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LA MUJER Y EL ABORTO
La vida es una escuela, y en ella encontramos las lecciones que necesitamos
(y que nos merecemos) para poder progresar como personas y seres humanos.
Abortar significa
despojar a un alma, que posiblemente se encuentre fuertemente ligada a su
futuro cuerpo, la oportunidad de entrar en este plano que ahora nos
encontramos y de aprender. El alma ya se encuentra vinculada con el óvulo
fecundado en el momento de la fecundación, y esta relación (la del alma con
su vehículo físico) se va haciendo más fuerte a medida que el tiempo avanza.
Abortar es proceder de una manera ignorante, torpe y egoísta, y significa
"suspender" o "catear" el curso de aprendizaje que realizamos en esta
escuela que llamamos vida. En todos los casos supone cargar nuestra alma y
nuestro corazón con una pesada piedra.
Existen diversos métodos para abortar. El más utilizado consiste en un
legrado al vacío, denominado también "dilatación y evacuación" (D y E),
"succión al vacío" y "aspiración al vacío". Se realiza de forma ambulatoria
y con anestesia local. En sí, el procedimiento sólo dura diez minutos,
permaneciendo la mujer en la consulta del médico, la clínica o el hospital
durante unas horas. La preparación es similar a la correspondiente a un
examen pélvico, insertándose un instrumento en la vagina, que dilata la
abertura de la cérvix. A continuación, se inserta un tubo no flexible a
través de la abertura hasta que un extremo alcanza el útero. El otro extremo
del tubo está unido a la máquina de succión, de manera que pueda extraer
todo el contenido del útero, incluido el tejido fetal. Diversas estadísticas
recientes indican que el procedimiento "D y E" es el método de aborto más
eficaz, no sólo durante el primer trimestre, sino hasta la vigésima semana
de embarazo.
No ceder ante la
tentación de abortar significa obrar inteligente y acertadamente, y es un
signo de virtud y de fortaleza. |
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