El
alcohol etílico se utiliza desde tiempo inmemorial como modificador del estado
del ánimo, y también desde las épocas más remotas se conocen sus peligros. En
general la ingestión de bebidas alcohólicas produce un optimismo transitorio,
euforia, sensación subjetiva de bienestar y de cordialidad, una percepción
atenuada de la fatiga, de los dolores y de las penas o preocupaciones. Cada
bebedor, por iniciativa propia o por influencia de su grupo, busca alguno de
tales efectos. Hay variaciones enormes en distintas culturas en cuanto a la
aceptación de la bebida e incluso del etilismo; algunas sociedades, como las
musulmanas, rechazan tajantemente el alcohol, en otras se induce a beber desde
la infancia.
Si todo
quedase en los efectos de la bebida moderada y ocasional, el alcohol sería
bienvenido, pero en una notable proporción de los consumidores habituales
produce serios trastornos físicos y cambios de la conducta que resultan
demoledores para las actividades personales, familiares, sociales y laborales
del bebedor. En esos casos se habla de «abuso de alcohol», «uso patológico del
alcohol», «etilismo» o «alcoholismo». El paso de la bebida moderada al etilismo
no siempre está bajo las posibilidades de control del afectado.
Como
ocurre con todas las drogas (y el alcohol es una droga), los signos de alarma se
centran en: a) patrón patológico de uso; b) deterioro de la actividad, y c)
dependencia.
El patrón
patológico de uso viene definido por una o más de estas características:
intoxicación prolongada y habitual, dificultad para dejar de beber con fracaso
en los intentos esporádicos de abstinencia o de disminuir la bebida (consigue
dejar de beber durante unas horas al día, por ejemplo, las horas de trabajo, o
algunos días, ejemplo, los «bebedores de fin de semana», o en períodos de unas
semanas; pero sigue bebiendo aunque sabe que empeora sus trastornos físicos y
sus conflictos), y al mismo tiempo siente necesidad de beber para iniciar una
actividad. En etapas avanzadas, la bebida le produce amnesia de lo ocurrido
durante los períodos de embriaguez. Nota que el alcohol le provoca serios daños
físicos y graves consecuencias y no deja de beber.
El
deterioro de la actividad comienza en los propios episodios de intoxicación (por
ejemplo, embriaguez patológica con irritación y agresividad en vez de euforia),
y luego se manifiesta también en las horas en que no ha bebido (abandono de los
deberes, celos paranoides, etc.).
La
dependencia tiene dos aspectos, uno es el aumento de la tolerancia (necesita
mucha más cantidad de alcohol para lograr los efectos que busca) y otro el
síndrome de abstinencia; este último suele limitarse en el alcohol a la desazón
con anhelo de beber y al temblor de manos, el malestar general y las pituitas
matutinas que se calman con la primera copa de la mañana que reinicia la cadena
de bebida de cada día en el alcohólico crónico. Ocasionalmente presentan en las
abstinencias bruscas el cuadro clínico llamado delirium tremens.
El abuso
y dependencia del alcohol suele iniciarse entre los veinte y los cuarenta años.
Como en todo abuso y dependencias de sustancias en la evolución influye la
personalidad previa. Están más dispuestos a pasar de bebedores a alcohólicos los
portadores de trastorno antisocial de personalidad.
Hay dos
típos preferentes de personas predispuestas a hacerse alcohólicos: a) El tipo
sensitivo, con sentimientos de inferioridad e insuficiencia. Son tímidos con
dificultad para la relación interpersonal; están necesitados de afecto y aprecio
de los demás, pero no saben obtenerlo. El alcohol les da confianza en sí mismos
y, bajo sus efectos, se sienten capaces de vencer su timidez; beben «para
atreverse», b) Es un tipo opuesto que llega al alcoholismo por caminos
distintos. Son individuos campechanos y habladores, sociables, simpáticos y
activos. Habitualmente eufóricos, y por tanto con cierta mengua de sus
inhibiciones y autocrítica. Comienzan por hacerse bebedores excesivos
habituales, convencidos de que «a ellos no les hace daño».
