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LA LIBERTAD
Una
de las características más sobresalientes del ser humano es su ansia de
libertad. Libertad es una palabra sagrada en el mundo occidental. Hasta se
le ha erigido una estatua en el confín de América que da la bienvenida a
cuantos llegan a la ciudad de Nueva York desde el Viejo Continente. En
Francia, la libertad forma parte de la trinidad política del país, junto a
la igualdad y la fraternidad. También figura en el ideario de anarquistas,
republicanos y demócratas. Tal vez no sea exagerado afirmar que la palabra
libertad se repite hoy en el mundo más que el nombre de Dios.
Todos queremos
ser independientes. Nadie desea servir a nadie. El empleado ahorra dinero
sin desmayo para establecer su propio negocio. El catedrático aspira a ser
rector. Todos deseamos ser legisladores. Todos queremos que los demás se
rijan por nuestros deseos. A nadie le gusta verse sometido a los deseos de
los otros. En el fondo de su corazón, nadie desearía tener rival. La causa
de todo esto es que existe en nosotros un ser efulgente e inmortal que no
tiene segundo, ni rival; que es el legislador íntimo y el soporte de todo el
universo. Este ser constituye nuestra verdadera naturaleza, nuestra propia
esencia y por eso todos albergamos tales deseos y sentimientos. La libertad
es el derecho de nacimiento del hombre que ninguna fuerza puede suprimir. La
libertad es una llama siempre viva.
Sin embargo,
en el plano ordinario, los conceptos de libertad son distintos según las
personas que los interpreten. Para unos, la libertad consiste en escapar a
la esclavitud del consumo y a la tiranía del capitalismo. Para otros,
libertad es el derecho a hacer o decir cuanto les venga en gana sin más
límite que los que impone la libertad del prójimo o la ley común establecida
y mayoritariamente aceptada. Es de suponer que para algunos la libertad
constituye un derecho sin límites, absoluto, y para otros, en fin, sólo
tiene aplicación en pequeñas cuestiones como elegir una camisa azul o
blanca.
En esto de la
libertad, como en tantas otras cosas, se busca un ejercicio exterior,
aparente, ficticio. Se busca la libertad de hacer, de decir y de pensar.
Para la mayoría, la libertad es sacudirse el yugo condicionante de las
presiones externas, de las circunstancias, de las alineaciones o de otras
personas. ¡Qué pocos se dan cuenta todavía de que la mayor esclavitud es la
de la propia mente! ¡Qué pocos ven en el juego de los sentidos esa
circunstancia condicionante que anula nuestra propia libertad! ¡Qué pocos
aún los que aciertan a ver en su propio ego el tirano dictador que los
oprime!
La libertad de
palabra y de pensamiento no es verdadera libertad. Hacer en cada momento lo
que a uno le viene en gana no es verdadera libertad. Poder desnudarse en
público tampoco es libertad. Como tampoco lo es ser monarca, detentar poder
o poseer inmensas riquezas. Ni siquiera renunciar al mundo puede
considerarse una total liberación.
La auténtica
libertad no es meramente política y económica, aun cuando éstas sean
necesarias para el bienestar de la sociedad. La verdadera libertad es el
dominio sobre sí mismo. La verdadera libertad consiste en librarse del
egoísmo y de los deseos; de los gustos y de los disgustos; de la lujuria, de
la avaricia y de la cólera. Son sus pasiones y deseos quienes verdaderamente
esclavizan al hombre. Es su mente la causa de su falta de libertad y de su
infelicidad.
Son muchos hoy los que claman por libertad, pero cuesta trabajo creer que
esas voces entiendan muy bien toda la dimensión del concepto. Se lucha
denodadamente por conseguir pequeñas libertades, pero eso es todo. Las
libertades por las que muchos luchan hoy, otros las disfrutan desde hace
tiempo y no por ello han desaparecido sus miserias y desdichas. ¿O es que la
libertad política y sexual o la independencia económica liberan de
enfermedades, dudas, angustias y temores? Los hombres nos liberamos de unas
esclavitudes y caemos en otras. La verdadera libertad es liberarse de sí
mismo. Hasta que el hombre no consiga trascender las limitaciones de su
mente no habrá emancipación ni libertad.
