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A modo de reflexión
Cuando miramos al futuro
de la salud mental de las mujeres, hay dos cuestiones que parecen tener una
importancia especial: la dependencia y la ira. Desde el punto de vista del
análisis feminista, ambas cuestiones deben examinarse en el contexto de las
desiguales relaciones de poder entre mujeres y hombres. Un elemento básico
de las teorías feministas es que lo personal es político y en ninguna otra
parte es más cierto que en el campo de la salud mental. El "yo" y los
problemas del yo deber entenderse en su contexto social.
La dependencia forma parte del papel femenino tradicional. Abarca los actos
dependientes, como las expresiones de indefensión o fragilidad, y la
dependencia psicológica, en la que la persona es tan emocionalmente
dependiente de otra que carece de una identidad independiente y puede
sentirse indefensa sin la otra. La dependencia no es un modo funcional de
vida en los países Occidentales, si alguna vez lo fue. Por tanto, una de la
orientaciones futuras más importantes en el campo de la salud mental de la
mujer consiste en la necesidad de que supere la dependencia, teniendo
siempre presente que es un problema personal que, con frecuencia, está
provocado o exagerado por las desiguales relaciones de poder entre hombres y
mujeres.
La segunda cuestión es la ira. Los papeles tradicionales asignados a lo
géneros hacen que la expresión de ira sea más aceptable en los hombres que e
las mujeres. Sin embargo, ambos géneros tienen dificultades a la hora de
expresar la ira, aunque de diferente modo. Por ejemplo, se ha dicho que las
mujeres tienden a decir que se sienten heridas cuando, en realidad,
experimentan ira, y que los hombres suelen decir que están furiosos cuando,
en realidad, se sienten heridos.
En parte, el problema que tienen las mujeres con respecto a la ira tiene que
ver con el hecho de que no parece aceptable, desde el punto de vista de la
sociedad, que una mujer manifieste su ira; la mujer que exprese con
sinceridad su enfado puede recibir a cambio retroinformación negativa
(castigo, en términos de la teoría del aprendizaje), como que le digan que
"odia a los hombres" o que es "una tía molesta y agresiva". El deseo de la
mujer de preservar las relaciones armoniosas en el grupo puede inhibir
también la expresión de cólera. Para los miembros de un grupo subordinado,
siempre es difícil (si no peligroso) expresar su ira con los miembros del
grupo dominante. La incapacidad para expresa puede resultar especialmente
dañina para la salud mental, si la ira suprimida es transforma en depresión.
Sea en un programa de autoayuda o formando parte de una terapia, muchas
mujeres se beneficiarían trabajando sobre las cuestiones de la dependencia y
la ira. Pero un análisis feminista del problema indica que será difícil
resolver por completo estas cuestiones en la medida en que siga existiendo
el desequilibrio de poder entre hombres y mujeres. Un objetivo de muchos
procesos feministas (desde las reuniones feministas hasta los cursos de
estudios sobre la mujer) es la capacitación de mujeres. Cuando estén
capacitadas, otros muchos problemas se resolverán. La capacitación de la
mujer, en todos los aspectos, desde las relaciones personales hasta la
política nacional, es, por tanto, una de las orientaciones más importantes
que podemos asumir para mejorar la salud mental de las mujeres en el futuro. |
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