, simplemente, se expresan políticamente. Y no existe ningún gobierno sobre esta Tierra que no tenga sus representantes del Poder, “asesores” para la represión. Esbirros del Poder son los que impulsan las “medidas antidelincuencia”. La detención por sospecha, la libertad de las policías para que puedan intervenir y allanar domicilios “sin orden previa”, aumentar las penas, construir “cárceles privadas”, la creación de “zonas policiales”, los “toques de queda”, colocar fotografías de “delincuentes” en sitios públicos, rebajar la responsabilidad penal, creando un “sistema especial” para “jóvenes delincuentes” entre 14 y 18 años, haciendo plenamente responsables a menores… No se dan cuenta de que estos medios no son los apropiados para combatir la delincuencia, que este asunto requiere otro tipo de tratamiento.

Desconociendo que son ellos quienes en realidad trabajan y protegen a los auténticos piratas, combaten el “robo” intelectual y la evasión tributaria a través de “agentes encubiertos”, de “informantes pagados” y de “entregas vigiladas”. Por poco que uno investigue puede darse cuenta de los “montajes policiales” y de las desapariciones de personas y detenciones por motivos políticos.

Uno a uno, todos los que se oponen a la infamia son objeto de amenazas y de ataques, tanto las personas como las comunidades que éstas forman: miembros y organizaciones para la defensa de los derechos humanos, pro justicia, de mujeres, de desarrollo, defensoras del derecho a la diferencia sexual, protectoras de la niñez y y de juventud, equipos que desarrollan exhumaciones, campesinos, sindicalistas, académicos, periodistas, políticos y religiosos. Multitud de personas, familias y comunidades se encuentran permanentemente vigiladas y controladas por los servicios de inteligencia y la policía. Extraños robos a sedes, amenazas telefónicas, vigilancias y seguimientos, misteriosos civiles realizando interrogatorios extrajudiciales, intervención de las comunicaciones telefónicas, informáticas, radiales, de la correspondencia y de los sistemas y redes informáticos; la escucha y grabación electrónica, la obtención de antecedentes sujetos a reserva o secreto bancario; controles en caminos, sobrevuelo de determinadas zonas, allanamientos, golpes, secuestros, desapariciones, asesinatos… son hechos que acontecen todos los días.

Muchas de estas atrocidades son cometidas por cuerpos armados ilegales y aparatos clandestinos que actúan con impunidad en la realización de todos estos delitos. Son cuerpos de “seguridad”, armados y privados, que actúan con el apoyo de elementos de la “seguridad” de los Estados. Muchas personas son secuestradas en sus domicilios, lugares de trabajo o en la vía pública, por personas armadas, que siempre actúan en una superioridad numérica de aproximadamente 15 contra uno. Los secuestradores, a veces uniformados, otras vestidos con ropa civil, generalmente ocultan sus rostros para asegurar su impunidad. Suelen operar con gran despliegue de vehículos, sin matrículas o identificaciones o con las mismas falsificadas, y siempre en un marco de absoluto descaro, llegando muchas veces a interrumpir el tráfico en varias manzanas a la redonda.


En la gran mayoría de los casos estas acciones se desarrollan en las horas de la noche. Los mayores “éxitos” los consiguen entre las dos y las cinco de la mañana, las horas en que el “subversivo” duerme... Los responsables y los mandos de estas acciones respaldan los excesos de sus hombres, pues para ellos los resultados conseguidos son más importantes que los medios empleados. Como puede observarse, este “subversivo” era una persona con una identidad propia, con un domicilio real y conocido y que de noche descansaba junto a su familia.


Este clima de inseguridad y de terror es una situación provocada por los Estados en la que la barbarie del terrorismo se intenta justificar, y este constituye el pretexto esperado para una mayor intervención represiva. En algunos casos, esta situación se extiende luego deliberadamente al resto del país, allanando así a las Fuerzas Armadas el camino para el golpe militar.


Todos los Estados se apoyan en Agencias de Inteligencia. Éstas tienen el objetivo de obtener el conocimiento útil para la supervivencia y el lucro del Poder. Asesoran al Poder respecto a los mecanismos de seguridad que debe tener los Estados en materias políticas, económicas y militares, tanto dentro como fuera de los países. Estas organizaciones cuentan con fuertes respaldos económicos y los medios técnicos y humanos más modernos y especializados –. Elaboran informes periódicos, de carácter secreto, y cooperan con los demás Servicios de Inteligencia –los que pertenecen a las Fuerzas Armadas y a las diferentes policías.

Estos Servicios de Inteligencia son una nueva forma de colaboración civil-militar que tiene por objeto crear la legalidad necesaria para prevenir y/o reprimir cualquier expresión de descontento popular - siguiendo siempre las directrices del Poder. Con el pretexto de la necesidad urgente de “políticas de seguridad ciudadana” fortalecen el control social a través de sistemas “represivos-preventivos, manteniendo estructuras centralizadas e innumerables ramificaciones territoriales en poblaciones, centros estudiantiles, etc. Tienen como objetivo el exterminio de toda subversión.

El ser humano debe saber lo que hace cuando deposita su confianza en el Estado, en la Policía y en el Ejército, pues éstos son los pilares represivos del Estado. Estas instituciones jamás “se pondrán del lado del pueblo” como creen muchos.

 

 

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