Es cierto que hay que
reformar y perfeccionar lo externo. No es menos cierto que hay que someter y
controlar lo interno. Algunos dicen: "En una sociedad libre y justa siempre
reinaría la paz y la felicidad". Tal vez, pero una sociedad nunca será justa
mientras no lo sean los hombres que la formen. Y la justicia del hombre no
se consigue legislando, sino purificando el corazón. Del mismo modo, una
sociedad nunca será libre mientras que los individuos que la componen sean
esclavos de su ambición y sus pasiones. Si queremos una sociedad justa,
formemos hombres justos. Si queremos una humanidad en paz, hagamos que la
paz reine en el corazón de cada hombre. Si queremos un mundo libre,
liberémonos de nuestros deseos egoístas y de nuestras pasiones
incontroladas. Si queremos reformar la sociedad, reformémonos a nosotros
mismos. La sociedad quedará automáticamente reformada.
Uno puede
haber conseguido todas las licencias del mundo, pero seguirá prisionero de
su propio cuerpo. Y además embutido en el rígido corsé de los hábitos. Y
maniatado por sus apetencias y necesidades. Y vigilado por su eterno
guardián: el ego. En estas circunstancias, ¿puede considerarse libre un
hombre porque puede gritar?
Vivir es
caminar hacia la libertad. La vida es una oportunidad que se nos da para
liberarnos de nuestras miserias. Es preciso emplearse cuerdamente y no
gastar la energía en salvas. Uno debiera practicar con perseverancia, con fe
y con ilusión, preparándose con paciencia, no para ganar las pequeñas
batallas de las libertades, sino para ganar la guerra de la auténtica
liberación.
Aforismos.
· Amor,
Sabiduría, Libertad, en esencia, son una o la misma cosa.
· Puedes
llagar a la Libertad a través del Amor.
· El Amor
necesita de la Sabiduría y va unido a ella.
· La
Sabiduría necesita del Amor y va unida a él.
· Puedes
llegar a la Libertad a través de la Sabiduría.
· La
Libertad total es el reto esencial del hombre.
· La
Sabiduría no es patrimonio de la razón.
· La
Sabiduría lleva a la verdad.
· La
verdad está más allá de las posibilidades de la mente.
· La
Verdad es patrimonio del Espíritu, no del alma.
· No se
puede transmitir la Verdad. La Verdad es vivencia.
· La
Verdad no puede estar contenida en ninguna doctrina, en ninguna
filosofía. Ellas pueden indicar un camino, una verdad con minúscula,
pero nada más.
· La
Verdad, que es una y única puede manifestarse de muy diversos modos.
· Todas
las llamadas Verdades son relativas.
· Nadie te
puede liberar.
· Serás
más y más libre cuanto más te alejes de tus múltiples ignorancias y de
tus múltiples y sutiles egoísmos.
· Busca
mucho más dentro de ti que fuera de ti aquello que te impide ser libre.
· Has de
poseer una mente flexible si deseas ser más libre.
· La
libertad consiste en hacer lo que se debe hacer, amorosamente.
· La
verdadera libertad, como la verdadera sabiduría y el verdadero Amor son
ecuménicos.
· No puede
existir libertad si no amamos a todos y cada uno de los reinos de la
naturaleza.
· Serás
tanto más libre cuanto más desarrolles y reflexiones sobre los ideales
de los demás.
· El mayor
obstáculo en el camino hacia la libertad, eres tu mismo.
· Ninguna
doctrina, ningún partido político, te puede liberar. Has de ser tu con
tu trabajo personal constante quien te libere.
· Un
hombre puede ser libre estando en la cárcel. Una persona puede ser el
mayor de los esclavos estando en plena naturaleza.
· Conforme
vayas ganando en luz verás que cuanto más brillante es la luz, más
sombras proyecta y de mayor intensidad.
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