La
intoxicación aguda, o embriaguez, tiene tres grados. En la intoxicación leve
domina la euforia, extraversión, necesidad de contacto afectivo, locuacidad,
disminución de las inhibiciones que lleva a cometer indiscreciones y errores.
Tiene un cierto parecido a la hipomanía. En la intoxicación de mediana
intensidad, a la intensificación de los síntomas de la leve, se añade el giro
hacia la irritabilidad o depresión, con incontinencia emotiva (risotadas o
llantos incontrolados de los borrachos). Aparecen disgregación (lenguaje
confuso), e incoordinación de movimientos (torpeza y forma de caminar del
embriagado), con cierta hipoestesia (disminución de la sensibilidad). En la
intoxicación aguda grave se puede llegar al coma y a la muerte.
La
dipsomanía es una forma singular de relación patológica con el alcohol, distinta
a todas las demás. Se trata de individuos de edad media, aparentemente normales
e incluso valiosos, que en realidad no son bebedores, no les gusta el alcohol ni
beben habitualmente, pero tienen episodios accesionales en los que comienzan a
beber y ya no dejan de hacerlo (generalmente sin cambiar de bebida), sin comer
ni dormir, ni realizar otra actividad que no sea seguir bebiendo, hasta que al
cabo de uno, dos o tres días cae rendido y se echa a dormir en cualquier sitio,
con un sueño profundo y reparador del que se despierta con amnesia de todo lo
ocurrido durante el episodio dipsómano. Al percatarse de que han «caído de
nuevo», y enterarse de los errores cometidos (porque se los cuentan o los
deducen, pues ya dijimos que no los recuerdan) entra el enfermo en una penosa
situación de desconsuelo, arrepentimiento, dolor moral y desesperanza al
comprobar que no es capaz de evitar la reaparición de estos episodios que
detesta. Su amargura es intensa, pues no tiene ni el embotamiento afectivo ni la
anestesia moral de los alcohólicos, y se percata de cómo la enfermedad le
destroza la vida familiar y profesional. En la inmediata fase de abstinencia
hace todo lo posible por recuperar su perdido prestigio... hasta que un día
presenta la típica disforia (alteración del estado de ánimo premonitoria,
siempre la misma para cada enfermo) que precede en unas horas a la primera copa,
tras la que ya no deja de beber y repite casi fotográficamente los episodios
anteriores. Es la forma más incomprensible e injusta de vinculación patológica
al alcohol.
El
delirium tremens es un cuadro clínico de abstinencia (aparece al dejar
repentinamente de beber, por algún accidente o enfermedad) en alcohólicos
crónicos graves, con insuficiencia hepática. Tras un período prodrómico de
inquietud, angustia, incoordinación y pesadillas, se inicia el periodo de estado
con agitación psicomotriz, temblor muy intenso, ansiedad y la aparición de las
típicas ilusiones y alucinaciones. Las alucinaciones son escenográficas,
coloreadas, muy vivas. Las alucinaciones son zooppsicas (ve anímales) y
micrópsicas (sobre el escenario en tamaño natural, ve las alucinaciones de
tamaño reducido, animales y personas diminutas, por lo que se las ha llamado
«liliputienses»). El contenido alucinatorio se modifica por sugestión; si el
enfermo tiene un acompañante que le tranquiliza las alucinaciones adquieren
contenido grato (ve «mariposas» o «animalitos muy bonitos y simpáticos») y se
entretiene y juguetea con ellas; si por el contrario se le deja solo o se le
asusta, el contenido se convierte en terrorífico (sigue «viendo» muchos animales
pequeños, las alucinaciones conservan el carácter de zoopsicas y micrópsicas,
pero son arañas, ratas, serpientes, etc.) que aumentan su angustia y agitación,
el enfermo se sube a la cama, intentando huir, aterrorizado, del contenido de
sus alucinaciones. Con los tratamientos actuales ha disminuido notablemente el
índice de mortalidad, que daba una siniestra resonancia al delirium tremens.
El
tratamiento eficaz de un alcoholismo crónico requiere hospitalización prolongada
para deshabituación, medicación y psicoterapia individual y de grupo. Entre las
diversas formas de psicoterapia de grupo, tiene especial relieve la concebida
por un ex alcohólico y que se conoce como «Alcohólicos Anónimos».