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PROTOCOLO XXIII.
Reducción de la producción de artículos de lujo.- La pequeña industria.-
La huelga.- Prohibición de la embriaguez.- Condenación a muerte de la
sociedad antigua y su resurrección en su nueva forma.- El elegido de Dios.
1.- Para que los pueblos se acostumbren a la obediencia es necesario que
se acostumbren a la modestia y disminuir, por consiguiente, los objetos de
lujo disminuyendo su producción. Restableceremos la pequeña industria que
dará el golpe a los capitales particulares de los fabricantes. Esto es aún
necesario, porque los grandes industriales dirigen todavía, muchas veces
sin saberlo, es cierto, el espíritu de las masas contra el gobierno. Un
pueblo que fomenta las pequeñas industrias no sabe de huelgas; sino que
vive apegado al orden establecido, y por lo mismo, también a la fuerza del
poder. La huelga es algo muy perjudicial para un gobierno. Para nosotros
su papel terminará tan pronto como el poder esté en nuestras manos. La
embriaguez será igualmente prohibida por la ley y castigada como un crimen
de lesa humanidad, pues los hombres que se embriagan se transforman en
brutos bajo la influencia del alcohol.
2.- Los súbditos, lo repito una vez más, no obedecen ciegamente sino a una
mano firme, completamente independiente de ellos en la que ven una espada
para defenderlos y una defensa contra las calamidades sociales. ¿Qué
necesidad tienen los súbditos de ver en su soberano un alma angelical? Lo
que importa que vean en él es la personificación de la fuerza y del poder.
3.- El soberano que sustituya a los Gobiernos actuales que han venido
arrastrando su existencia en medio de sociedades desmoralizadas por
nosotros y que han arruinado aun el mismo poder de origen divino, y en
cuyo seno, por todos lados se levanta el fuego de la anarquía; este
soberano, antes que nada, tendrá que extinguir esta llama devoradora. He
aquí la razón que le obligará a condenar a muerte esas sociedades: tendrá
que ahogarlas en sangre para hacerlas luego resucitar bajo la forma de un
ejército bien organizado que sepa luchar y combatir conscientemente contra
toda infección que pudiera invadir el organismo del Estado.
4.- Este elegido de Dios es nombrado de lo alto para sujetar las fuerzas
locas y desatinadas movidas por el instinto, no por la razón, por la
bestialidad y no por la parte noble de la humanidad. Esas fuerzas triunfan
ahora, roban, cometen toda clase de atentados, toda suerte de violencias,
bajo el pretexto de la libertad y de los derechos. Ellas han destruido
todo orden en la sociedad para levantar sobre estas ruinas el trono del
rey de Israel; pero su papel terminará en el momento en que ese rey
ascienda a su trono.
5.- Entonces hay que alejarlas de su camino en el que no debe quedar el
menor obstáculo.
Entonces podremos decir a los pueblos: Dad gracias a Dios y prosternaos
delante del que lleva en su frente el sello de la predestinación hacia la
que Dios mismo ha guiado su estrella para que nadie, excepto ese
predestinado, pueda libraros de todas las fuerzas y de todos los males. |
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