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LO QUE NO ES
AUTENTICIDAD
Ante todo, podemos ver que no es autenticidad el automatismo. El
automatismo, sea el que sea, por adornado que esté, está ya por definición
en oposición con la autenticidad. Automatismo quiere decir que algo está
actuando en virtud de un principio de funcionamiento en circuito cerrado,
es decir que se trata de algo adquirido, algo extraño a uno mismo, aunque
esté incorporado a nosotros. Por lo tanto, queda fuera de la noción de
autenticidad.
Tampoco es autenticidad,
aunque a veces se suele confundir con ella, la impulsividad. Esas personas
que creen que lo auténtico es dar salida a los impulsos en el momento en que
se presentan están en un error. La impulsividad es simplemente la expresión
de algo de lo que hay dentro, pero no de lo que es más central, más
esencial, sino de un aspecto o de una tendencia desordenada. El impulso
tiene una finalidad propia, pero una finalidad que satisface sólo un aspecto
de la personalidad. Por lo tanto, tampoco cae dentro de este sentido más
amplio, profundo y completo que queremos exponer al hablar de la
autenticidad.
Ni siquiera la sinceridad es
lo mismo que la autenticidad. Sinceridad significa que una persona, al
expresarse, no engaña, que habla de acuerdo con lo que siente, con lo que
ve. Pero esto no basta para que la persona sea auténtica.
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